Antonio González Vázquez
El presidente Andrés Manuel López Obrador y la Cuarta Transformación cumplieron tres años en el poder; mismos en los que la oposición ha vagado sin rumbo.
El presidente de la República y jefe de Morena está más fuerte que nunca. Diríase que avanza imparable para refrendar el poder en los comicios del 2024; en el camino, el año entrante son favoritos para ganar las seis gubernaturas en disputa.
La oposición está desarticulada y no ha encontrado la forma de lograr ser contrapeso ante la presidencia y el Congreso de la Unión; no van más allá de la estridencia o el insulto, las bravuconadas y las mentiras, pasando por la demagogia e incongruencia.
Es tal su debilidad que debió surgir el llamado Frente Cívico Nacional como un probable instrumento cohesionador, pero sin más propuesta que oponerse por oponerse. Van por la candidatura única en las presidenciales, aunque sus integrantes forman o han sido parte de partidos cuestionados y de organizaciones afines.
El Partido Acción Nacional (PAN), la segunda fuerza política nacional, lejos de fortalecer esa posición, parece ir al precipicio, lo mismo que el PRI y de manera más pronunciada el PRD.
En ese contexto, en San Luis Potosí, el próximo día 11 de diciembre, Acción Nacional elegirá a su dirigencia estatal.
Se habían registrado tres candidatas: Josefina Salazar Báez, Lidia Argüello Acosta y Verónica Rodríguez Hernández.
Argüello Acosta anunció el viernes su declinación en favor de Salazar Báez.
El objetivo de la unión de fuerzas, es enfrentar a la “candidata oficial”.
Tal designación obedece al hecho de que, las ahora aliadas, ven en Rodríguez Hernández a la candidata del presidente del partido, Juan Francisco Aguilar Hernández, quien junto con César Octavio Pedroza Gaitán y Xavier Azuara Zúñiga se han apoderado del partido.
No se trata de una percepción, sino de una denuncia reiterada por Argüello y Salazar.
Se acusa a ese grupo de cuanto vicio antidemocrático existe en un partido político, de modo que incluso se ha llegado al grado de comparar al blanquiazul con el PRI en materia de trampas a la hora de elegir dirigentes y candidatos.
Paradójicamente, en el plano nacional, señalamientos semejantes se han hecho desde hace varios años en contra de Marko Cortés Mendoza, hace no mucho reelecto presidente del Comité Ejecutivo Nacional.
Surgió un grupo de ex gobernadores y ex legisladores federales que denunciaron abusos de Cortés en la designación de dirigentes y candidatos.
En ese grupo, figura el ex gobernador Marcelo de los Santos Fraga.
Los mismos vicios denunciados a nivel nacional se replican en la entidad, así que no se puede esperar nada bueno el próximo sábado.
Los ex gobernadores del PAN afirman buscar el rescate del partido, víctima de los excesos de su dirigencia nacional.
Lo mismo dicen Salazar y Argüello.
Hubo un tiempo en que el PAN hacía las cosas con cierto decoro. Se acataban las reglas, se respetaban los principios y valores. Hacían procesos internos combativos sin caer en conflictos, se privilegiaba la unidad.
Pero eso cayó en el olvido.
Vienen los últimos días de campaña en un ambiente de hostilidad y desencuentro. Llegarán al día de la elección con la espada desenvainada.
Desde el inicio del proceso, un ex dirigente estatal del partido pronosticó que la elección “se va a judicializar” y probablemente así será.
El partido puede perderse, dijo Argüello, y Salazar afirmó que el PAN no debería ser la franquicia de unos cuantos.
Puede ser que les asista la razón, aunque en distintos momentos de sus trayectorias, ambas también formaron parte de grupos que controlaban a su antojo al partido.
Acción Nacional ya no es el de ciudadanos interesados en la política para hacer el bien común. Se transformó en una serie de grupúsculos cuya única motivación es la ambición por el poder.
Se aproxima más al conflicto que a la unidad surgida de una elección impoluta y democrática.
Es una pena, pero así es: las dos aspirantes se han ufanado de respaldar al presidente nacional.
