Carta a mis jóvenes alumnos

Oswaldo Ríos Medrano

 

No tengan miedo.

A su edad, es normal tener ese sentimiento de incertidumbre cuando antes de dormir miran las estrellas y dudan de si lograrán cumplir sus sueños. Ocurre porque ustedes son los hijos del futuro, habitan este tiempo pero su cabeza siempre está pensando en el mañana: la zozobra es la peor acechanza para un corazón anidado de ilusiones. Esa es una de las cualidades más hermosas de ser joven: la prisa por ir al encuentro de lo que vendrá. Solo tengan presente que el destino no es caprichoso azar, sino la exacta consecuencia de sus decisiones.

 

Lamento ser más bien realista, pero en este país no hay recompensa sin sacrificio, y a veces, aun haciendo todos los méritos posibles, toparán con un sistema de favoritismos basado en el compadrazgo o en las complicidades. Me preguntarán entonces, ¿qué caso tiene esforzarse honradamente para alcanzar una meta, si en México sigue prevaleciendo “la cultura de la palanca”? Tiene todo el sentido del mundo.

 

Me explico: para quienes como ustedes, provienen de una familia que cree en la educación como la vía ideal para tener una mejor calidad de vida, estudiar no es una opción, es una oportunidad de salir adelante y quizá la única. Por otra parte, si los indecentes ocupan muchos cargos de influencia, eso no significa que no sea posible llegar a esos espacios y luchar desde ahí por el derrocamiento del “imperio de los privilegios”. En el sentido más limpio del término: son ustedes la encarnación de una esperanza. Pero si renuncian a estudiar o a sus valores éticos, condenarán a este país, y a sí mismos, a la tragedia de confirmar que la corrupción es nuestra desgracia inescapable y nuestra fosa común.

 

Por eso he insistido tanto en que sean ustedes los primeros en exigir a sus maestros que sean profesionales al compartir sus conocimientos, que cumplan y hagan cumplir los reglamentos, que sean justos a la hora de evaluarlos y que sean transparentes al momento de calificar su desempeño. Si cada uno de nosotros exige y se somete en cada ámbito de su vida al paradigma de conducta que le reclamamos a los demás, viviríamos en el país que nos merecemos.

 

Pero además de eso, se estarán preguntando: ¿Qué podemos hacer en nosotros, ahora, para encarar con mejores armas los desafíos que nos impondrá la adultez? Lo primero es adoptar una buena actitud: no le permitan el más mínimo espacio a la pereza, a la apatía o a la irresponsabilidad. Piensen que los problemas que hoy viven son parte de su aprendizaje y de su crecimiento, no procrastinen sus obligaciones. Mientras más pronto y con más decisión cumplan con sus responsabilidades, mejores herramientas tendrán para el mañana. Les comparto un secreto: el cumplimiento del deber es la causa de una conciencia tranquila.

 

Saber es poder. Estudien y estudien mucho, y cuando se hayan cansado de estudiar, estudien más. Y no solo me refiero a ser aplicados en las asignaturas formales de la escuela, hablo de comprometerse con su formación intelectual autodidacta. En los libros, encontrarán amigos generosos que nunca abandonan y que siempre les darán argumentos para defender sus ideas. “Yo sí quiero leer maestro pero no tengo tiempo” estarán pensando algunos. Bien, como se los he dicho antes, duerman menos y sueñen más, abran un libro y ábranse a él, y verán cómo al terminarlo, la vida no volverá a ser igual y ustedes ya no serán los mismos, porque como a Roberto Bolaño, a mí también “me conmueven los jóvenes de hierro que leen a Cortázar y a Parra, tal como los leí yo y como intento seguir leyéndolos. Me conmueven los jóvenes que se duermen con un libro debajo de la cabeza. Un libro es la mejor almohada que existe”.

 

Juventud divino tesoro. Ser joven, no es una edad sino una actitud ante la vida. Yo conozco jóvenes de 70 años y viejos de 20. Hay quienes desearíamos que los días tuvieran más horas, que los meses tuvieran más días y que los años tuvieran más vida, pertenezco a ese grupo de delirantes que no quisieran morirse jamás. Por eso no concibo una juventud cansada. ¿Cansancio de qué queridos amigos? Amen, rían, luchen, caigan y vuelvan a levantarse con toda la pasión que llevan en las venas. Estos años que viven son dorados, no se pierdan un instante, no cierren la puerta a ninguna experiencia.

 

Creo como José Ingenieros que: “el impulso hacia lo mejor solo puede esperarse de la juventud. Y solo es la juventud sana e iluminada, la que mira de frente y no a la espalda. Solo hay juventud en los que trabajan con entusiasmo para el porvenir. Y no se nace joven: hay que adquirir la juventud. Y sin un ideal, no se adquiere”.

 

Abrazar un ideal es dar testimonio de dignidad humana. Salvador Allende dijo que “ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”. No duden en comprometerse con las causas que sean justas. La política no es este grotesco espectáculo que nos avergüenza. Tomen la política, háganla mejor y pónganla al servicio del bien común, esa es su esencia y su significado original. Recuerden lo que escribió Machado: “si los jóvenes no hacen la política, la política se hará contra los jóvenes”. Esto está más que comprobado, ¿no es cierto?

 

¿Y cómo poder identificar una causa justa? Un principio es conocerse a ustedes mismos y elegir aquella que los defina y perfile el liderazgo que les gustaría ejercer. A mí se me ocurre una: la refundación ética de México. Se los digo una vez más, con cariño y con firmeza, a donde quiera que vayan lleven la honestidad como bandera. Que las empresas, partidos, gobiernos, industrias, y en cualquier lugar en el que trabajen sepan de su reputación de insobornables. Recuerden que aquellos que se corrompen por la ambición del dinero terminan envileciendo todo a su alrededor. ¿De qué sirve perder el buen nombre por posesiones materiales, si estas llenan de vergüenza a quienes más te quieren? El dinero no puede comprar el respeto de los demás.

 

Finalmente, huyan de la mediocracia, es decir, del gobierno de los mediocres. Eviten a los predicadores del “no se puede”. Decía Sabines que a cierta edad la juventud solo puede llegarnos por contagio, con la negatividad pasa lo mismo. Sueñen, trabajen y anhelen en grande, desconfíen de aquellos que les ofrecen el conformismo como Paraíso. No olviden que la vida es una promesa nueva cada día. Quien vive solo para conservar lo que tiene, ya está muerto.

 

Y lo más importante, permanezcan así, siempre jóvenes, que es como decir, sean felices y jamás dejen de creer que la vida es un descubrimiento y un milagro.

 

Con cariño, les abraza su maestro.

 

 

Twitter: @OSWALDORIOSM

Mail: oswaldo_rios@yahoo.com

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