Por Antonio González Vázquez
En unos días más se cierra el 2017. Se desvanece un año funesto para todos. De nuevo, el crimen, la corrupción y la impunidad han imperado por encima de todo. En una semana, inicia 2018 y no hay razón alguna para esperar que esa triada de males vaya a desaparecer.
El rosario de males no posee las cuentas suficientes para recitar cada caso que ha sido una afrenta para la sociedad: la Ecuación Corrupta, los auditores delincuentes de cuello blanco, los diputados desvergonzados, los ediles compra voluntades con regalos adquiridos en procedencia dudosa, las licitaciones públicas en privado, las compras a los cuates mediante licitaciones restringidas, las obras de pésima calidad y altísimo precio, la obesa burocracia y todos sus privilegios en todo el estado, los ediles derrochadores, el eterno amiguismo, el compadrazgo que tiene copado al poder judicial convertido en club de Tobi desde sus salas hasta los juzgados.
Se está extinguiendo 2017, un año como tanto otros en los que nada cambia sino que todo empeora: unos cuantos, que se enriquecen y una mayoría sin acceso a mejores condiciones de vida. No hay gobiernos de calidad ni eficientes, los hay demagogos y manipuladores. Regalar a manos llenas es ahora sinónimo de grandeza política y de popularidad sin cortapisas. El populismo de rancho apoderándose de todo con la voracidad de una piraña.
Vivimos los últimos días del 2017 y la sangre no ha dejado de correr. Es el año más violento en mucho tiempo; el año con más muertos. Más de 700 homicidios es lo que deja 2017, pero 2018 puede ser peor, así que no nos tranquiliza para nada saber que el año está por terminar. Hay razones fundadas para entender que San Luis Potosí aún no ha tocado fondo.
Y la justicia, lejos, muy lejos de la sociedad y de las víctimas. Hemos estrenado leyes pensadas, redactas y aprobadas para combatir ese trío de males, pero lo cierto es que esos monstruos están intactos: corrupción, impunidad y violencia tienen a la sociedad en sus fauces.
En una semana estará naciendo un nuevo año, un año electoral, un año en el que los partidos políticos van a derrochar 133 millones de pesos en campañas para ganar el poder público y entonces, seguir haciendo de las suyas: robando, mal gobernando, abusando de todos, violando las leyes, violando los derechos humanos; en fin, se elegirá a los que luego se reirán de nosotros en nuestra propia cara, como por ejemplo, el clásico, regreso con la conciencia tranquila, tengo las manos limpias.
Pero no son solo esos 133 millones de pesos para el financiamiento de los partidos convertidos en maquinaria de atrocidades, sino también el que les llega mediante acuerdos oscuros y que no se contabiliza pero que sirve para comprar gente. Bueno, es que tenemos nuestros patrocinadores, nuestros amigos, dicen.
Año de sucesos fatales que solo dan pie al pesimismo y la desesperanza, como la desaparición forzada de personas y las decenas y decenas de crímenes contra mujeres, lo que apunta a una sociedad que continúa perdiendo valores y respeto. Como esa bestia que es presunto homicida de una niña de apenas 15 meses de nacida. Antonio, de 21 años de edad la mató a fuerza del violento trato a la menor y su pareja lo toleraba. Fue detenido, pero no hay seguridad de que vaya a la cárcel porque lo que manda en San Luis es la impunidad y el enorme desprestigio de una Procuraduría convertida por burocrático decreto en Fiscalía Carnal
De cualquier modo, se va 2017 y antes de eso, Astrolabio les presenta la doceava crónica de ejecutados del año. No es que seamos aguafiestas, pero esa es la realidad.