Video | Carlos Hauptvogel: llegó un momento en que Alejandro Lora y yo nos odiábamos

El fundador del Three Souls in my Mind recuerda los orígenes del rock en México, Avándaro, los hoyos fonquis y su desencanto con la música actual.

José de Jesús Ortiz Báes

Fue fundador de una de las bandas legendarias del rock en México, que desde la contracultura y la onda sintetizó como pocas la rebeldía de una época. Participó en Avándaro y pudo resistir a la etapa de censura que sobrevino a la música de rock después de aquel festival, reducida a zonas proletarias en espacios marginales conocidos como hoyos fonquis. En su ya larga trayectoria, tuvo la oportunidad de tocar con Chuck Berry en 1973 y alternar con el viejo Creedence Clearwater Revival, entre otros músicos.

De 73 años, Carlos Hauptvogel, baterista y fundador del Three Souls in my Mind, tiene más de seis décadas de andanzas, desde aquellos años remotos en que aprendió a tocar la batería cuando aún era niño. Afirma que a los 11 años su padre —un alemán que vino a México en los años 40´s— le compró su primera batería la cual conserva como un tesoro irrepetible.

Preciso en su memoria, recuerda a Avándaro como una fiesta de paz y amor, un episodio fundamental en su trayectoria. “Fue una fiestota, de más de 300 mil personas… tú te metías entre la gente y te ofrecían un taco o un toque”, dice.

Sus recuerdos de los años previos a la fundación del Three Souls siguen intactos, así como la etapa posterior a la división del grupo en 1984 cuando se da la ruptura con Alejandro Lora y se dio un conflicto personal y legal, básicamente por la autoría de las canciones. “Éramos uña y mugre, nos queríamos un chingo, para mí Alejandro era mi hermano chiquito”. Sin ambages, afirma que la causa de dicha ruptura fue la injerencia de Celia García, Chela Lora, en el manejo del grupo. No guarda adjetivos para definirla. “Me hizo la vida imposible y llegó un momento en que Alejandro y yo nos odiábamos”.

Ahora vive en la capital potosina, a donde llegó por cuestiones familiares durante la etapa de confinamiento por la pandemia de covid. Recuerda que fue justamente en San Luis Potosí, en Ciudad Valles, el primer lugar fuera de la Ciudad de México donde se presentó el Three Soulsen el ya distante 1969.

Hauptvogel sigue en el rockanrol y suele presentarse aún en conciertos efectuados en diversas partes del país, “cuando te subes al escenario es algo mágico, es una droga, es algo muy inexplicable”, señala. Un viernes por la tarde, en su domicilio, cerca del barrio de Tlaxcala, se da tiempo para recuperar recuerdos de la memoria. Hiperactivo y divertido, cuenta anécdotas a borbotones producto de su ya dilatada trayectoria musical.

Los inicios

Antes de fundar el Three Souls —un grupo que sin regateos ocupa un lugar principal como precursor del rock en español cuando el canon de la época imponía cantar en inglés— fueron diversos los proyectos musicales en los que Carlos Hauptvogel se involucró, alentado por su propio contexto familiar.

“Mi papá tocaba violín y armónica, prácticamente me enseñó a tocar armónica, aunque creo que más que me enseñó me impulsó porque cada Navidad, aunque no se lo pidiera me regalaba una armónica. Siempre le pedía una batería, desde los cuatro o cinco años, y él me compraba unos tamborcitos del Príncipe valiente que me duraban media hora. A los 11 años por fin me compró mi primera batería (las primeras tres baterías las conservo) que está aquí guardada, me la compró en Casa Veerkamp en 1962”.

Agrega: “Ya comprándome mi papá esa batería hago mi primer grupo, ahí en Puerto México 51, en la casa de mi papá en la Colonia Roma Sur, pues a la vuelta de donde yo vivía había un chavo, René Pacheco, que tenía su guitarra y su ampli. Esa fue mi primera forma de juntarme con alguien y tratar de tocar, no de hacer música. Tenía once años y René debió haber tenido los mismos, 11 o 12 años”.

Astrolabio: ¿Era un entorno de clases medias?

