China y la India, dos gigantes determinantes para poner fin al hambre

 

Ciudad de México (09 de abril de 2016).- Gigantes demográficos y potencias económicas emergentes, China y la India se enfrentan al reto común de erradicar el hambre dentro de sus fronteras, lo que por sí solo significaría reducir esa lacra en un 40 % a nivel global.

El camino que tienen por delante los dos países más poblados del mundo es aún largo: 195 millones de personas sufren desnutrición en la India y 134 millones en China, según estimaciones de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Solo en Asia se concentra un 65 % de los 795 millones de personas que pasan hambre en el mundo, aunque la situación varía enormemente de unos países a otros. En China y la India, por ejemplo, la demografía pesa, y mucho.

Con más de 1.300 millones de habitantes, China ha reducido la desnutrición crónica a más de la mitad desde 1990 en medio de un crecimiento económico continuado, del que cada vez más pobres se han ido beneficiando.

No obstante, esa fórmula “ya no va a funcionar tan bien porque muchas personas viven en zonas aisladas y remotas, y tienen más dificultades para integrarse en la economía de mercado y aumentar sus ingresos”, asegura a Efe el economista de la FAO David Dawe.

Las zonas más pobres hay que buscarlas en el campo, en particular entre los agricultores del sur y el suroeste del país.

Kevin Chen, experto del Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI), recalca que las autoridades chinas se están centrando -más que en el hambre- en la pobreza, que pretenden erradicar en 2020 sacando a los 70 millones de personas que calculan que viven con menos de un dólar al día.

Las organizaciones internacionales manejan una cifra mucho mayor (135 millones de personas) pero, en cualquier caso, como comenta Chen, esos esfuerzos “deberían servir para acabar con el hambre al mismo tiempo”.

Para ello -detalla- el Gobierno está trabajando para atender más a esas personas, movilizarse con el sector privado y organizaciones no gubernamentales “hasta cierto punto”, y afrontar una nueva reforma en agricultura.

En la última década las autoridades han apoyado a los productores locales introduciendo subsidios, eliminando impuestos, acumulando excedentes y aumentando el precio mínimo de los productos básicos, entre otras medidas que han creado distorsiones en el mercado.

De ahora en adelante la clave está, según el especialista, en asegurar la producción suficiente para alimentar a la población de forma sostenible, dependiendo cada vez menos de las importaciones.

Nada fácil en un país con graves problemas ambientales y donde se estima que más del 40 % de las tierras están degradadas a raíz del fuerte desarrollo urbano e industrial.

Serios daños al ambiente ha dejado también el uso excesivo de fertilizantes, electricidad y agua tanto en China como en la India, país que dedica grandes subsidios a esos recursos para los agricultores.

“Esas políticas indias no han ayudado mucho en reducir la pobreza y la inseguridad alimentaria”, apunta Dawe, que echa en falta mayor inversión en bienes públicos como carreteras, sistemas de irrigación o investigación científica, así como en la salud pública e higiene para combatir las recurrentes infecciones que impiden la adecuada absorción de nutrientes.

La FAO considera que los progresos han sido demasiados lentos en la India, donde la población pobre y rural no ha podido sacar apenas rédito del crecimiento económico.

Sí que lo han hecho, por ejemplo, las élites industriales, urbanas y educadas, según Madhura Swaminathan, profesora del Instituto indio de Estadística en la ciudad de Bangalore y experta en seguridad alimentaria.

“Desde la Independencia (1947) los políticos se han preocupado sobre todo por la agricultura, centrándose en la producción de alimentos, pero ha faltado atención hacia los pobres, un problema que está ligado al hambre”, afirma Swaminathan en conversación telefónica.

Para evitar que la subida de los precios de alimentos afecte a esa masa de personas, la India tiene el mayor programa de seguridad alimentaria del mundo. Para ello compra a los pequeños agricultores productos por encima del precio del mercado y luego los revende a los más pobres a precios ajustados,

Sus defensores y detractores siguen debatiendo si proporcionar cereales subsidiados a dos tercios de la población mediante un sistema de distribución pública es la respuesta adecuada.

Para la especialista, se necesitan aún más fondos con tanta población desnutrida.

Pone de ejemplo los almuerzos en las escuelas, donde el presupuesto solo alcanza para dar un mínimo de arroz o cereales, si bien se requieren productos más nutritivos como verduras o huevos.

Y se pregunta: “¿A qué esperamos a invertir en las zonas rurales? El acta de seguridad alimentaria de 2013 dice que todo el mundo tiene derecho a la alimentación, pero no se ha implementado”.

Fuente: Noticias Terra.

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