Por Antonio González Vázquez
El rector de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Manuel Fermín Villar aseguró que “estamos cerrando un año de logros”. Él no mencionó el mayor de tales logros, tal vez debido a su bien conocida modestia y humildad.
Y como el rector no lo dijo, en este espacio lo decimos, aunque más bien deberíamos decir que lo repetimos, pues dimos la noticia allá por el mes de abril. Este es el principal logro del rector en este 2017: El Ranking de las Mejores Universidades de México 2017, colocó a la UASLP que de modo tan eficiente dirige el rector Villar, en la posición número 22, lo que representó un dramático descenso en dicho Ranking de 2016 cuando ocupaba el lugar 13.
Los tres primeros lugares de ese Ranking a una distancia francamente inalcanzable para la UASLP, los ocupan por supuesto, la UNAM, el ITESM y el Politécnico Nacional.
Tal vez se le olvidó al rector ese dato al hacer mención, ante reporteros de la fuente universitaria, de los logros más relevantes del año que está por terminar.
Por cierto, el rector Villar le dijo también a los reporteros que “nuestro proyecto es que para 2023 la Universidad Autónoma de San Luis Potosí sea una universidad de clase mundial”.
Bueno, podemos acotar, para eso aun faltan unos años, pero por lo pronto, la UASLP está al nivel de la Universidad Autónoma de Morelos y de la Universidad Autónoma de Sinaloa, sus vecinas en el Ranking 2017.
Para mejor entender: la clase mundial está a un mundo de distancia.
Y el rector Villar dijo también sin ningún temor a equivocarse que la UASLP “está trabajando, haciendo bien las cosas, aunque nunca debemos estar conformes siempre tenemos que hacer más, generar mejores resultados”.
Pues tiene razón, si la institución continúa como en este 2017 que se extingue, para el 2018 estará cayendo a la posición 30.
Pero sin lugar a dudas eso es lo de menos, lo realmente importante, trascendente y relevante, es que su señora esposa pagó el boleto a Japón y poder acompañarlo en la III Cumbre de Rectores (y esposas) México-Japón.
“Mi señora acudió con sus propios recursos y no pueden cuestionarla”, dijo de modo por demás categórico, tajante, concluyente y contundente.
Faltaba más: Soy el Rector ¡Y qué!