Carlos Hauptvogel: Sí. Yo hice varios grupos en la Roma Sur y tocábamos para los 15 años de la muchacha de cuadra, la onda era tocar, no era páguenme por tocar; entonces, primero, pues fue con los vecinos, luego ya en la kermés de una escuela, luego en la fiesta de la parroquia… cuando a mí me llaman de la Colonia Del Valle a un grupo, los Avengers, para tocar con ellos, tocaban puros covers, pero tenían mucha chamba en los colegios de las “niñas bien” y las fiestas del Pedregal, ¡eso era el rock and roll, en ese entonces!, no existían los hoyos fonquis, ni nada, eran los cafés cantantes o las fiestas particulares y ahí me desarrollé yo. En los Avengers metí a Alejandro Lora, les dije: “yo ya me voy porque este cuate de la guitarra no toca nada, aparte está sordo y aparte es bien mamón. Pero me dicen que no me vaya”.

—Bueno entonces que se vaya él.

—Pero ¿quién va a tocar la guitarra?

—Yo tengo un güey­—, les dije.  Ahí fue cuando jalo a Alejandro como guitarra de acompañante, tocaba menos mal que el otro. De ahí, luego, él me dice: “¿Oye, por qué no hacemos nuestro propio grupo?”, pues estaría a toda madre, ¿pero tú y yo solos o qué?, porque aquí mal que bien parece estudiantina, son músicos, aunque muy malos, pero tienen chamba. Me dice que Carlos Alcérreca tocaba el bajo, los tres éramos del Colegio Fray Juan de Zumárraga (yo del Colegio Alemán fui a parar al Fray Juan) y ahí fue donde conocí a Alejandro. Fue cuando comenzamos a tocar, todavía no éramos Three Souls in my Mind, te estoy hablando de 1965 más o menos.

 “Del ´65 al ´68 hicimos varios proyectos, tocábamos covers, yo tenía la visión de los Avengersde dónde había que tocar, pues en las fiestas de las niñas ricas, las niñas de colegios acá, le buscamos y sí pegamos. Al inicio tocábamos rolas muy fresas, lo fresa de lo fresa. Todo mundo tocaba Beatles, Deep Purple y Doors, y nosotros no, nos fuimos hacia los Who, Stones, los Kings, Animals y ya más pesado Blue Cheer, Creamsy Hendrix ya más pesadón. Empezamos a escuchar otro tipo de música, éramos un grupo especial tanto que cuando empezamos ya como Three Souls, en 1968 tocábamos puros covers que los demás no tocaban”.

A: ¿Era mucha influencia de grupos ingleses?

CH: Muchísima, más que de grupos gringos, aunque también después, ya no te digo cuando descubrimos el soul y más adelante el blues, ahí fue cuando me reventó el coco y hasta la fecha. Aquí tengo discos firmados por Muddy Waters, por Willie Dixon, los conocí personalmente, tuve la oportunidad de tocar con Chuck Berry cuando estuvo en México en el Teatro Ferrocarrilero en 1973; de palomear con Creedence Clearwater Revival, alternar con gente de buen nivel.

A: Como Three Souls debutan un 12 de octubre de 1968, el mismo día en que se inauguran los Juegos Olímpicos de México ´68 y 10 días después de la matanza en Tlatelolco, ¿qué es lo que más recuerdas de aquella época?

CH: Se sentían las impresiones muy fuertes, política y socialmente por lo que estaba sucediendo, por lo que sucedió Tlatelolco, por las huelgas y manifestaciones estudiantiles anteriores. Aunque yo estaba en secundaria, sabíamos que las prepas y en la UNAM ya había un descontento popular. Lo vivimos, lo sentimos y bueno. Tuvimos la suerte de debutar el 12 octubre de 1968 en una fiesta particular en la Colonia Del Valle en casa de la familia Bay Orantes que eran íntimos amigos del presidente saliente; Javier Bay se volvió nuestro representante y él a la semana (de ese primer concierto) nos consiguió que estuviéramos en Pista de Hielo Insurgentes, todo fue rapidísimo.  En febrero de 1969 nuestra primera gira fue aquí a Ciudad Valles, San Luis Potosí

A: En el documental Una Larga Experiencia de rockanlorero (1982), de Sergio García Michel, mencionas que el Three Souls surgió casi como un juego, en la escuela, y se creó con la idea de emular a grupos de la época ¿en qué momento te das cuenta o asumes que ese juego será una actividad profesional, de por vida?

