Con fotos y pancartas exigen justicia por los desaparecidos frente a la Fenapo

Foto: Voz y Dignidad

María Ruiz

La Feria Nacional Potosina (Fenapo) suele ser un lugar de luces y música que llena el ánimo de quienes buscan entretenimiento. Durante días, las filas se extendieron frente a conciertos, juegos mecánicos y puestos de comida, cifras infladas que hablaban de diversión y también silenciaron la realidad. Pero la mañana del 30 de agosto, Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas, el pulso del espectáculo se encontró con otro panorama. Las familias de personas desaparecidas ocuparon el espacio con sus fotografías, pancartas y reclamos, para recordar que la tragedia no desaparece entre el bullicio de la feria.

Familias de Ciudad Valles, Cárdenas, Rayón, Cerritos, Rioverde, Moctezuma y de la zona centro de San Luis, llegaron con un propósito de visibilizar la crisis de desapariciones forzadas en el estado y exigir respuestas donde la sociedad suele mirar para otro lado. La Fenapo, con su brillo y su música, funciona muchas veces como un distractor social, una manera de normalizar la diversión mientras la estructura de poder evita enfrentar la magnitud de la crisis de violencia que atraviesa a miles de familias.

Tere Medina, madre de Perla Guadalupe Padrón, desaparecida desde 2013, e integrante del colectivo Voz y Dignidad por los Nuestros SLP, explicó el sentido de la protesta: el hacer visible la violencia en espacios de espectáculos generados por autoridades es un acto de contranarrativa, ya que rompe la ilusión de que la vida cotidiana está libre de crisis y, sobretodo, reconoce a quienes sufren los daños, para evitar así que sus historias queden invisibles.

“Nos reunimos el pasado sábado para remarcar la negativa constante del Estado a atender nuestras exigencias. Solo hemos recibido promesas que nunca se cumplen, como la creación de una fiscalía especializada en desaparición, el informe especial de la CEDH y el memorial para familiares de personas desaparecidas, todos siguen pendientes”.

El contraste entre la celebración y la exigencia era evidente. Tere recuerda que a unos metros, jóvenes buscaban entrar a conciertos y se podía ver como familias recorrían los pasillos de la feria con risas y celulares en mano; frente a ellos, las familias mostraban fotos de seres queridos, muchos de ellos jóvenes, desaparecidos en municipios del estado, con rostros que pedían justicia y visibilidad. Lo que en la publicidad de la Fenapo se presenta como espectáculo y entretenimiento, para estas familias se convirtió en un escenario de denuncia, de cuestionamiento sobre cómo se gestiona la crisis y cómo se priorizan los intereses políticos sobre la vida de las personas.

San Luis Potosí registra desde el año 2021 más de 1 mil 800 denuncias por desaparición o no localización; en México, la cifra oficial supera los 128 mil.

Para Tere, en ese espacio cada fotografía desplegada, cada pancarta levantada, era un recordatorio de que estas cifras no son abstractas, representan hogares incompletos, expectativas interrumpidas y un Estado que ha fallado en garantizar justicia y búsqueda efectiva. La feria, que a veces sirve para distraer, ese día no pudo ocultar la realidad que las familias llevan consigo cada día.

“Queremos que la sociedad vea lo que el Estado intenta ocultar. Que se entienda que estas personas no son solo números, sino historias, familias y comunidades que sufren. Exigimos que nuestras demandas se escuchen y que haya disposición real para buscar a nuestros desaparecidos”, agregó Tere Medina.

Pues mientras el aparato del Estado empuja a los jóvenes hacia la mercadotecnia y los espectáculos de feria, otros desaparecen en los municipios.

Tere destacó que, al posicionarse en un espacio de gran afluencia, las familias recordaron que la desaparición forzada es un fenómeno nacional, y que su impacto atraviesa barrios, municipios y generaciones.

“Queremos que la sociedad vea lo que el Estado intenta ocultar. Estas personas no son números, son historias, familias y comunidades que sufren. Exigimos que nuestras demandas se escuchen y que haya disposición real para buscar a nuestros desaparecidos”.

Ese día, la feria dejó de ser solo un lugar de diversión, se convirtió en un espacio de reinvindicación y memoria, tal como señala Tere, y lo esencial de fortalecer la demanda de respuestas, con actos de presión y denuncia, que nos hace recordar que, detrás de cada estadística, hay vidas concretas.