Caja Negra: La muerte por todos lados

Por Antonio González Vázquez

Mientras que el impertérrito gobernador Carreras no da muestra de que le preocupe en algo la ola de violencia que abraza a la entidad, la sacudida violenta de los últimos días ha ensombrecido de terror a la sociedad, de manera notable a la capital.

Ya sea en una colonia popular, en un baldío de una comunidad, en un rancho o ejido hasta llegar a los lugares más exclusivos, la violencia se hace presente y mantiene su cuota de cobro de vidas.

Los imperturbables Juan Manuel Carreras, Ricardo Gallardo y Gilberto Hernández Villafuerte hacen como si no sucediera nada. Los alcaldes de los municipios más violentos se dedican profusamente a la dádiva y dan cuerda al cuento del pan y circo, en tanto que crece, desenfrenado, el delito.

Don Lázaro vive en la calle de Leona Vicario en Soledad de Graciano Sánchez y dice que los ladrones  los tienen asolados y que por eso, se reunieron los vecinos para tomar medidas. La policía no ha hecho caso a las peticiones de apoyo y ya se cansaron.

“Ya nos pusimos de acuerdo, el que venga otra vez a robar, la verdad es que no se la va acabar”, dice al contar que en  la última vivienda que se metieron a robar los ladrones, tumbaron la puerta con un mazo.

Más adelante, en ese mismo municipio que gobiernan los del grupo de Gallardo, en la privada de Guerrero, los vecinos colgaron una manta para advertir a los ladrones que no van a tolerar un robo más y que si se atrevían, les costaría muy caro. La policía descolgó la manta, pero los vecinos están listos para atender como se debe a los delincuentes.

La historia que contó hace unos días Eduardo Delgado respecto de lo que hacen los vecinos del fraccionamiento Hacienda de Bravo, es también un relato del hartazgo de una sociedad que se sabe y se siente indefensa.

Ellos se protegen entre sí porque la autoridad no lo hace, ninguna autoridad de los tres niveles de gobierno les garantiza seguridad. La municipal que es la más próxima, incluso ha coptado y alineado al presidente de la Junta de Mejoras.

Gravísimo lo que sucede en ese lugar, pero es lo mismo que pasa en Soledad de Graciano Sánchez. También en distintos puntos de la capital es cada vez más frecuente ver los carteles y anuncios de vecinos que advierten a los delincuentes que no se atrevan a meterse con ellos pues no les irá nada bien.

Es todo tan desastroso, que ahora es ver como normal que en fraccionamientos privados y muy exclusivos donde viven funcionarios del gobierno estatal ocurran asesinatos en la calle. Cualquiera puede andar armado y puede matar a quien se le atraviese.

Este es el San Luis de hoy, el San Luis de la realidad presente, el estado sin gobierno firme y de alcaldes frívolos que se la pasan en la fiesta populista en vez de hacer lo que les corresponde hacer.

Han de creer que con Julión Álvarez y Paulina Rubio se tapan los hoyos de ineficiencia en el gobierno.

No es así, nunca será así, y tarde o temprano se cae el teatro.

 

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