CH: Pues me doy cuenta después de que nos formamos ya como Three Souls y tenemos la oportunidad de entrar a la Pista de Hielo Insurgentes que era una vitrina tremenda en la Ciudad de México, había tres tarimas y tocaban todos los grupos que en ese momento estaban en la escena del rock mexicano. Yo patinaba y los oía, pero nunca imaginé estar ahí en unos meses. Nos consiguieron que entráramos a Pista de Hielo y de ahí nosotros también fuimos parte de las tocadas, al nivel de Dug Dug´s, Javier Bátiz, de Tequila, de Los Esclavos, había otros grupos como Flying Karpets, Pop Music Team, la Tinta Blanca. Todo se dio porque se tenía que dar, ya estábamos a ese nivel: de ser grupitos de fiestecitas acá, a estar al nivel de los grupos que estaban en el top en esa época.

Avándaro, una fiesta de paz y amor

El Festival de Rock y Ruedas realizado en Avándaro en septiembre de 1971 fue un momento fundacional en la historia del rock hecho en México, el Woodstock mexicano. Un evento que congregó a cientos de miles de jóvenes con los ojos luminosos, jipitecas y rockanroleros, en una fiesta de amor y paz y psicodelia realizada tres meses después de la matanza del Jueves de Corpus en las calles de la Ciudad de México.

Recuerda a Avándaro justamente como eso: una fiesta que transcurrió en armonía, sin enfrentamientos, en la que participaron más de 300 mil personas reunidas por la música en una enorme manifestación contracultural. Luego vendría la satanización a la música de rock y una etapa de censura que se mantuvo durante más de una década.

 “Avándaro fue lo que nos lanzó, lo que nos dio a conocer con la banda. Tuvimos la suerte de que alguien nos recomendara para que al coordinador de los grupos que fue Armando Molina (que en paz descanse) le dijeran ‘oye lleva al Three Souls’. No supimos quién nos recomendó, aunque yo presiento, y toda mi vida he estado casi seguro, que fue Luis de Llano. En 1972 en el primer programa que produjo y salió al aire, Alta Tensión, al primer grupo que invitó fue al Three Souls, como que Luis ya nos había oído en alguna de esas fiestas a las que íbamos a tocar. Creo que le gustó el grupo porque alguien nos recomendó y le dijo a Armando Molina ‘oye, quiero que dentro de los grupos invites al Three Souls y punto’…yo cuando vi tanta gente, el Ejército y la policía del Estado de México pensé que eso era un cuatro. Teníamos miedo, tres meses atrás había sido el halconazo y había estado muy fuerte desde Tlatelolco. Sabíamos que había represión en las prepas, en las facultades, yo tenía miedo de muchas cosas, pero no: ni nos agarraron, ni nos golpearon, ni nos encapsularon, ni nada. Sí hubo halcones mandados por el gobierno”.

A: ¿Como provocadores?

CH: Eran provocadores de Gobernación que los mandaron los halcones, pero no llegaron a romper la armonía que había, ganó más el peace and love y el gusto por la música. Fue una fiesta, una fiestota de tres días…yo no vi broncas, no vi sangre, los que querían fumaban y tomaban lo quisieran o se metían lo que quisieran, en esa época estaban muy de moda los hongos, el peyote, el LSD. La gente convivió en paz, tú te metías entre la gente y te ofrecían un taco o un toque. Todo mundo compartía lo que traía, estuvo padrísimo”.

A: Luego del festival, la portada de la revista Alarma de aquella época publicó: “El infierno en Avándaro. Encueramiento, mariguaniza, degenere sexual…”. ¿Ahí empieza el linchamiento de la música de rock?

CH: Pues con eso, con la gente estúpida que le hacía caso a ese tipo de revistas, amarillistas sensacionalistas. O sea, era el morbo. Igual Zabludovsky al día siguiente…eso hace mucho daño, porque la sociedad se va con la finta de lo que dijo Televisa, con lo que dijo Zabludovsky y lo que dijeron esos periódicos estúpidos. No hubo una sola bronca, era una convivencia de paz y amor.

A: A pesar de que había cerca de 300 mil personas reunidas.

CH: Nadie sabe, era un mar de gente, a mí me pregunta como cuánta gente había y muchos dicen como 200 mil, pero no, no, pudieron ser 400 mil o más, era un mar de gente, desde arriba del escenario hasta donde te daban la vista había gente, así como en el mar, hasta donde se acaba se veía gente…de un lado estaban los niños bien con sus campers, acampando; del otro estaba la banda, que en lugar de casas de campaña colgaban un plástico, un costal o lo que fuera, ahí eran sus casas de campaña. Así se hizo el festival de Avándaro.

