Abigail Carranza
Este día se celebra a los trabajadores de la construcción. Entre cal, arena, andamios y vigas, los albañiles festejan. Al coincidir con la misma fecha en que se celebra a la Santa Cruz, ellos construyen la suya con materiales desechos de la obra para colocarla hoy en la parte superior y más alta de la construcción.
Antonio Ortiz, quien tiene ya 10 años dedicado a este oficio, y sus compañeros de trabajo dicen sentirse hoy como si fuera su cumpleaños, más cuando los patrones les ofrecen comida y cerveza.
Antonio, como muchos otros alarifes, despierta cada día para una jornada más. Busca su ropa de trabajo: su pantalón de mezclilla, camisa, sudadera para cubrirse los brazos del sol y las indispensables botas.
Desayuna en casa para luego partir a la obra. Sale de su morada y se dirige a la parada del camión. Paga su pasaje y toma asiento.
Al llegar a su destino sólo espera instrucciones del “maistro”, que está antes de que lleguen sus “chalanes”.
Luego de las indicaciones empieza a laborar. Toma carreta, pala y fuerza para levantar la arena y comienza mezclarla con cal y cemento. Conforme va llegando cada uno hace lo que le corresponde.
Trabajan en equipo, bromeando y a veces hasta música les permiten escuchar. No ven al “maistro” como patrón. “Los patrones son los patrones, pero aquí todos somos iguales, aunque seamos sus chalanes, el “maistro” es nuestro compañero”, asegura Antonio.
Los albañiles parten de su casa a las 7:00 de la mañana o antes para terminar su labor a las 6:00 de la tarde. Paran una hora para almorzar. Ni el frío ni el calor les impide trabajar. Tampoco festejar su día.
Don Antonio y sus compañeros asistieron a trabajar hoy, contentos de recibir felicitaciones y también por la comida que sus patrones les preparan a ellos y su familia.
A diario sus brazos y piernas regresan cansadas a casa y sus manos resecas por la cal, el cemento, los ladrillos, varillas, alambrón y la arena pero aun a diario se levantan a “hechar palazos”.
