Calles tranquilas

Por Leonel Serrato Sánchez

El tema de la inseguridad pública tiene todas las aristas que Usted quiera, pero no me dejará mentir cuando afirmo que la verdadera inseguridad es la que Usted y yo sentimos, por más que se diga lo contrario, o nos muestren cifras y estadísticas; la inseguridad es una percepción, y desde luego la realidad es tremendamente terca, imposible de engañar, por algo 7 de cada 10 personas nos sentimos inseguros en San Luis Potosí.

Si las cifras que publicita el gobierno –municipal, estatal o federal– indican que la criminalidad ha descendido, encontraremos que esos números tienen trampas, porque seguramente se refieren a los crímenes denunciados, no a los cometidos.

Si las cifras indican que las policías están desarrollando una estrategia realmente efectiva, nos daremos pronto cuenta que están mintiendo, por una sencilla razón, todos sabemos diariamente de ilícitos que se comenten en agravio de vecinos, familiares, conocidos y uno mismo, y que muchas veces las policías no tienen la capacidad para evitarlos o reprenderlos, no porque no quieran, sino porque no pueden.

Pero no hay cifra que pueda imponerse a la realidad, que desde luego por ser verdad es aún más reveladora, la de la impunidad.

Cuando se comete un crimen, se persigue y se castiga, el Estado habrá hecho valer la razón de su existencia, aún cuando todo ese proceso lleve cierto tiempo. Cuando se cometen delitos, y aún cuando se persigan, pero no se castigan, el Estado ha fracasado en su primordial razón de existir.

Sí puede ser el caso que haya ilícitos que se persigan por las autoridades, pero no alcancen castigos, y eso se puede deber a que no haya ley que los sancione, o no haya jueces que impongan los castigos.

Más grave aún es cuando tienen lugar los hechos y actos que dañan a la sociedad y tales no se persiguen, con lo que desde luego tampoco se castigarán, como no sea mediante la venganza privada de los afectados.

Esta última expresión, la de los crímenes que ni siquiera se persiguen, es la que nos coloca ante un Estado fallido, inservible y estorboso, no importa lo que digan los funcionarios públicos, las cifras que les gusta maquillar y exhibir y las gráficas de sus esfuerzos, la realidad se impone y les tilda de mentirosos, además de ser ya inútiles.

¿Pero qué ocurre cuando, a pesar de que ha quedado demostrado que la función pública de garantizar la seguridad de las personas no funciona, los funcionarios y empleados públicos afirman lo contrario?

Obviamente Usted y yo pensaríamos que es una vil mentira, y desde luego que quien dijera eso sería un mentiroso.

Recientemente nuestra capital y la zona conurbada de Soledad de Graciano Sánchez han estado bajo fuego criminal sin tregua y sin medida, las peores expresiones del crimen están ocurriendo diariamente, y no parecen reducirse, mucho menos detenerse, por el contrario, los ilícitos se incrementan y también la crueldad y villanía con que se cometen.

Son muchas las voces que se elevan hoy, desde los propios actores políticos hasta los jerarcas eclesiásticos, y desde luego el vigilante siempre atento que son los medios de comunicación, hoy muy extendidos por la existencia de las llamadas “redes sociales”, que no sólo denuncian los actos dañinos, sino que además determinan el cómo la autoridad ha sido rebasada casi absolutamente.

Las críticas hacia las policías, los ministerios públicos y los jueces son cosa de todos los días, pero tales instituciones, sea por incompetencia de sus responsables, por abulia o por complicidad con los delincuentes, no parecen darse cuenta, ni inmutarse, y lo peor, activarse para revertir el baño de sangre en el que vivimos.

Ante las críticas, los responsables en los gobiernos han respondido de todos los modos posibles, desde diciendo que el trabajo está rindiendo lentamente frutos, hasta que son mentiras las denuncias ciudadanas, y ocultando toda la información.

Hasta ahora las respuestas parecen ser expresiones con las que pretenden justificarse las autoridades, y salvo la rudeza emocional de sentirse uno engañado, no traían más repercusiones, hasta que el Gobernador del Estado, Juan Manuel Carreras López, decidió atajar el asunto de los más de mil asesinados violentamente durante su sexenio, los miles de robos y asaltos, y las decenas de miles de personas extorsionadas, lastimadas y atemorizadas por los delincuentes, con una frase infame.

Pocas, poquísimas veces, Juan Manuel Carreras López había hablado sobre la inseguridad, dejando en manos de su anciano secretario de seguridad pública la responsabilidad de mentirnos; incluso cuando perdió credibilidad el místico exmilitar se instituyó a un vocero, que por su desempeño en otras tareas, y durante otros gobiernos, nunca ha tenido la más mínima posibilidad de pasar por creíble.

Fue entonces que Juan Manuel Carreras López decidió insultar a la inteligencia de todas y todos los potosinos, aunque fiel a su ganada fama de hombre decente, no mintió, sólo se regodeó y nos pendejeó a todos, pero no lo hizo de mala fe, ni a sabiendas.

Dijo el exdirector de la Comisión para la Regularización de la Tenencia de la Tierra CORETT durante el gobierno de Felipe el Inolvidable Asesino Calderón, que él camina muy tranquilo por las calles de la ciudad, ello frente a las preguntas de si la gente podía andar tranquila en medio de la tremenda ola de violencia criminal.

Desde luego que Juan Manuel Carreras López camina muy tranquilo por las calles de donde sea, porque lo hace rodeado de guaruras, envuelto en una burbuja de sonrisas y listones por cortar.

Es obvio que Juan Manuel Carreras camina muy tranquilo por San Luis Potosí, él se refirió a su realidad, a la vida de “selfies” que le toca vivir a costillas de nuestros impuestos, y no podemos culparlo de no conocer otra.

No se está haciendo tonto, y en un principio no quiso vernos la cara de estúpidos quejicas a todos, sólo habló de lo que él vive, como cuando la reina María Antonieta de Francia afirmó que si el pueblo no tenía pan, que comiera pasteles, frase que incluso nadie se atrevería a asegurar que efectivamente la esposa de Luis XVI la pronunció; malas noticias, Juan Manuel Carreras López sí dijo lo que dijo, y no mentía.

Temario

Inicia el proceso electoral. Dios nos agarre confesados.

Leonel Serrato Sánchez

unpuebloquieto@gmail.com

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