Comen vísceras, se rapan y se tatúan… Así es la vida de los actores

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Ciudad de México (17 de diciembre de 2015).- Leonardo DiCaprio tuvo que comer hígado crudo de bisonte para su papel en la nueva película de Alejandro González Iñárritu, The revenant, donde interpreta a un cazador que busca vengar la muerte de su hijo, pero aunque la experiencia de ingerir vísceras ensangrentadas reales fue un verdadero sacrificio para el galán, en la industria de Hollywood existen varios ejemplos de histriones que no la han pasado bien al dar vida a un personaje.

Mientras que el protagonista de Titanic aseguró que “la parte mala —del hígado— es la membrana que lo envuelve. Es como un globo. Cuando la muerdes, explota en tu boca”, para El negro —que en principio no estuvo de acuerdo con la decisión, pues el protagonista pudo enfermar— sin ello, el actor “no podría haber llegado a la verdad” del personaje.

Sin embargo la aventura de DiCaprio está muy lejos de la hazaña del actor coreano Min-sik Choi quien se comió un pulpo vivo en una escena del filme Old Boy, inspirado en un manga japonés y dirigido por Pak Chan-uk. La historia del cine es una colección de fotogramas en la que aparecen cientos de estrellas que han ofrendado belleza, salud y hasta estabilidad emocional al involucrarse en sus roles.

Uno de ellos es Christian Bale, conocido por ser un actor del método, una técnica que implica total involucramiento con el personaje, ha hecho que las transformaciones físicas para algunos de sus personajes lo coloquen como uno de los grandes actores actuales.

Para crear un Batman oscuro y dramático en las tres cintas del súper héroe que dirigió Christopher Nolan, Bale hizo una voz profunda que terminó por dejarlo afónico, además para su rol en El maquinista bajó 27 kilos y se quedó en los huesos.

Y justamente fueron los huesos lo que sacrificó Daniel Day Lewis en Mi pie izquierdo con la que ganó un Oscar al interpretar a un discapacitado. Durante el rodaje se confinó a una silla de ruedas y obligó al equipo a alimentarlo. Pero estar en una sola postura le ocasionó la fractura de dos costillas.

En el clásico Cantando bajo la lluvia, Gene Kelly terminó con fiebre después de rodar la escena en la cual baila mientras cientos de gotas lo mojan, mientras que a Debbie Reynolds le sangraron los pies por el esfuerzo que realizó al danzar.

Las lesiones son algo común. En Blancanieves y el cazador, Charlize Theron, la villana de la historia, se desgarró un músculo del abdomen cuando lanzó un grito muy fuerte que requería su actuación.

Para Mad Max, la rubia entró en su papel y se rapó para encarnar a una vengadora de la carretera de un futuro post apocalíptico, en la nueva versión de la cinta de 1979 que protagonizó el australiano Mel Gibson.

Pero tal vez el caso más dramático en cuanto a la salud, es el de Tom Hanks, quien por las subidas y bajadas de peso para desarrollar roles en películas como Philadelphia, Forrest Gump, Naufrago y Capitán Phillips le causaron daños en el metabolismo que derivaron en diabetes tipo 2.

Además de cambios físicos, muchos actores se someten a la modificación de sus rutinas para lograr entrar en contacto con sus encarnaciones, por ejemplo para dar vida a Joker en Batman, Heath Ledger se encerró en un hotel y empezó a escribir un diario como si fuera un psicópata.

Mientras que Hillary Swank vivió haciéndose pasar por un hombre para preparar su rol en Los muchachos no lloran y con él ganó un Oscar.

Eric Bana fue más allá, se tatuó el cuerpo de manera temporal para su papel en Chopper, estrenada en el año 2000. El rol le valió tres premios en la que fue su segunda película.

Ejemplos como estos dejan claro que detrás de todo el glamour y las luces, la vida de las estrellas de Hollywood no es tan sencilla como todo mundo cree.

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Fuente: La Razón.

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