A: ¿Cómo explicas la censura o prohibición después de Avándaro que se da desde el gobierno a un fenómeno contracultural como la música de rock?

CH: Pues hubo una censura en cuanto a que se sentía la represión, pero a Three Souls in my Mind nos hicieron un bien: al haber esa represión surgieron los hoyos fonquis. Lo que sí hicieron fue quitar los cafés cantantes, ya no había música en Pista de Hielo Insurgentes, quisieron acabar con el rockanrol, pero no pudieron, al contrario. Hubo un resurgimiento de una nueva forma de expresar el ronckarol, incluso nuestros dos primeros discos fueron en inglés y el tercero ya fue en español porque tuvimos que comunicarnos con la banda y surgieron los hoyos fonquis, nosotros fuimos los inauguradores del primer hoyo que se llamó El oro negro, que era una bodega de carbón, que estaba a la vuelta del Hospital de La Raza, sacaron el carbón, pero todo estaba lleno de carbón, las paredes, ese fue el primero.  Surgió un fenómeno social cultural y económico, en menos de un mes ya había 10 o 15 hoyos fonquis, empezaron a surgir en todos lados.

A: ¿De estar en espacios de clases medias como los cafés cantantes, el rock se vuelve más subterráneo?

CH: Completamente, más clase baja, media-baja, como consecuencia de esa represión posterior a Avándaro, porque el gobierno sí acabó con los cafés cantantes, no daban permisos para conciertos masivos y acabaron con los lugares grandes como Pista de Hielo Insurgentes. Entonces surgió en lo clandestino, surgieron las fiestas en los frontones, en la Del Valle, en la Narvarte, pero ya eran clandestinas o ya sabes, por ahí una feria al de la patrulla.

Puntualiza: “Todo el mundo habla que la represión, la censura, y a lo mejor a muchos otros no les fue bien, pero a nosotros nos fue muy bien, la represión hizo que Three Souls  estuviera en el huracán, pero siempre presente y nos mandaban llamar del Poli, de las prepas y de las facultades”.

A: Las letras, las temáticas que abordaban a través de sus canciones, sobre temas sociales ¿les generó algún algún problema en aquella época?

CH: No, todo el mundo nos decía ‘los van a meter al bote’, por canciones como Abuso de autoridad, Nuestros impuestos; o decían ‘es que estos güeyes están muy bien parados, quién sabe quién los apadrina’. Decían: ‘ustedes son burgueses y están apadrinados por alguien, un caca grande’. Decían que Hank González era nuestro padrino o que López Mateos, pero nadie nos apadrinaba. No pasó nada y nunca nos agarraron afortunadamente. En la compañía de discos sí nos decían que le bajáramos un poco, pero no se trató nada más de hablar de eso: tocamos el tema social, como una especie de informar de lo que veías, pero también hablábamos de otros temas, del Eje Vial, de las Bellas de noche, hablábamos del diablo, de experiencias personales, temas como el Tributo a Jimi Hendrix o el Oye cantinero, pues porque era algo que surgió así y a la gente le gustó; la del ADO también, o sea, son pequeñas historias.

A: ¿De aquella época cuál sería el disco que más valoras, el que mejores recuerdos te trae o alguna canción en particular?

CH: Todos, todos. Perro negro el 80 por ciento de la letra es mía y lo demás lo arregló Alejandro y le metió un ritmo boogie. Hasta la fecha la piden, estamos en el 2024 y la gente quiere oír Chavo de onda, ADO, Oye cantinero. Estas canciones todas me gustan.

A: ¿Conociste al escritor Parménides García Saldaña, fue cercano al Three Souls?, una anécdota que se cuenta es que él influyó para que modificaran su propuesta musical…

CH: A Parménides García Saldaña personalmente nunca lo quise, tuve la oportunidad de romperle la madre un par de veces. La gente o los escritores tienen una imagen de que el señor era lo máximo, pero era un alcohólico, un drogadicto y pasado de vivo.  Se juntó mucho con el Three Souls, a mí no me gustaba su forma de ser, pues siempre andaba alcoholizado y drogado, no era una buena imagen. Apareció por el ´69 o ´70 y a mí en lo personal no me influenció en nada, no sé a otro elemento, si a Alejandro Lora lo haya influenciado, ¿qué te iba a influenciar un alcohólico que no te hablaba de música?, te hablaba de la peda, de las pastas, de los chochos que se metía, de que había madreado a su mamá porque no le había dado para las caguamas. Me influenciaron otras gentes, él no.

