Katmandú, Nepal (02 de mayo de 2015).- El último sacrificio en la vida de un practicante de la religión hindú es el Atyesti, ritual funeral que consiste en la cremación del cuerpo. Debe ser hecha cerca de un río y con los pies mirando hacia el sur; el cuerpo se coloca en una pirca funeraria de madera, y tras un largo ritual en el que participan los familiares del fallecido, se prende el fuego y las cenizas son arrojadas al río.
Al este de la ciudad de Katmandú, a orillas de las aguas marrón del río Bagmati, está el crematorio de Pashupati, el principal y más importante para los hindúes por situarse dentro del templo de la deidad nepalí Pashupatinath. Antes del lugar hay un mercado con quioscos y pequeños almacenes. Hay monos, bueyes y perros que circulan libremente, pero sobresale un olor que es preferible no identificar.
Hasta antes del terremoto, las 11 plataformas del crematorio recibían entre 20 y 30 ceremonias diarias. Pero desde hace una semana se ofician más de un centenar y no es suficiente para satisfacer toda la demanda, por lo que en una de las islas del río se improvisaron una decena de improvisadas pircas funerarias humeantes.
Nima Ramamager es un joven de 17 años que trabaja en este sitio, donde trabaja sin descanso todo el día. Cada familia le paga unos 1200 rupis (12 dólares) durante las casi tres horas y media que lleva cada cremación, donde el Estado asegura la madera para la ceremonia. Cuenta que cada ceremonia se hace lo más rápido que se puede. “Antes sólo atendíamos hindúes aquí, pero debido a la situación, también cremamos budistas. Al final, todos somos lo mismo; sobre todo hemos atendido a las víctimas de Dharara”, agrega, refiriéndose a las más de 100 personas que murieron este sitio histórico de la ciudad.
Este es un sitio donde día a día, cuando cae la tarde, decenas de periodistas se acercan al crematorio, rodean a cada uno de los familiares, que quedan ahogados en un mar de cámaras de foto y video. Uno de los fotógrafos declara: “Creo que esta historia del terremoto ya está muriendo”.
Pero los cuerpos siguen llegando en el atardecer de Pashupati.
Fuente: La Nación.