CAJA NEGRA: Las dádivas de don Ricardo

 

Las “Ayudas Sociales” responden a la presunta labor filantrópica de autoridades que, con base en los recursos públicos, dan respuesta a las “sentidas demandas” de los que tienen poco o de plano, no tienen nada. Basta con pedir un “apoyo, una ayuda” para que la maquinaria institucional se ponga en funcionamiento y en primer lugar, dictamine si esa ayuda debe darse y si quien la solicita se la merece.

 

El gobernador da ayudas sociales a través de sus dependencias, pero especialmente desde la Secretaría General y desde el DIF, pero también desde la Secretaría de Desarrollo Social y Regional.

Todos podemos recordar que en su breve interinato como gobernador, el priísta Teófilo Torres Corzo traía un escolta que cargaba un abultado portafolio cargado de billetes; cuando alguien se acercaba a pedirle al gobernador “una ayudita”, del portafolio sacaba unos billetes y los entregaba en mano al pedigüeño. Obvia decir que a Torres Corzo lo buscaban a cada rato y hasta lo querían.

Dar ayudas es parte de los usos y costumbres más arraigadas en el sistema político mexicano y es algo que se sigue cultivando con entusiasta empeño. El gobernante considera que si ayuda a la gente con ayudas sociales, no solo estará gobernando bien sino que tendrá hordas de seguidores a su lado para cuando hagan falta.

Para liberar las ayudas sociales por parte del gobernador, los diputados o los alcaldes, hace falta solamente un acuerdo: yo te ayudo, tú me ayudas, así funciona siempre.

Eso lo tiene más que comprobado el alcalde Ricardo Gallardo Juárez, si por él fuera, se la pasaría todos los días, incluidos sábado, domingos y días de guardar, entregando despensas, para eso fue hecho.

De acuerdo con la organización Gestión Social y Cooperación, el gobierno federal cuenta con 115 programas públicos federales orientados a ayudar a la sociedad en estado vulnerable. La mayor parte están en la opacidad puesto que se desconoce a quienes se beneficia y tampoco se sabe bien a bien cuánto se gasta y si ese gasto se justifica.

 

Exactamente eso mismo hacen todos los gobernadores y todos los presidentes municipales que tienen el magnifico pretexto de “combatir la pobreza y la desigualdad”.

En la práctica eso no ocurre en esos términos, sino que se convierte en un fenómeno tendiente a la manipulación y al control social con fines políticos, de legitimación y por lo general, electorales.

 

Por ejemplo, en la pasada administración de Fernando Toranzo, la Auditoría Superior del Estado observaba las ayudas sociales en las Cuentas Públicas el ejercicio de recursos público por parte de la Secretaría General de Gobierno, pero no objetaba que se dieran sino que no se documentaban bien, así que solo pedía que se dijera a quien se daban las láminas, los blocks o las cobijas y asunto arreglado.

 

Todos lo hacen; lo hacía Fox, Calderón y Peña, pero también Carreras, Toranzo y Labastida y Gallardo y Mario. Todos dan ayudas sociales porque forma parte del ritual de gobernar para permanecer.

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