Caja Negra: Mentir y Engañar

Por Antonio González Vázquez

Pocos políticos al pasar al plano del servicio público y convertirse, por la vía del voto, en “servidores públicos”, suelen ser congruentes. Cierran de manera abrupta el capítulo de la campaña y sepultan aquello que dijeron y no debieron decir, lo que prometieron y no debieron prometer.

Ya en el cargo, los políticos transformados en “servidores públicos” recuerdan la campaña solo como una anécdota “gloriosa” de la que seleccionan solo lo que les conviene.

Antes de asumir un cargo público, el político disfruta de la natural embriaguez que resulta de haber obtenido el voto mayoritario y luego entonces, como si continuase la campaña, se pone a decir lo que quiere en el escenario que sea.

Así, puede afirmar que abatirá la pobreza, que eliminará la desigualdad social, que generará miles y miles de empleos, que meterá a los delincuentes a la cárcel, que pavimentará todas las calles, que se bajará el sueldo, que se alumbrará hasta el último rincón de la ciudad, que acabará con el comercio ambulante y con la prostitución, que no habrá más menesterosos vagando por las calles.

Y también que será el gobierno más transparente de la historia, que a los que no tienen nada, en adelante les sobrará, que los siempre olvidados ahora estarán en primera fila y serán prioridad, que los recursos públicos se aplicarán con honestidad, que quien no trabaje por la ciudadanía se irá a su casa, que habrá austeridad y se evitarán los excesos y derroches, que el dinero público será para la gente; para cubrir sus necesidades.

Y también, que los corruptos no tendrán cabida en el gobierno, que todo lo que haga será pensando en el bienestar y felicidad de la gente, que les vamos a pintar sus casas y ya ustedes tendrán que barrer y regar la acera, que les vamos a dar despensas, cobijas, jitomates y todo lo que en justicia se merecen.

Y también, con mayor gravedad, que no nos temblará la mano para castigar a quienes, en el pasado, hubiesen hecho un manejo indebido de los recursos públicos, que no permitiremos que se lleven el patrimonio de los ciudadanos, que haremos justicia e iremos hasta sus últimas consecuencias, caiga quien caiga.

Y también, que vamos a revisar lo que está haciendo el alcalde saliente porque tenemos pruebas de que  está comprando al doble de lo que cuesta una banca para el jardín, que no está bien que compre lámparas al doble del precio y que se concesiones un servicio en perjuicio del municipio; eso no lo vamos a permitir. De ninguna manera, no lo vamos a permitir.

El problema de los políticos es que hablan demasiado y que las más de las veces, terminan incumpliendo lo que prometieron y faltando a la palabra que ofrecieron. Esa es la gran desgracia de nuestra democracia electoral: no necesariamente el que tiene más votos y gana es el mejor ni es lo que más que conviene a la sociedad.

Baste un ejemplo que tiene la misma visibilidad que el elefante haciendo equilibrio en la mesita de cetro de la sala: “lo dije públicamente y lo cumplo”, dijo el entonces alcalde electo de la capital, Ricardo Gallardo Juárez en referencia a la concesión del servicio de alumbrado público  Panavi.

Entonces, el edil electo sembraba sospechas y decía que no le temblaría la mano para denunciar al alcalde García Valdez por endeudar al municipio y adquirir un servicio al doble del precio normal.

En lugar de hacer lo que dijo, ya alcalde en funciones, modifica el contrato y le agrega poco más de 200 millones de pesos al contrato original.

Esa es la clase política potosina: dicen una cosa y hacen otra sin importar que puedan pasar por mentirosos.

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