Carlos Rubio
No es poca cosa decir que un recinto cobró dos vidas, mucho menos si tomamos en cuenta que la existencia de ese lugar se pudo haber evitado, al no haber sido una obra prioritaria para la ciudadanía. La Arena Potosí es, desde la concepción de la idea, un capricho bastante costoso, no solo por la exorbitante cantidad de dinero invertido, sino por las dos muertes que ahí han ocurrido y por lo poco redituable que electoralmente le será al gobernador.
Desde el 2018, la forma de gobernar en México cambió rotundamente. Hoy en día es complicado que alguien acepte la construcción de una Estela de Luz.
Sería impensable escuchar a alguien informar sobre la compra de un avión de 217 millones de dólares.
Lo que antes solo era visto como una obra más del gobierno, hoy se toma como lo que es: un desperdicio de dinero.
Eso sí es un logro del expresidente. Nunca antes como ahora, la sociedad está tan al pendiente de en qué se invierte el dinero y qué reformas son aprobadas en el Congreso de la Unión.
Los tiempos cambiaron y la sociedad no es la misma.
Excepto en San Luis Potosí.
La desconexión entre la política de austeridad que pregona el morenismo y el desperdicio de recursos en el gobierno Verde Ecologista de Gallardo Cardona es bastante notoria y marca una clara diferencia de ideologías por la que ambas corrientes suelen chocar en el estado potosino.
Sería impensable que hoy la presidenta Claudia Sheinbaum comenzara la construcción de un recinto dedicado a la fiesta y el espectáculo, por un costo de más de 600 millones de pesos.
Son esta y otras razones por las que el líder del gallardismo y la presidenta no terminan ni terminarán de encajar nunca, y entre sus bases siempre habrá posibilidad de choque.
La situación que hoy cobija a San Luis Potosí no es favorecedora. Una obra como la de la Arena Potosí debería de traer prosperidad a sus alrededores. Si bien podría generar plusvalía, no es suficiente si se tienen colonias sin agua y calles en mal estado.
El contraste entre el interior del recinto y lo que se vive a su exterior es bastante claro y hasta insultante.
Cómo se le explica a una familia que el gobierno es capaz de construir tal monstruosidad a unas cuadras de su casa, pero que no puede llevarle agua para bañarse y lavar la ropa.
No se puede.
La construcción utiliza una gran cantidad de agua para erigir cualquier pared de una casa.
¿Cuántas pipas se utilizaron para acarrear agua hasta la Arena Potosí?
O, mejor dicho, ¿habrá escasez de agua en la Arena Potosí? ¿O aquí el servicio está garantizado?
¿Cuánta agua de la red absorbe un recinto como este?
¿Qué tan cómplice termina siendo el Interapas al ser el organismo encargado del suministro de agua?
Muchas preguntas para un gobierno tan opaco como este.
Podrán llegar los Tigres del Norte, Luis Miguel y mil artistas más a la Feria Nacional Potosina, pero las arcas del estado atraviesan un gran problema económico y la seguridad sigue siendo un punto débil de este gobierno, que no ha podido cesar los homicidios.
Al final de cuentas, los errores cobran factura y bastante caro, de eso se dio cuenta la hoy oposición muy tarde.
Quién sabe cuánto tiempo le tome al gallardismo percatarse de que el pan y circo no son suficientes, de vez en cuando hay que poner los pies en la tierra y aterrizarse a las necesidades de la población.
Una pista: ni la Arena Potosí ni los puentes atirantados ni los artistas de la Fenapo, son necesidades de la población.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Actualmente es jefe de información de Astrolabio Diario Digital, con interés y experiencia en Transparencia y el Derecho de Acceso a la Información Pública. Formó parte de la tercera generación del MásterLab en edición de investigaciones organizado por Quinto Elemento Lab.