Derrames biliares

Óscar G. Chávez

No fue la falta de presupuesto lo que inhibió la participación del gobierno estatal en el Tianguis Turístico, tampoco las crisis del agua o de seguridad; éstas nunca han preocupado al gobernador (quiero decir los temas y las crisis); su falta de refinamiento y lustre social tampoco creo que le preocupen (aunque sí le acomplejan). La cosa al parecer es más simple de lo que parece: se trata de demostrar que él puede lograr mostrar el potencial turístico de San Luis Potosí, sin necesidad de recurrir a apoyo externo.

Por el contrario, no es el caso del alcalde de la capital, quien busca en todo momento el lucimiento de la ciudad y por consiguiente su gestión al frente de la misma. Presumo para que me presuman. Sólo que, aunque el  lucimiento se le da, y bien (si no pregúntenle a Octavio del arranque de la campaña), las cosas no resultaron tan bien como él esperaba.

Pasa que el gobernador no soporta (en parte por esos complejos) que alguien figure más que él y, además –según los cánones no escritos del ritualismo político mexicano– nadie debe brillar más que el gobernante.

En este sentido recuerdo el caso de cierta persona que dirigía cierto museo (de esos creados sin presupuesto y sin acervo) e invitó a un grupo de amigos a que hicieran un donativo para  la adquisición de acervo inicial. Entre el grupo de donantes se encontraba cierto exgobernador sietemesino que había ofrecido hacer un donativo de cuarenta mil pesos, pero el día de la entrega de la prometida cantidad, inquirió sobre la cantidad que donaría el gobernador (cierto contador). Al enterarse que serían diez mil pesos los que donaría el faraónico gobernador, el personaje en cuestión señaló (buscando ahorrarse poco más de treinta mil pesotes): no puedo ofender al gobernador donando lo mismo o más que él. Algo pueden aprender.

En lo sucesivo sería conveniente que cuando andan en el plan de Pili y Mili, el alcalde pregunte al gobernador los contenidos y tiempos de su agenda, y los alcances de sus actos, para evitar opacarlo.  Al fin, juntos, podrían hacer cosas muy bellas.

De no ser así las cosas, a toda acción habrá una reacción; Gallardo es maloso, rencoroso y no me atrevo a decir que vengativo, porque el Güerito sigue libre, pero sí está comprobado que nada más algo no le parece y dirige su artillería contra el pobre Enrique.

La idea de municipalizar la delegación de Villa de Pozos fue el pretexto perfecto para recordarle que no debe tratar de sacar la cabeza del guacal si aquel no le da permiso. La propuesta aunque pudiera parecer muy burda, dado en el contexto que surge, valdría la pena considerarla en el sentido de lo que representaría políticamente para Enrique Galindo, el cual, por cierto, supo manejar con bastante diplomacia el tema.

Crear nuevos accesos a los espacios urbanos y geográficos, rebautizar vialidades, idear nuevas instituciones (aunque no sirva para nada ese propósito, porque seguirá siendo lo que era), diseñar nuevos uniformes, y articular discursos que muestren a la ciudadanía que su gobierno será el primero en todo, son importantes directrices en el gobierno de Ricardo Gallardo. Y, dado que ya no hay mucho qué hacer, crear un municipio sería algo que faltaría para engrosar su gobierno de novedades.

Todo cae por su peso; el domingo pasado los periódicos anunciaban un saldo de cinco ejecutados el día anterior; el lunes, periódicos y redes sociales hablaban de cuatro más; ya no sólo lascivas nalgadas sino también asaltos al interior del parque Tangamanga; un ataque en la colonia Progreso. La inseguridad no disminuye, ni la seguridad incrementa gracias a su Guardia Civil.

Mientras tanto se escucha Vuela, vuela… Conciertos gratuitos para todos, urge un paliativo que disminuya las percepciones negativas; Feria Nacional Potosina al alcance de toda la ciudadanía, y como no podría ser de otra forma se suprime también el pago de estacionamiento.

Sigue la inseguridad, el problema no se percibe, vallas y uniformes de la Forestal resguardan Palacio y un sinfín de guaruras su seguridad personal; la escasez del agua quizá sea real, pero tampoco urge presionar para que se repare la cortina de El Peaje; ¿y si mejor ordena una nueva?

La corrupción no se sanciona, entre exconvictos se arreglan y entienden; lo importante es conocer el método, igual y resultan alumnos aventajados (no estaría por demás obtener un cum laude alguna vez en su vida). Se mencionan 30 involucrados en el fracaso de la Red Metro, ¿para qué incomodarlos? capaz que se nos muere el viejito.

El estado se le desbarata y éste, bilioso, piensa en crear un nuevo municipio, que desde luego le generará un sinfín de problemas, que al igual que todos los anteriores no podrá remediar, y todo porque al niño de enfrente se le ocurrió irse a asolear a Acapulco.    

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