La ruptura con Lora

Como una pareja bien avenida, la relación musical y personal entre Carlos Hauptvogel y Alejandro Lora se mantuvo desde principios de los años 60´s hasta 1984 en que se da la ruptura luego de un proceso de desgaste y desacuerdos por el manejo del grupo. “Alejandro y yo éramos uña y mugre, nos queríamos un chingo, era mi hermano chiquito. Yo lo cuidaba cuando se ponía pedo, porque además era muy malo para los madrazos. Nos llevábamos poca madre, vivíamos todo el tiempo juntos, casi casi nos separamos para irnos a dormir en nuestra casa, todo pinche día juntos”.

“La ruptura se dio por la injerencia de Celia García, ahora conocida como Chela Lora, que se casó con Alejandro. En un momento dado ella quiso manejar el grupo y me lo comentó Alejandro, me dijo ‘oye, mi chava va a manejar el grupo’ y le dije ‘¿por qué? después de que tú y yo tenemos todos estos años, de que yo llevaba el grupo perfectamente y con cuentas claras sobre la mesa: aquí está el contrato, aquí está el cheque, cobre tanto y así’. Yo era el que decía ‘tanto para ti, tanto para mí’, los demás ganaban obviamente menos. Los dueños del grupo siempre fuimos Alejandro y yo, siempre lo consideramos 50 y 50, de ahí al tercer elemento le dábamos lo que nosotros conveníamos…así lo manejaba yo, en los conciertos, en los contratos, en todo”.

“Yo llevaba toda la logística del grupo, toda. Llega a Chela y me dice ‘no pues yo voy va a manejar el grupo’, obviamente me opuse desde el principio y dije pues no, no tiene ella ni el conocimiento, ni por qué manejar un grupo, ella ¿qué injerencia tiene?, ¿qué porque es la chava del otro?, bueno pues que sea su mujer en su casa, pero a mí no me gustaba que me dijeran casi casi como tocar. Sin embargo, llegó un momento en que doblé las manos y dije ‘está bien, que lo maneje ella’. Dije, así me quito una bronca, yo nada más llego y toco y ya, pero el error mío fue, como dicen, que ‘la que nunca tuvo y llegó a tener, loca se quiere volver’. Ella vio el billete y dijo ‘uta pues de aquí soy y ¿qué tengo que hacer?, pues quitar al otro güey que gana el 50 por ciento y eso viene para acá’. Me hizo la vida imposible y llegó un momento en que sí, Alejandro y yo nos odiábamos. Y se da la ruptura en septiembre de 1984”.

A:  Luego de la ruptura, se dio un litigio legal y te quedas con los derechos del nombre del Three Souls y Alejandro Lora crea su grupo, El Tri…

CH: El pleito legal vino después por las autorías de las canciones que las teníamos registradas a nombre de los dos, por la editora y por la Sociedad de Autores y Compositores. Yo no peleé eso al principio, pero me hicieron una mala jugarreta de ir a Autores y Compositores, Alejandro tenía amistad con Roberto Cantoral y Armando Manzanero y lo ayudaron, le dijeron ‘¿qué quieres?, ‘pues quitar al otro, pero el otro tiene el 50 por ciento’, pues muy fácil y desaparecieron los primeros registros, ya no existía la compañía de discos, ya no existía la editora, desaparecieron y le dijeron ‘ahora regístralos a tu nombre’. Se los agandallaron y me quisieron agandallar el nombre de Three Souls in my Mind. Ahí fue donde vino el pleito, fui al sindicato de músicos y les dije ‘los señores no se pueden presentar como Three Souls porque se seguían presentando como Three Souls, todavía no como el Tri, y yo les llevé el registro y ellos me apoyaron y dijeron, ‘el Three Souls es de él y ustedes por haberlo usado y quererlo seguir usando lo tienen que indemnizar con dos millones de pesos. Chela dijo ‘no, no, no le pagamos ya no lo vamos a utilizar, es más, nosotros ya tenemos otro nombre’.  Yo me conformé, dije pues con que no utilicen mi nombre me doy por bien servido, pero a la semana siguiente se presentaron como El Tri, que así nos decía la gente, ellos se pusieron el Tri como fonéticamente se escuchaba el Three, hicieron esa jugada.

