Defensoras denuncian precariedad menstrual en comunidades indígenas de la Huasteca

María Ruiz

En la Huasteca Potosina, la menstruación aún es un tema marcado por el silencio, la pobreza y la estigmatización, denunciaron las defensoras y abogadas Estela Hernández Martínez y Beatriz Ana Hernández, integrantes de la organización M’im T’sabal A.C.

De acuerdo con ambas, en comunidades y pueblos indígenas de la región, niñas, adolescentes y mujeres adultas enfrentan no solo la falta de acceso a productos de higiene menstrual como toallas sanitarias, sino también un contexto social donde menstruar implica discriminación y violencia directa.

“El sector salud no ha invertido en hacer llegar este tipo de insumos ni en abrir espacios para hablar de salud sexual con niñas, niños y adolescentes”, lamentó Hernández Martínez.

Recordó que, pese a vivir en una época con información al alcance, la menstruación sigue tratándose como un “tema secreto” y un tabú heredado de generaciones anteriores, donde incluso influencias religiosas la han catalogado como “pecado” o “algo malo”.

Las defensoras explicaron que la pobreza agrava la situación: un paquete de toallas sanitarias puede costar entre 40 y 50 pesos, un gasto inalcanzable para muchas familias, especialmente cuando los periodos menstruales son abundantes o prolongados.

“En la capital todavía hay niñas en la periferia que no pueden acceder ni siquiera a una toalla sanitaria. Si eso pasa en la ciudad, imaginemos en las comunidades indígenas”, enfatizó Beatriz Ana Hernández.

Para enfrentar esta carencia, la organización ha impulsado talleres donde niñas y adolescentes elaboran toallas sanitarias ecológicas con tela de algodón, aprendiendo técnicas de costura a mano y a máquina.

Según las abogadas, la respuesta ha sido positiva no solo entre las mujeres, sino también entre los niños, quienes participaron con el objetivo de normalizar la menstruación como parte de la vida familiar y social.

Las toallas reutilizables no solo representan un ahorro económico, sino que también reducen la contaminación ambiental.

“Se lavan con jabón neutro y se pueden usar varias veces, lo que ayuda a la economía y al medio ambiente”, explicó Hernández Martínez.

Ambas defensoras coincidieron en que la ausencia de un marco legal específico agrava la exclusión.

“No existe una ley en San Luis Potosí que garantice el acceso a productos de higiene menstrual, ni siquiera bajo el concepto de ‘menstruación digna’. Esto debe cambiar, porque somos un sector históricamente invisibilizado”, señalaron.

Para ellas, el reto es derribar los mitos y prejuicios que pesan sobre el cuerpo femenino y exigir políticas públicas que aseguren el derecho a una menstruación digna para todas las mujeres, sin importar su origen o condición económica.