Por Antonio González Vázquez
De acuerdo con la información del decimoquinto levantamiento de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) realizada por el INEGI, durante marzo de 2017 el 74.6 por ciento de los habitantes de la capital de San Luis Potosí consideraron que la ciudad es insegura.
Es decir que poco más de siete de cada diez capitalinos percibe que la capital potosina no es segura.
La encuesta que se levantó en 52 ciudades de todo el país a personas de 18 años de edad y más, coloca incluso a la capital potosina por encima de la media nacional en cuanto a la percepción de inseguridad.
La media nacional se colocó en 72.9 y en la capital donde gobierna el perredista Ricardo Gallardo Juárez, la percepción de inseguridad fue de 74.6 por ciento.
En cuanto a la percepción de la población sobre la efectividad del gobierno municipal de Ricardo Gallardo tiene para resolver las principales problemáticas, entre ellas, la de la inseguridad, el indicador es de apenas 26.7.
Lo anterior supone que menos de tres capitalinos percibe efectividad en el actuar del gobierno de Gallardo.
Según la encuesta que publica este día el INEGI, en las 52 ciudades donde se aplica el estudio, el 67.4 por ciento considera que los delitos como secuestro, robo, extorsiones son el principal problema a resolver.
El principal problema en esas ciudades es el de los baches en calles y avenidas con 76.7 por ciento.
Entre tanto, la percepción sobre el desempeño de las autoridades de seguridad pública, los resultados son negativos, ya que la Policía Preventiva Municipal alcanzó apenas 38.5 por ciento que considera que es algo eficiente, le sigue la Policía Estatal con 49.4 por ciento, lo que implica que ambas están reprobadas.
Debido a la alta incidencia delictiva destaca el hecho de que la población se ha visto obligada a modificar sus hábitos y forma de vida y convivencia en su entorno en la ciudad.
“62.7% de la población de 18 años y más, residente en las ciudades objeto de estudio, manifestó que durante el primer trimestre de 2017 modificó sus hábitos respecto a “llevar cosas de valor como joyas, dinero o tarjetas de crédito” por temor a sufrir algún delito; mientras que 54.5% reconoció haber cambiado hábitos respecto a “permitir que sus hijos menores salgan de su vivienda”; 51.9% cambió rutinas en cuanto a “caminar por los alrededores de su vivienda, pasadas las ocho de la noche” y 33.6% cambió rutinas relacionadas con “visitar parientes o amigos”; reporta la ENSU.
