Centinela: Ya hay cacique en el PAN

Antonio González Vázquez

El Partido Acción Nacional celebró elecciones para renovar su dirigencia estatal y se decidió seguir como están; algo semejante a una reelección, pero con otros nombres personales, aunque con la misma tutela.

Fue una elección que en sus números no deja duda de quienes mandan en el blanquiazul. En su forma y desarrollo, el proceso fue más de lo mismo: la denuncia constante de irregularidades en favor de quien al final arrolló.

Durante las campañas y el sábado, cuando se realizó la elección, surgieron los señalamientos acerca de presuntas anomalías. Ciertas o no, sembraron la sospecha de que hubo juego sucio para garantizar una victoria hoy cuestionada.

En Acción Nacional se ha convertido en hábito la guerra sucia: la presunta compra de votos, el arreglo convenenciero, el uso de la estructura partidista para aceitar la maquinaria electoral interna, las complicidades y ahora, hasta la difusión de noticias falsas con documentos alterados.

La del sábado fue semejante a la elección para elegir candidato a gobernador celebrada hace un año; similar en estratagema facciosa e impositiva, igual de parcial y antidemocrática. Así gustan de hacer las cosas en el PAN.

Lo del sábado no es entonces una sorpresa para nadie, se veía venir, aunque no se esperaba que llegaran hasta donde lo hicieron. La difusión del presunto citatorio de la Fiscalía Anticorrupción contra la otra candidata, era innecesaria.

Pero se trataba de dar una demostración de quién o quiénes tienen la sartén por el mango, hacer ver que se podían dar el lujo de jugar chueco en el momento en que lo deseen y por el simple hecho de que pueden.

Desde el o los grupos que impulsaban la “candidatura oficial”, se sabía que la elección sería solo un trámite; tenía los votos necesarios y más para ganar con amplitud, pero no se quedaron de brazos cruzados, poco les importó exhibir al partido.

Verónica Rodríguez Hernández ganó y Josefina Salazar Báez, perdió. No es un triunfo personal sino de grupo. No es la victoria de una trayectoria ni de una propuesta, sino de un proyecto de grupo que tiene maniatado al PAN.

Ganaron Juan Francisco Aguilar Hernández, Xavier Azuara Zúñiga, Rubén Guajardo Barrera y César Octavio Pedroza Gaitán.

Perdieron Marcelo de los Santos Fraga, Alejandro Zapara Perogordo, Marco Antonio Gama Basarte y Beatriz Eugenia García Reyes entre otros.

Luego de que la Comisión Estatal Organizadora informó de los resultados con una tendencia irreversible, la candidata Josefina Salazar Báez ofreció un mensaje en su cuenta oficial de Facebook, en el que destacó hechos violatorios de legalidad e imparcialidad.

“El día de hoy, concluimos una jornada electoral que estuvo plagada de anomalías, de irregularidades e intromisiones de parte de funcionarios públicos que no pertenecen a nuestro partido”, dijo.

Y agregó: “de una dirigencia que siempre mostró parcialidad hacia el otro proyecto (el de Verónica Rodríguez), utilizando todos los recursos materiales, humanos y financieros para cargar los dados a favor de la continuidad del uso de nuestro partido para beneficio de una facción”.

Lo anterior, “siempre a costa de poner al PAN a punto de la extinción política; lamentablemente la consecuencia del uso y abuso de estas malas prácticas contra las que siempre luchamos, es que los resultados no nos favorecen”.

Al reconocer la derrota, la ex diputada federal lamentó que el partido sea objeto del apetito de unos cuantos y refrendó su militancia para seguir en la brega en busca del necesario cambio que debe darse tras los resultados negativos en las elecciones del 6 de junio.

Verónica Rodríguez no hizo referencia a las acusaciones de su adversaria y aseguró que “este triunfo lo construimos con esfuerzo, visitando casa a casa a la militancia…el trabajo dio los frutos que esperábamos”.

El sábado quedó constancia de que el PAN es un partido en donde basta tener el control de la dirigencia para ganar una elección. De ser un partido de personas se ha transformado en uno de grupúsculos y facciones cuya ambición parece no tener límites.

Si no es un grupo, es otro; es parte del pasado la voz de la militancia libre, lo que da y quita es la cuota, la parcela de poder, el control de líderes transformados en caciques. El cacique de hoy es Xavier Azuara Zúñiga.

Así como en su tiempo Sonia Mendoza Díaz y Juan Pablo Escobar Martínez controlaban al partido a su antojo, desde hace varios años el mando lo tiene el diputado Azuara, quien en las elecciones del 2024 buscará convertirse en presidente municipal de la capital.

El PAN se ríe de sí mismo al exhibir su ruindad en la forma de hacer política. Eso traerá sus consecuencias muy pronto en perjuicio de la endeble unidad partidista. No hay mucho espacio para una estrategia de control de daños, su imagen se ha ensuciado más y lo saben.

Mientras que los panistas escenificaban su remedo de elección democrática, en palacio de gobierno, José Ricardo Gallardo Cardona se reunía con Mario Delgado Carrillo, presidente nacional de Morena. Ellos sí saben hacer las cosas y lo han demostrado.

La Gallardía y la cuarta transformación juntos, son aliados y en el 2024 irán por todo en San Luis Potosí. La presidencial, las senadurías, las diputaciones federales y locales, así como presidencias municipales.

El PAN de Azuara hoy por hoy, se ve muy pequeñito frente a ese reto; para el blanquiazul y el grupo en la dirigencia, quedarán migajas y no más.

A raíz de lo sucedido el sábado, viene otra desbandada de panistas. Habrá que esperar de qué tamaño será el boquete.

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