Por: Antonio González.
Cuando se llevó a cabo el proceso legislativo para la designación de Manuela García Cázares como magistrada del Supremo Tribunal de Justicia se le relacionó con actos de nepotismo a través de su paso por el poder judicial. Esto por citar solo el caso más reciente sobre el tema, puesto que hay que decir que el nepotismo es parte consustancial del poder judicial del estado a través de los años.
El magistrado presidente del Supremo Tribunal de Justicia, Luis Fernando Gerardo González, no tuvo empacho en justificar la existencia de la práctica del nepotismo como si fuera algo para enorgullecerse.
Su hija Nadia Jacqueline Gerardo Cervantes está por ingresar al poder judicial igual que lo han hecho los hijos o hijas, esposas o esposos, hermanos o hermanas, primos o primas, tíos o tías, cuñados o cuñadas de magistrados y jueces. Eso en el poder judicial es normal. En eso se parecen mucho a la Universidad Autónoma de San Luis Potosí.
Lo que llama la atención es la candidez de la justificación del magistrado para que el poder judicial se llene de familiares de la alta burocracia: también los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación tienen hijos que son jueces”.
Genial, bravo por el magistrado presidente porque se burla de la sociedad impunemente al amparo de su toga y birrete. Falta poco para que herede su silla de presidente.
En San Luis Potosí la impunidad es del 98 por ciento, pero los magistrados tienen la potestad para hacer del poder judicial un club familiar donde lo que importa es garantizar el futuro de sus familiares en perjuicio de los que ellos llaman, justiciables.
Por eso la impartición de justicia está por los suelos, porque la Ciudad Judicial y los Juzgados están infestados de esa plaga que se conoce como nepotismo.
