Caja Negra: Rebelión de dignidad de una maestra que le dice no a la Gallardía

Por Antonio González Vázquez

Una maestra prohibió que los estudiantes ingresen a la escuela primaria Jorge Obispo con mochila y útiles escolares con los colores del Partido de la Revolución Democrática. La directora de ese plantel ubicado en Camino a San José del Barro tomó una decisión valiente.

El razonamiento para tal medida debió ser muy sencillo: las escuelas son para aprender y acceder al conocimiento, no para hacer propaganda ni para encumbrar a una persona.

La maestra Rocío Méndez López hizo lo que todos los directores de escuela deberían hacer, pero no se atreven: cerrar el paso a la promoción política disfrazada de filantropía desinteresada.

En una escuela, un maestro está para enseñar y para abrir las puertas al conocimiento, el maestro enseña también con su ejemplo y el de la maestra es un ejemplo de integridad.

Seguramente, si las mochilas no fueran amarillas, ni verdes, ni rojas, ni azules, ni anaranjadas y si no llevaran un pollo con el insultante lema de “pollitos a la escuela”, nadie diría nada. Y menos si en lugar del pollo llevara la imagen de Hidalgo, Juárez, Pavón o Zapata; así con ejemplos heroicos de ese tamaño hasta sería un orgullo llevar la mochila.

Y si las mochilas que se repartieron por decenas de miles en lugar del grosero lema gallardista tuviera inscrita la frase “tierra y libertad” o “el respeto al derecho ajeno es la paz”, otra cosa sería y entonces los niños empezarían a conocer el pensamiento de los grandes hombres que han construido México.

No lo sabemos en esta Caja, desconocemos qué llevó a la maestra Rocío a prohibir las mochilas amarillas y las libretas con la frase  “Pollitos a la escuela”, pero es de comprender que la debió mover un espíritu republicano y las más elementales reglas de la democracia.

Un maestro protestando, también está enseñando.

Si la caja de los colores no tuviera al pollo amarillo (representación simbólica de cualquiera de los Ricardos) y en vez de eso tuviera plasmada la bandera de México y en vez del logotipo del ayuntamiento, estuviera el escudo de armas de San Luis, nadie diría nada y hasta se aplaudiría el detalle.

Pero los políticos se sienten autorizados a hacer lo que sea aunque se trate de un exceso, lo que les importa es sacar provecho de todo y si se trata de lucrar con la sociedad en base a la sobada excusa de ayudar a los más pobres, qué mejor.

Si las instituciones electorales y los burócratas que las integran tuvieran los redaños de la maestra, otra cosa sería y ya habrían puesto un alto a la promoción personalizada con recursos públicos.

Como exclamaba en las calles el maestro Felipe de Jesús Cervantes Pérez al oponerse a los líderes charros y a la reforma educativa: maestro luchando, también está enseñando.

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