¿Carbón en el zapato?

Óscar G. Chávez

Cada vez parece más lejana la posibilidad de que el actual alcalde de la capital, el maestro Enrique Galindo Ceballos, se convierta en candidato de unidad de los partidos de oposición para la alcaldía de la capital. La cosa es sencilla, no hay unidad dentro de los propios partidos y el candidato a la reelección ya no es santo de la devoción de muchos.

Se veía venir, se lo dijeron hasta el cansancio propios y extraños pero, doctorado en socarronería y arrogancia, decidió irse por la libre y no escuchar otra voz que no fuera la de él y la de algunos de sus serviles allegados. Las demás no le importaron y los demás tampoco; el formidable mito del súper policía, la promoción de su persona y su ciclista estelar fueron su apuesta; hoy nada de eso le alcanza.

Un poco ocioso resultaría una recapitulación de cada uno de los yerros políticos, que no de acciones públicas, cometidos en lo que va de su gestión, ya que son conocidas y sabidas por una gran mayoría y fueron precisamente aquellos los que comenzaron a cerrarle las puertas a una candidatura impulsada por su partido y por Acción Nacional. Las puertas se le han comenzado a cerrar.

Tampoco se puede hablar de un repudio generalizado ni de una imposibilidad absoluta, pero de que le va a costar, le va a costar y no sólo en centavitos sino también en compromisos; la cosa es que se los acepten y que, ahora sí, él esté dispuesto a cumplir. Recordemos que el problema medular del alcalde fue el (dicho de una manera sencilla) no haber tenido la honorabilidad para cumplir con los compromisos adquiridos con los panistas al momento de, gracias a Octavio Pedroza, ser propuesto como candidato de la Alianza opositora.

Si bien y dentro de lo que cabe no ha sido tan malo como alcalde, que los ha habido peores, en este momento eso resulta intrascendente, la evaluación pública se decide en las urnas; ahora lo que importa es el beneplácito de los comités estatales de los dos partidos. Pero si en uno, el propio, el comité está integrado en su mayor parte por incondicionales de la presidenta estatal, que no lo quiere nadita, y en el otro con toda seguridad sólo tiene el voto de Octavio Pedroza, quien al parecer, en recuerdo de antiguos amoríos, ya perdonó su ingratitud.

Tampoco es un secreto que cuenta con el apoyo de la dirigente y los votos que trae con ella, pero, por un lado, no le sirven de mucho y, por el otro, un “tate quieta” de última hora seguro la disciplina; no olvidemos que la posibilidad de una senaduría la trae muy alborotada. Hay otro detalle que casi nadie considera, su principal opositor en la búsqueda de la candidatura, también tiene cierto capitalito político no despreciable y guarda un as no sé si bajo la manga, en la bolsa o entre las hojas de los libros que tanto presume en redes sociales y que seguramente será lo que acabe definiendo todo: su amistad con el casi virtual ganador como candidato por la jefatura de gobierno de la Ciudad de México.

Pero además, está también la presión de los propios panistas quienes es lógico que se las quieren cobrar a como dé lugar y urgen a que sea un panista el abanderado del partido y de la alianza, quien contienda por la alcaldía de la capital. No había mencionado hasta ahora a Xavier Azuara, no por restarle importancia sino porque son pocos los votos que en este momento lo respaldan y porque, pragmático al fin, sabrá sacar provecho de lo que decidan las mayorías, con todo y que no sea la candidatura de su hermano.    

También hay otro factor del que nadie habla y no por inocentes o porque no lo perciben, sino porque prefieren ignorarlo y hacer de cuenta que no existe; me refiero a las presiones, divisiones y negociaciones generadas y provocadas por el gobernador, para quien Galindo es un opositor real (quizá el único, hay que reconocerlo) que no conviene mantener en la alcaldía y para quien, también, resulta fácil negociar con la oposición a modo que es el panismo. Al PRI ni se le menciona porque es seguro que ya hubo arreglo.

SI no es en el PAN, ni en el PRI, ni en el palacio grande, es entonces muy posible que sean los Reyes Magos quienes decidan si dejan en el zapatito de Galindo su candidatura o un trozo de carbón. 

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.                                    

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