A: Después de la separación del Three Souls, ya de forma individual sin Lora, impulsaste diversos proyectos, en alguna entrevista comentaste que fue difícil por una especie de boicot sobre tu trabajo y hablabas de una mafia ¿puedes ampliar qué sucedió?

CH: Pues que la otra parte de la que yo me separé querían ser ellos los únicos y ellos sentían que el Three Souls le hacía sombra a su proyecto, al Tri. Hubo boicots tremendos hacia mi persona, hacia el grupo, inclusive querían desaparecer de la escena al Three Souls, pero yo nunca lo permití y hasta la fecha no lo he permitido.

A: ¿En qué consistía ese boicot?

CH: En decirle a los de las tocadas ‘tú contratas a él y nosotros no venimos’.  Llegaron a decirme que hubo amenazas, les decían ‘tú contratas al Three Souls y te mando poner en la madre, te mando una banda de golpeadores a que le den en la madre a tu tocada o a ti mismo. Así de ese tamaño.

A: ¿Era Alejandro Lora?

CH: No, su mujer. Alejandro es un títere que lo manejan, le dieron toloache o no sé qué chingados le dieron, pobre, cabrón, mandilón, pocos huevos. La mafiosa, gandalla, mentirosa y la que ha hecho toda una historia que no es verdad, es ella.

A: ¿Esa situación de boicot se mantuvo mucho tiempo?

CH: Sí, todavía hace unos años, inclusive ayer estuve hablando con una persona que me habló de Los Ángeles y me dijo ‘yo los quise traer varias veces y a mí me dijeron si tú traes a Three Souls nosotros ya no jalamos contigo’. Eso sucedió todavía hace unos años, creo que ahorita ya se aburrieron…ellos hicieron su muy buena carrera, ganaron mucha lana, se hicieron muy famosos, muy ricos y como que dijeron ‘ya pues pobre güey, vamos a dejarlo’.

Por otra parte, en esa época de los años ochenta incursionó también en el cine en una película llamada Intrépidos punks¸  mezcla de Mad max y Siete en la mira, —una historia sin relación alguna con la música gandalla surgida en los barrios de la miseria londinense — en la que participaron Juan Valentín, Juan Gallardo y Ana Luisa Peluffo, entre otros. “Era una jalada mexicana, un churrote” como él mismo reconoce, que con los años se volvió una película de culto. Después de eso, pudo musicalizar nueve películas más y participar en 38 como actor, entre ellas una segunda parte de Intrépidos punks.

Para Televisa el rock es Vaselina, Julissa, Beny Ibarra, Eric Rubin…

De la música actual que se hace en México Carlos Hauptvogel mantiene una visión crítica, con desencantó. Son pocos los grupos o artistas que le interesan en la actualidad, a muchos los considera una expresión del pop más que del rock y dice que los medios de comunicación corporativos promueven música desechable, vomitiva.

Precisa: Hay unos chavos que se llaman Mach Riders, de la Ciudad de México, me gusta su propuesta, me gusta que son diferentes porque la mayoría tocan igual…los de Real de 14 son finos en su en su estilo, han sido muy nobles en su escuela, en su estilo que es el blues en español, pero otros grupos que me gusten realmente o que me llamen la atención, pues no. Hubo buenos grupos que por lo menos sonaron diferente como Tex Tex, pero fueron muy pocos”.

A: ¿Qué piensas de los géneros musicales actuales y de los llamados corridos bélicos y tumbados, que parecen ahora tener más impacto en las generaciones jóvenes que el mismo rock?

CH: Pues es lo que se promueve, tú prende la televisión comercial y ¿qué es lo que promueven? ya no promueve el rock, para Televisa el rock es Vaselina, Julissa, Benny Ibarra,  Erik Rubín, eso es el rock para ellos; o Moderato que es un grupo que se hizo en Televisa con Jair de la Cueva, un gran músico, que lo conozco desde que era niño porque iba con mi hija Frida al taller infantil de Televisa, lo conozco desde ahí y conozco a su papá Javier de la Cueva (integrante de Los Hooligans)…a lo que me refería es que Televisa y TV Azteca promueven ese tipo de música, por eso es que la gente conoce eso, ya no compra discos, no compra música, sino que le dicen ‘esto es lo que hay’ y eso es lo que consumen, y la gente cree que no existe otra cosa o no le interesa.

