¿Candidato o alcalde?

Óscar G. Chávez

Circula en redes sociales un breve video en el que se muestra un berrinchito (porque resultó pequeño por breve) del alcalde-candidato o candidato-alcalde, quien durante un acto de campaña protagonizó un intercambio verbal contra un grupo de ciudadanos que le reclamaban la falta de acción ante la escasez  de agua. Era tan previsible, como válido, que fuera increpado como alcalde, como candidato y, de la misma manera, que respondiera molesto como alcalde y como candidato.

Enrique Galindo y ningún alcalde que busque la reelección están obligados a pedir licencia; por más que el secretario general de Gobierno invoque temas de ética y moral, la ley electoral es clara en ese sentido. Sin embargo es una realidad que los cargos no pueden separase de los candidatos, con todo y que estos afirmen que las campañas las harán exclusivamente fuera de horario laboral; aunque bien a bien uno pensaría que esos cargos son de 24 horas. Nadie imaginaría a un alcalde diciendo que lo es sólo de ocho de la mañana a tres de la tarde.

Más allá de lo ético y al margen de los horarios, era previsible que esto iba a ocurrir, no las pataletas sino las imprecaciones, y no porque sea un hombre odiado, ya que aunque tiene sus malquerientes su conchudez y socarronería habituales le permiten sobrellevarlos, sino por la cantidad de numeritos por catálogo que le podían armar sus enemigos políticos. Pero decidió correr el riesgo.

Con todo y los muchos defectos y, sus muy ineficientes colaboradores (en algo se tenía que parecer al gobernador) en lo últimos días ha realizado una serie de actividades en beneficio de la ciudad y la ciudadanía que aunque parecieran de campaña seguro no lo son; otras, como las encuestas de tipo propagandístico, encaminadas a posicionar su imagen queda claro que son completamente  propagandísticas.

Entre las primeras destacan la próxima puesta en marcha del Festival San Luis en Primavera, encomendado como la totalidad de las actividades culturales del municipio a un verdadero especialista en el tema, la promoción de cursos de manejo frente a la absurda decisión estatal de vender cartas compromiso al mejor postor (sin importar si saben manejar o no), o el rearbolado en el centro histórico, concretamente la calle Álvaro Obregón, en la que fueron plantados nuevos árboles de magnolias en jardineras ya vacías. Encomiable sería que se le diera continuidad y vigilara permanentemente la conservación de los árboles.

De la promoción personal concreta o encubierta ni que decir, porque Galindo, al igual que Xavier Nava mucho la practican. El tema da para mucho, no sólo para especulaciones o artículos de opinión, sino también para profundas investigaciones periodísticas mediante las que sería conveniente no sólo revisar los gastos en propaganda sino seguir de manera detallada las cuentas públicas en este periodo de actividad electoral. Aclaro, no sólo en el caso del ayuntamiento de la capital, sino también en el de gobierno del estado, particularmente a través de los programas sociales.

Muy posiblemente este tipo actos, y no me refiero a los de campaña, sino a las protestas en los actos de campaña electoral, se vuelvan más recurrentes sin perder de vista que no todos, desestimando el legítimo sentir ciudadano, pueden ser señalados como actos orquestados desde el palacio grande, muchos de éstos tendrán un origen real: la inconformidad ciudadana ante las mediocres acciones de la administración municipal.                                

Pero también iniciará una andanada de propaganda negra que si (Galindo y todo su equipo mercadotécnico, que lo ofrece como producto milagro) no la saben combatir  adecuada y estratégicamente es muy probable que sí logre menoscabar su ya de por sí deteriorada imagen.  El que se enoja pierde. 

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

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