Caja Negra: Ricardo es la prioridad de Gallardo en el gasto municipal

 

Una sentida disculpa a nuestros lectores.

En la Caja del sábado se publicó un texto que afirmaba que por encima de todo, la prioridad en el ayuntamiento capitalino es atender bien a Sandra. No es cierto, nos equivocamos, la prioridad es comprar votos a la de ya y hacerlo sin contemplaciones ni avaricias.

La prioridad es entonces, el futuro político de Ricardo padre y Ricardo Hijo; la prioridad es comprar voluntades, disciplina, compromisos y lealtades, es por eso que en tres meses se han gastado 116 millones de pesos para “ayudas sociales” o lo que es lo mismo, para el cochinito electoral.

Guiado por la premisa marcelista de que “se gastará lo que se tenga que gastar”, el ayuntamiento capitalino se está gastando más de un millón de pesos diariamente para “ayudas sociales”, eufemismo burocrático utilizado para esconder el concepto real que es la compra de voluntades.

El potente reportaje publicado por el periodista Victoriano Martínez Guzmán dejará pasmado a quien lo lea: la dádiva como el más primitivo esquema de control de las masas desposeídas.

Funcionó en Soledad de Graciano Sánchez, de manera tal, que a la estirpe Gallardo se le ve como a una deidad. No es que en realidad les quieran, han pagado para que les quieran y prodiguen simpatías que al final se convierten en votos.

No hay mayor falta de respeto a un ciudadano que entregarle migajas a cambio de una militancia fantasma. Lo ha dicho por ejemplo, Andrés Manuel López Obrador en referencia a lo que hacen priístas, panistas y perredístas: no reciban frijoles con gorgojos, no vendan su dignidad.

Eso es lo que ocurre en San Luis Potosí, 116 millones de pesos en tres meses para levantar el andamiaje electoral 2018. Eso ocurre y el Consejo Estatal Electoral y de Participación Social no se da por enterado.

Dirán, es que no está en campaña, ni siquiera hay proceso electoral, ni es candidato ni tampoco precandidato y dirán que no hay problema, que siga repartiendo montones de dinero hasta que se conviertan en cientos de millones.

Algo ocurre en la sociedad, los partidos, los gobiernos, los entes fiscalizadores e incluso entre la prensa. Los diputados de la anterior legislatura se gastaron 20 millones de pesos en ayudas sociales en tres años y todos los crucificaban y tachaban de miserables y oportunistas por lucrar con las necesidades de la gente.

Ahora, en tres meses, Ricardo Gallardo Juárez lleva 116 millones de pesos y a él hay que colocarlo en un altar de lo bueno, re-que-te-bueno que es.

 

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