Por Antonio González Vázquez
El municipio de San Luis Potosí donde se privilegia como modo de gobernar el culto a la personalidad mediante la dádiva y las acciones populistas, la percepción de inseguridad creció en el último trimestre, de manera tal que la capital está entre las veinte ciudades más inseguras de toda la nación.
Cualquier acción del gobierno municipal, dígase las tortillas subsidiadas o la pinta de condominios y casas, los botellones de agua purificada, las pavimentaciones a retazos de calles y avenidas, no significa nada frente al problema más grave de la ciudad: la inseguridad.
El fracaso del alcalde Ricardo Gallardo Juárez en materia de seguridad pública y de modo especial, de la prevención del delito, ha sido un rotundo fracaso. Los resultados de la estrategia municipal (si es que existiera) son imperceptibles.
Lo único cierto es que los capitalinos sienten miedo en la ciudad, no se sienten seguros ni en su casa, ni tampoco en el trabajo y mucho menos en las calles y plazas públicas.
Los resultados de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana, junio 2017, del Instituto Nacional de Estadística Geografía e Informática son lapidarios para el ayuntamiento que dice que trabaja con “gallardía”.
La capital (que se empeñan en pintar de amarillo bajo el peregrino pretexto de que con ello se da trabajo a integrantes de pandillas y que con eso bajaría el delito) está entre las veinte ciudades donde los mexicanos se sienten más inseguros. Eso no es para enorgullecer a nadie sino más bien sería motivo de vergüenza para la administración municipal.
La Policía Preventiva Municipal tiene un nivel de aceptación del 37.3 por ciento, la peor calificada entre todas las corporaciones policiacas. La gente no solo no confía en esa policía (que debería ocuparse de prevenir el delito) sino que por lo general son víctimas de abusos.
No solo son ineficientes sino que incluso tienen el tema de la seguridad como algo de poca importancia, mientras el alcalde ande regalando cosas a la gente no hay de qué preocuparse. La estrategia municipal contra la delincuencia es cargar toda la responsabilidad al gobierno estatal.
Y lo peor, es que el gobierno de Juan Manuel Carreras es tan ineficiente como el de Gallardo en la delicada tarea de garantizar la seguridad a los potosinos.
Por eso, vamos de mal en peor.
Casi ocho de cada diez potosinos tienen miedo en la ciudad de la Gallardía.