CAJA NEGRA

En el camping de la UASLP no nos hacemos responsables de la vida de sus hijos. Atentamente, la Universidad de la Excelencia.

 

La burocracia de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí encabezada por el rector, Manuel Fermín Villar se va de vacaciones, pero uno se pregunta: ¿Podrán descansar sobre la memoria de un niño muerto?

 Ha pasado una semana de la muerte de Diego González Ruiz y no hay detenidos, ni siquiera asomo de probables responsables. No hay nada, no se ha castigado a nadie por la trágica muerte de un niño de apenas doce años de edad.

 El rector de la UASLP ¿Podrá ir a la playa, hacer turismo cultural o ecológico o de aventura o de lo que se le ocurra, mientras que hay una exigencia de justicia?

Desde que ocurrió ese terrible suceso, la Universidad instauró una estrategia de contención de daños y de modo apresurado, intentó desviar la atención sobre la presunta responsabilidad del balneario donde murió Diego.

 Las autoridades universitarias se lavaron las manos al cargar pronta responsabilidad a la empresa del parque acuático: es que no había una rejilla en el tobogán, cuando se supervisaron las instalaciones previas a la contratación no había nada extraño, pero el pasado viernes ahí murió un menor de edad.

 Por cierto, un menor de edad que no estaba solo sino que era parte de un grupo de 250 infantes que se supone, se entiende y se confía, deberían estar bajo estricta vigilancia del personal de la universidad. Uno supondría que la vigilancia sería más rigurosa de lo normal, pues iban a un balneario, iban a nadar en una gran piscina e iban a divertirse en un tobogán, lugares, por cierto, de peligro.

 La pregunta que inquieta y provoca indignación es ¿Quién estaba vigilando el tobogán?

O es que ¿No había nadie, el o los o ella y las responsables de cuidar a los niños en el tobogán estaban en la plática, chateaban, revisaban sus redes sociales o qué?

No se trata de simplificar las cosas y pretextar que fue un lamentable y doloroso accidente. Alguien o algunos temían la responsabilidad del grupo en donde estaba Diego y si murió como murió, entonces alguien no estaba haciendo bien su trabajo.

Por eso, María del Socorro Ruiz Medellín, madre de Diego, ha exigido no solo que se de con la verdad a partir de una investigación rigurosa, sino que se sancione a los responsables.

Es claro: para ella, la Universidad Autónoma de San Luis Potosí tiene parte de la responsabilidad.

 Pagar gastos funerarios y dar el pésame con talante pesaroso no se acerca siquiera a algo suficiente.

Ese mismo viernes, el director del departamento de Deportes de la UASLP y los organizadores del camping anual debieron haber puesto su renuncia. No porque sean los responsables directos, sino simple y llanamente porque todos los niños inscritos en ese camping estaban bajo su observancia y responsabilidad.

O habrá alguna cláusula que indique: Si sus hijos nos acompañan a un Parque Acuático, recomiéndeles que se cuiden porque la UASLP no se hace responsable de lo que les pase.

La Universidad tiene responsabilidad en lo ocurrido y debería asumirla, de hecho, ya se le ha pasado una semana y no ha hecho otra cosa sino intentar proteger su averiada imagen.

Leer la entrevista que astrolabio digital publicó hace unos días con la madre de Diego es para causar indignación. Ha perdido a su hijo y de los responsables o no hay rastro o no se quiere ver las huellas, mientras que las autoridades de procuración de justicia, bien gracias, con la parsimonia y desinterés que les ha caracterizado.

 La Comisión Estatal de Derechos Humanos dio a entender que se revisará la probable responsabilidad de la UASLP. Ya se les va haciendo tarde, el caso ameritaba una intervención enérgica e inmediata.

La Comisión Ejecutivo para Atención de las Víctimas también anunció que intervendrá en el caso, solo esperemos que no se les olvide que están para ver a las víctimas ¿O pensaran que la UASLP es también víctima?

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