“Tú ahorita agarras a un chavito y le preguntas quién canta mejor, si Peso Pluma o Pavarotti, y te va a decir ‘¿y quién es Pavarotti?’.  A mí en lo personal no me gusta, hay gente que le gusta, que el regional mexicano, aquí en San Luis no les puedes decir que son más chingones los Rolling Stones que Los Acosta porque te cuelgan cabrón; o que la onda son Los Temerarios o Los Bukis, pues eso es cultura que cada quien sigue. Como decía John Lennon —aunque hay cosas de él que no me gustan—, cada quien es el reflejo de la música que escucha y eso es cierto, es tu nivel cultural”.

A: ¿Crees que el rock sigue siendo una música que diga algo a los jóvenes?, pareciera de pronto que ha dejado de ser un elemento de identidad como alguna vez lo fue en la gente joven.

CH: No, tal vez en México no, pero el rock a nivel mundial sigue diciendo lo que se tiene que decir, afortunadamente existen bandas longevas como los Rolling Stones que dicen lo que tienen que decir…Bob Dylan sigue escribiendo y sus canciones son un éxito, a mí me encanta porque es poesía y porque lo que dice en sus canciones pues es la vida misma. Ahora, yo no le entiendo a un pinche reguetonero puertorriqueño que dice ‘a we we, que por el culo, #%$,  por el aire, por el culo’.  Uta, pues yo no sé qué pedo, perdón.  Yo me voy con las bandas clásicas.

A: ¿Cómo llegas a San Luis Potosí cuál es la relación que mantienes con la ciudad, mencionabas que la primera gira de Three Souls se da justamente a Ciudad Valles, en 1969?

CH: Llegué aquí por la pandemia. Había estado viviendo en Playa del Carmen, en Quintana Roo, por allá se fue a trabajar mi hija y mi esposa traía problemas pues le habían detectado EPOC que al final resultó que no, que había sido una bronquitis mal cuidada. La cosa es que nos decidimos ir a vivir a la playa y nos quedamos casi ocho años. Muere mi esposa de un accidente, mi hija renuncia a su trabajo y nos regresamos a la ciudad de México, llegamos y al segundo día tembló (2017). Se viene entonces lo del Covid, en el corporativo donde trabajaba mi hija despiden a la mayoría de gente, entre ellos a mi hija. Ella había venido a San Luis, a Monterrey, había ido casi a toda la república a dar cursos sobre lo que ella hace que es el manejo de alimentos; en el corporativo en que trabajaba la mandaban a Puerto Rico, a Miami, Panamá, a Estados Unidos, a diferentes partes.  Entonces, alguien le ofreció el trabajo aquí en San Luis para que manejaran las tiendas del corporativo, los restaurantes, para que manejara la empresa y ella aceptó. Me dijo, ‘te vienes conmigo’ y con mi nieta que es mi adoración, y pues aquí estoy.

A: ¿Sigues tocando?

CH: Sigo tocando claro. Aquí en San Luis nos hemos presentado en el Búnker 57, estuvimos en noviembre, hicimos el aniversario 55 del Three Souls in my Mind; otra vez estuvimos en el Loud, pero estaba la mera pandemia y fue muy poca gente, como que aquí no les gusta mucho. Hay threesouleros porque me he encontrado con gente con la camisa del Three Souls, sí hay, pero son contados.

A: ¿Y sigues sintiendo la misma adrenalina y energía de aquellos años?

CH: Sí, es algo bien fregón, cuando te subes al escenario es algo mágico, es una droga, es algo muy inexplicable, es un nervio que vas que vas calmando conforme va pasando el evento.

A: ¿Volviste a ver a Alejandro Lara después de que se separa el grupo?

CH: No, no quiero que me den agruras, no, ¿para qué?, después de lo que hizo y de lo que ha seguido haciendo y en lo que se convirtió, pues no tengo ningún interés en verlo. No lo he visto, ni me interesa. Han hablado de alguna reunificación y eso es imposible, somos muy diferentes, actuamos muy diferentes en el escenario, tenemos otra visión de la vida, otra visión de la música, somos el agua y el aceite. Él se convirtió en lo que su mujer lo quiso convertir.

La charla se extiende en la sobremesa, como un río inagotable fluyen anécdotas producto de vivencias de más de cinco décadas en la música de rock. En más de un sentido un sobreviviente.

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