De conflictivo a conciliador

Abelardo Medellín Pérez

El conflicto como instrumento político es un arma de doble filo, difícil de empuñar y casi imposible de dominar; por un lado, la conflictividad te ayuda a antagonizar con tus adversarios y presumir tus aparentes virtudes que contrastan con los vicios de tus opositores, por el otro lado, ese mismo conflicto te puede poner en la posición de un pendenciero incorregible que difícilmente podrá dialogar, acordar y administrar la cosa pública.

Puedes sostener y estirar en el tiempo tantos conflictos como gustes para hacerte pasar por el “héroe” del cuento, pero si no eres capaz de bajar la guardia y admitir cierto grado de diplomacia, nunca podrás ser más que un peleonero sin causa en una larga historia de batallas sin sentido.

Esto es algo que el gobernador Ricardo Gallardo Cardona no ha logrado entender. Luego de casi cuatro años de administración (más de la mitad de su gestión) el jefe del ejecutivo ha aprovechado cada oportunidad que ha tenido, para convertir una discusión pública en una pelea politiquera a manotazos.

Esta semana el jefe del ejecutivo potosino reclamó con molestia que medios de comunicación hayan revelado que la Arena Potosí, el Palenque de la Feria Nacional Potosina y los teatros de la ciudad de los Parques Tangamanga I y II, no tiene permisos municipales para operar, de acuerdo con lo que afirma oficialmente el propio Ayuntamiento de la capital.

Ante lo escandaloso de dicha realidad, cuando el gobernador fue confrontado al respecto, ocurrió lo usual: Gallardo Cardona no pudo asumir una postura institucional, prefirió buscar culpables imaginarios y asumió el peor de los escenarios.

“Ahí creo que ha habido muchas campañas negras y, la verdad, que me sorprende de medios tan serios que estén sacando ese tipo de información, nosotros en todas nuestras instancias hemos operado con cordialidad, hemos operado con todo en regla, todo en reglamento (…). La verdad es que siento que ya hay campañitas que tratan de todos los días poner a pelear al Ayuntamiento y al Gobierno del Estado y ¿quién gana? Pues esas gentes que están tratando de provocar esas esos enfrentamientos. Entonces, la verdad que nosotros estamos tranquilos. No es momento de enfrentarse con nadie y lo digo claramente para los que creen o piensan que estamos enfrentados con el ayuntamiento”, dijo el gobernador ante una cuestión que nada tenía que ver con confrontaciones, peleas o medios de comunicación.

Que el gobernador crea que carecer de permisos es un problema mediático y no administrativo (y de seguridad) muestra que la comprensión de cómo se debe administrar un estado y sus entidades, está por los suelos.

Nadie le dijo al gobernador que el alcalde lo había acusado de algo, nadie le sugirió que le iban a cerrar dichos sitios, nadie le propuso que se subiera al ring con Enrique Galindo y peleara por el “honor” de sus centros de espectáculos obscenos… lo único que se le preguntó es si estaba al tanto de que, oficialmente, dichos recintos no contaban con permisos. Y ante la pregunta, la reacción desmedida. En donde ningún reportero advirtió un atisbo de confrontación, el jefe del ejecutivo decidió convertir el tema en una situación de “nosotros contra ellos”.

A estas alturas del gobierno a nadie le sorprende que la polarización y las grescas semanales son la norma.

Si hubo una falla en un puente, el gobernador estalla contra un ex titular de la Seduvop; si una institución federal le niega los permisos para una obra, el gobernador le rezonga y señala amargamente a su nuevo enemigo; si la gente se queda sin agua, el gobernador amenaza iracundamente a un organismo operador de desaparecer; si alguien muere en territorio potosino, el gobernador lo convierte en un asunto de medios de comunicación irresponsables.

No hay reconocimiento de los errores, no hay búsqueda de una cooperación con quienes le quieren ayudar, no hay propuestas para atender problemas complejos que requieren colaboración, no hay luto que le gane a la sed de conflicto que tiene el ejecutivo.

Tal parece que al gobernador se le olvido que esta incesante necesidad de ponerse a discutir públicamente, no la inventaron los medios, sino que es el modus vivendis que él impuso para mediar con otros actores.

A Gallardo Cardona no le importa si eres su amigo, sino de quién eres enemigo.

La reciente búsqueda de diplomacia y paz por parte del gobernador, más que un respiro de aire fresco, se siente como una simulación simplona de pasividad, una muy fuera del lugar y, además, sospechosa.

Desde el punto de vista ciudadano, son dignos de celebrarse aquellos intentos de cordialidad entre instituciones y sus representantes, siempre que estos deriven en cooperación y no solo en discursos. La duda que queda entonces es: ¿sabrá el gobernador que la mayoría de los portales y medios digitales que lo enfrentan contra el alcalde son dirigidos por integrantes del área de Comunicación Social de su gobierno? Y si no lo sabe, ¿contra quién se peleará cuando se entere?

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es jefe de información de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.