Día de los niños y las niñas

Por Victoriano Martínez

Hoy es el “Día del Niño”. Desde hace 100 años, en México, se conmemora a las niñas y los niños para “reafirmar los derechos de los niños y crear una infancia feliz para un desarrollo pleno e integral como ser humano”.

El 30 de abril de 1924, con ese objetivo, el presidente Álvaro Obregón y José Vasconcelos, su secretario de Educación, señalaron ese día para la conmemoración para la infancia. Desde entonces se festeja en México.

Y aunque en 1959, cuando el 20 de noviembre se aprobó la Declaración de los Derechos del Niño y la Convención sobre los Derechos de los Niños también se fijó esa fecha para la conmemoración del Día Internacional del Niño, en México se mantuvo el 30 de abril para evitar empalmarlo con la conmemoración del inicio de la Revolución Mexicana.

“José Vasconcelos decía que había que hacer de cada escuela “un palacio con alma”, para que los niños pobres, descalzos y hambrientos vivieran en palacios las mejores horas de su vida y guardaran recuerdos luminosos”, cita la reseña de la Comisión Nacional de Derechos Humanos sobre el origen del Día del Niño.

A cien años, se puede decir que aquí un grupo de niños fueron invitados a dos palacios muy diferentes a las escuelas para expresar sus inquietudes: el viernes al palacio legislativo con el Parlamento de las Niñas y los Niños, y este lunes al palacio municipal para sesionar como Cabildo Infantil.

Si la ONU declaró el Día Universal del Niño para “recordar a la ciudadanía que los niños son el colectivo más vulnerable y, por tanto, que más sufre las crisis y los problemas del mundo, de igual manera es un día para dar a conocer los derechos de la infancia y concienciar a las personas de la importancia de trabajar día a día por su bienestar y desarrollo”, de propia voz las niñas y los niños participantes lo hicieron evidente.

En sendos actos conmemorativos, mostraron que las crisis y los problemas de la ciudad, del estado, del país y del mundo no les son ajenos y hasta se pronunciaron por que los adultos los enfrenten con una perspectiva infantil. Por ejemplo, en el Cabildo Infantil se pronunciaron sobre la escasez de agua:

“Debemos cuidarla y asegurarnos de que todos tengan acceso a ella. ¿Por qué no aprovechar la creatividad de los niños para encontrar soluciones innovadoras?”, señalaron.

Si algo dejaron claro, es que los problemas a los que hicieron referencias no son una preocupación exclusiva de los adultos, sino también de ellos con una agravante: les preocupa además que los adultos no son capaces de enfrentarlos de manera apropiada.

Perciben una atención inapropiada para personas con discapacidad, deficiencias para abatir la marginación y la discriminación, les afecta la inseguridad y la escasez de agua potable, y no contar con tecnología e infraestructura actualizada en sus escuelas.

“Queremos ver más bicicletas, más caminos peatonales y menos emisiones contaminantes”, expresó Emilio López, uno de los regidores infantiles, como una forma de expresar la poca atención a resolver los problemas de movilidad y los atentados contra el medio ambiente.

Por un día, quienes como autoridades ocupan esos palacios les permitieron expresarse sólo por ser el Día del Niño. A la vuelta de un año seguramente los volverán a convocar, se tomarán la foto, los felicitarán, les darán un regalo… y el resto del año será el mismo mundo de adultos que enfrenta los problemas de la manera de siempre que preocupa a los infantes.

Una preocupación manifestada en esos dos actos que representa un mensaje de reproche de una infancia que está lejos de vivir los “recuerdos luminosos” que anhelaba José Vasconcelos y a la que cada vez se le pone más difícil atender la recomendación de Mafalda: “Total, todo eso ya tendremos tiempo de sufrirlo cuando seamos grandes”.

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