Por Antonio González Vázquez
Hace ya tres semanas que el pleno del Congreso determinó el rechazo de los informes finales de cuenta pública 2016 presentados por la Auditoría Superior del Estado correspondientes a 113 instituciones públicas. Ese mismo día 29 de junio se anunció la reposición del procedimiento de auditoría del que hasta el momento no se sabe nada con certeza.
Ya pasaron tres semanas desde que esos informes fueron regresados a la Auditoría Superior que, se entiende, debió ya empezar a organizar el nuevo proceso de fiscalización.
Se dijo que se solicitaría información a la Auditoría Superior de la Federación para conocer despachos contables que vigilen a la ASE en el nuevo procedimiento, pero también se había dicho que las auditorías las realizaría un despacho externo y después se dijo que la misma ASE operará todo y que sus informes serán auditados.
Como sea, el hecho concreto es que no hay absolutamente nada, que el proceso de reposición de las auditorías es inexistente.
Y no solo eso, pasa el tiempo y tampoco se ve nada del proceso de selección del nuevo titular de la ASE.
Cinco semanas después de la renuncia de Jesús Martínez Loredo el Congreso del Estado y la Comisión de Vigilancia no han hecho el trabajo requerido para iniciar en lo inmediato la elección del auditor.
Esto resulta muy sospechoso. Ni nuevo auditor ni reposición de las auditorías. La estrategia de llevar todo al saco del olvido es tan notable como cínica.
Lo cierto es que la Auditoría ya sin el Contador Loredo no ha de cambiar mucho a menos que se inicie una limpia total y que como un edificio, se le demuela y luego se erija de nuevo ladrillo por ladrillo.
No se trata solo de los 14 presuntos mafiosos que estaban en los tiempos de Loredo sino que es necesario sopesar el hecho de que todo el engranaje de la auditoría opera basado en la corrupción.
Es muy simple, cuando Martínez Loredo se hizo cargo de la ASE en 2014, la primera revisión de cuentas municipales superó los 925 millones de pesos, pero ya para la evaluación de las 2015 y 2016, milagrosamente las observaciones financiera bajaron dramáticamente; 758 millones en 2015 y 536 millones en 2016.
La joya de la corona, por supuesto, ha sido la cuenta pública de San Luis Potosí, donde Ricardo Gallardo Juárez aparece como el mejor alcalde del mundo sin observaciones financieras.
Pues como no iba a ser limpio si ni siquiera lo auditaron en el grueso de los recursos federales que recibió.
Pese a que cada vez sale más lodo por el actuar de la ASE, los diputados muestran una enorme displicencia toda vez que no sabe cuando inician ni quién volverá a auditar a las 113 instituciones públicas fiscalizables.
Tras el rechazo de los informes, se dijo esto el 29 de junio:
“La Comisión de Vigilancia del Congreso del Estado, estableció que el objetivo de esta decisión es contribuir a la transparencia y en congruencia con los principios de legalidad, confiabilidad y transparencia en la revisión de las cuentas públicas de los 113 entes auditables de la entidad.
Con ello, se busca la transparencia y legitimidad a través de una revisión a fondo y de un nuevo análisis de los informes finales de las cuentas públicas presentadas por la Auditoría Superior del Estado.
La Comisión de Vigilancia reiteró que su compromiso es trabajar para garantizar con acciones la certeza de que todos los entes auditables serán revisados a fondo para evitar cualquier acto de corrupción”.
Como se puede ver, solo bla-bla-bla, no hechos.