Dime de qué se queja y te diré cuál es su vicio

Abelardo Medellín Pérez

Cuando quiera usted conocer cuáles son las fallas, abusos y vicios del gobierno de Ricardo Gallardo Cardona, solo basta con escuchar de qué se queja.

La transparencia que no tiene su administración la padecen sus obscuras intenciones y, en consecuencia, cada que el jefe del ejecutivo se queja, denuncia o estalla contra algo, normalmente lo que hace es proyectar aquellos males de los que ya participa.

¿El gobernador se queja de obras mal hechas por otros gobiernos? Sí, pero al mismo tiempo vemos como un puente se hunde y otro más se cae a pedazos. ¿Gallardo Cardona acusa amargamente las desaseadas prácticas financieras del pasado? Sí, pero al mismo tiempo su gobierno se administra tan mal que prefiere deberle dinero a todos los organismos autónomos que puede. ¿El ejecutivo sale en medio quejándose de los portales “patito” que agravian su imagen? Y mientras lo hace su propia oficina de Comunicación Social mantiene a personajes que juegan el mismo juego, pero de su lado. ¿El mandatario convirtió un evento de gobierno en otro lastimoso discurso en el que se queja de las campañas adelantadas? Claro, y lo hace mientras a su lado figura la senadora Ruth González Silva, que tiene más de un año haciéndose promoción con recursos de la administración estatal.

A estos capítulos del cinismo institucional se suma el ejemplo que ha dado esta semana el gobierno con el tema de las manifestaciones de estudiantes.

A inicios de esta semana, fue difundida una lamentable entrevista en la que el gobernador Gallardo Cardona hizo alarde de su siempre intolerante personalidad y acusó que cualquier manifestación pública que involucrara una queja contra su gobierno, sería considerada por él como grilla. Según el mandatario, como habían dicho en otras ocasiones él y sus propagandistas, cualquier manifestación que, a su conveniencia, parezca ilegitima muy seguramente estaría plagada de infiltrados movidos por intereses externos.

Como lo ha hecho antes, esta no fue una denuncia contra alguien, fue una confesión de lo que planeaba hacer y así como lo dijo, la marcha organizada por estudiantes en conmemoración del 2 de octubre del 68’ y que serviría como plataforma para denunciar las omisiones financieras del gobierno con la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, en efecto fueron infiltradas, pero por grupos que parecían mandados por el propio oficialismo estatal.

Los grupos que manifestantes han identificado como “de choque” o “de infiltrados” eran coordinados por personas que cargaban consigo playeras alusivas al Partido Verde, cargaban pancartas que condenaban abusos del alcalde Enrique Galindo Ceballos y gritaban consignas contra el rector Alejandro Zermeño Guerra. Tan obvios eran los intereses políticos y partidistas de este grupo simpatizante del oficialismo, que los estudiantes que llevaban pancartas alusivas al gobierno y el gobernador, tuvieron que aclarar que el espacio público fue ocupado por dos contingentes distintos. Los que cargaban megáfonos, cubrían sus rostros y cargaban las consignas de palacio y quienes asistieron para pedir por la autonomía, la dignidad de los estudiantes y exigir que el gobierno salde la deuda que tiene con la UASLP.

El gobernador Gallardo Cardona tiene una fijación tan insana por ser el único merecedor de reflectores públicos, que ante el anuncio de una marcha que desembocaría frente a Palacio de Gobierno, no resistió la tentación de enviar a sus grupos para que, con pancartas más grandes y gritos más ensayados, defendieran los intereses de su administración y su apellido.

El mensaje que arroja el jefe del ejecutivo con sus dichos y la lamentable intromisión de ayer es claro: ningún movimiento o exigencia social tiene mérito si no tiene mi permiso.

Gallardo Cardona es un animal político extremadamente territorial, pero lo que más le duele perder es el control del discurso. La existencia de fotografías, videos, registros, publicaciones en redes y memorias del descontento social en su contra son su verdadero talón de Aquiles.

La infamia discreta del desastre que dirige como administración no le afecta directamente, porque cree que la gente no relaciona los problemas con él. Piensa que el desabasto de agua mancha al Interapas, que la inseguridad la puede adjudicar a otros estados, que la falta de insumos médicos es culpa de la Federación y que con tantas culpas que repartir y tantos actores que elegir, nunca tendrá que asumir ninguna culpa.

Es entonces cuando el atisbo de un descontento generalizado por sus omisiones con la Universidad, que lo señalan directamente a él como doloso responsable, se asoma como una potencial amenaza a su imaginaria buena fama.

El gobernador no permite que existan manifestaciones sin que al menos aparezca una pancarta contra sus adversarios, sin que aparezca alguien que calle a sus detractores, sin que antes de la manifestación llegue la Secretaría de Gobernación a amedrentar a los manifestantes.

La oposición es blanda, los organismos autónomos que deberían intervenir por nosotros están a su merced y los contrapesos que deberían equilibrar al poder son más bien una extensión de funcionarios al servicio del gobernador, ante esta cruda situación, solo nos queda entender que el mejor camino para hacerle frente a los abusos del Estado, es señalar, evidenciar y proponer contra aquello que más aprecia: su popularidad y su imagen.

Si el gobernador cree que puede ocultar sus males detrás de su quejumbrosa personalidad, habrá que recordarle que, quienes habitamos en el estado, no vivimos por su gobierno (como sus lacayos) vivimos a pesar de él.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es jefe de información de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.