CAJA NEGRA

Es sorprendente el espectáculo que con frecuencia ofrecen los políticos en su más acabada habilidad para la transformación camaleónica: hoy son amarrillos y mañana son verdes, aunque igual pueden ser azules y amanecer anaranjados. El color es lo de menos, siempre y cuando se encuentre un resquicio por donde entrar al paraíso del presupuesto, público.

Desde hace unas tres semanas, en la fachada de una de las casonas de la familia del diputado Francisco Martínez Ibarra, apareció tendida hasta el balcón una gran lona con la imagen de Juan Manuel Carreras López, candidato a gobernador por el PRI y dos partidos morralla de pilón.

Extrañó ver esa muestra de apoyo de un diputado del Partido de la Revolución Democrática, sobre todo, porque hace tres años, en ese mismo lugar estaba colgada una manta a favor de Andrés Manuel López Obrador.

Pero a decir verdad, no tiene porque extrañarse nadie: la incongruencia ideológica y partidista no es algo que caracterice a ciertos políticos. Como Martínez Ibarra, hay muchos veletas por conveniencia.

Eugenio Govea, candidato a gobernador por el Movimiento Ciudadano, fue presidente estatal del PAN, diputado local una y otra vez así como senador. Lucy Lastras, candidata del MC a la presidencia municipal de San Luis Potosí, fue presidenta del Comité Municipal del PRI en la capital, luego fue candidata del PRD y ahora lo es del MC.

Esto, solo por citar algunos ejemplos.

De hecho, el caso más notables es el de Juan Manuel Carreras López, candidato del PRI gobernador quien en las elecciones de 2006 apareció en un mitin de Felipe Calderón, entonces candidato presidencial del PAN y le levantó la mano. Luego colaboró con él en cargos (si bien menores pero cargos al fin) del gobierno federal. Los del PRI lo acusaron de alta traición y ahora es su candidato y hablan de él tanta maravilla que casi es un santo.

 Igual, Fernando Pérez Espinosa, ex presidente estatal del PRI y ex diputado local por el PRI, cambio de partido de un día para otro y lo que antes aplaudía ahora lo critica, la mano del gobernador ante la que se inclinaba, ahora es víctima de sus agudas y democráticas críticas. Dejo al partido, como decía, de sus amores y se fue al PRD y dizque ahora es de izquierda.

En cada municipio hay historias de políticos que de una elección a otra cambian de partido como si se cambiaran de calcetines. La coartada es sencilla, es que en el partido no hay democracia, dicen al ufanarse de que ellos, sí que son democráticos.

Hacer público el apoyo de Martínez Ibarra a Carreras y hacerlo como quien echa las campanas al vuelo para que todos se enteren de la buena nueva, es más bien un acto de impudicia, de deshonestidad política. Por eso la gente hoy no cree ni en los partidos ni en los políticos.

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