Dominique Chemin, una figura contradictoria, que encarna el fin de la modernidad: León García Lam

Fue un demócrata ilustrado convencido de las libertades que dio la Revolución Francesa, afirma.

Texto: José de Jesús Ortiz

Portada: Mayra Muñoz López

Pocas personas como él tuvieron un trato cercano con Dominique Chemin Malapert durante las últimas tres décadas y, quizá también, como pocos, conoce su trayectoria personal y profesional en el campo de la antropología. No tiene duda de la relevancia de su obra y su figura, a la que considera de extremos. Dice que encarna la crisis de la posguerra, el fin de la modernidad y el espíritu de una época: el de la Guerra Fría y el ’68.

Doctor en Antropología Social por la Universidad Nacional Autónoma de México, León García Lam conoció a Dominique Chemin en 1995 como estudiante de antropología en la Escuela de Educación Superior en Ciencias Históricas y Antropológicas y de algún modo es un continuador de su obra, su tesis doctoral es justamente sobre la cultura Xi’oi, en particular sobre los sistemas rituales de los pames asentados en Ciudad del Maíz.

Considera que con la llegada de Chemin Malapert, y antes de su esposa Heidi Blasser, es cuando comienzan los estudios antropológicos en San Luis con su investigación sobre los pames asentados particularmente en la comunidad de Santa María Acapulco, en el municipio de Santa Catarina. “Es de esos hombres que surgen en la crisis y la encarna, por eso es tan contradictoria e importante su persona… Fue dueño de una inteligencia como no he visto otra”, afirma.

Entrevistado días después del fallecimiento del antropólogo de origen francés, García Lam habla de la relación académica y amistosa mantenida durante casi tres décadas, de la importancia de su trabajo etnológico y de la obra que deja, en su mayoría dispersa en textos académicos, trabajos inéditos y artículos periodísticos publicados durante la década de 1990. 

Astrolabio: Para ti cuál es la importancia de sus estudios de la cultura pame, junto a su esposa Heidi ¿era algo que hasta entonces no se había investigado lo suficiente?, ¿cuál sería la importancia de sus trabajos?

León García Lam: Sí se había estudiado, Jaques Soustelle había hecho esta investigación sobre La familia otomí-pame México Central (1937), que trae datos importantísimos sobre Ciudad del Maíz, Alaquines, Rayón, La Palma y Santa María Acapulco, incluso de la Sierra Gorda (en Querétaro).  Hubo también investigadores de San Luis Potosí como el padre Rafael Montejano o Primo Feliciano desde un punto de vista documental, pues no hizo mucho trabajo en campo y no fue a la Huasteca. Pero fuera de esta como prehistoria, el trabajo de Heidi y Dominique fue fundamental porque es el primer trabajo y prácticamente único hasta el día de hoy que tiene este carácter total, monográfico y etnográfico, de investigar una sociedad desde todos los puntos de vista. Hay trabajos, de la lengua, de los náhuatl, de la brujería de los tének, o así, pero este es el primer trabajo como un hecho social total, desde un punto de vista global, donde ves la vivienda, el cuerpo, la lengua, la historia, los mitos los problemas económicos, la reproducción doméstica y una sociedad desde todos los puntos de vista, desde una etnografía. Es la primera gran etnografía que se escribe en San Luis Potosí: el primer trabajo antropológico en forma, que además es un estudio bellísimo, es su investigación de Los pames septentrionales de San Luis Potosí, que aparece con el nombre de Heidi como autora, pero la escribieron entre los dos. Los que los conocimos sabemos muy bien qué capítulos escribió cada quién y qué datos consiguió cada quién y cómo. Aunque eran pareja, tenían métodos e ideas distintas y no siempre congeniaban, no siempre estaban de acuerdo. Quienes los conocimos sabemos ver bien qué ideas son de uno y qué ideas son de otro. ¿Por qué apareció con el nombre de Heidi? porque la beca era de ella y ese fue además su estudio de pregrado para el doctorado, al final ninguno de los dos logra doctorarse porque pierden la tesis de doctorado, es una tragedia.

A: ¿Por qué se pierde?

LGL: Dominique escribió dos copias de la tesis de doctorado, como se hacía antes, con papel carbón, a máquina. Ocurrió que cuando las lleva a Francia, Heidi y él se fueron a cenar a un restaurante en la Ciudad de México y cuando regresaron el coche en el que iban se los desvalijaron, les robaron todo el equipaje, incluidas copias de la tesis de doctorado. Dominique no se titula del doctorado porque le roban la tesis, Heidi porque no quiso, le dan un pregrado —que es como el equivalente a la maestría— con el trabajo de los pames, pero en Francia para ser honestos el trabajo de los de los pames, el que se publica aquí que edita Juan Rulfo, no da para una para un grado de doctorado; aquí en México hay gente que se posdoctora con la mitad de eso, pero en aquel tiempo un doctorado era una cosa de importancia. Ese trabajo allá no le hubiera dado el doctorado a Heidi, a pesar de que hoy en día es una obra monumental.

A: Dominique Chemin llega a San Luis Potosí en 1972 y comienza en esa época su trabajo e investigación ¿desde entonces se queda aquí, radicando de tiempo completo o en qué contexto se da su presencia permanente en San Luis?

LGL: Dominique decide hacer su vida aquí en México con la llegada de sus libros, con la llegada de sus cosas por barco. No sé si fue una decisión consciente, pero me parece que la llegada de sus libros fue lo que marcó su estancia aquí. La gente que tenemos libros sabemos que nuestro lugar de residencia es el lugar donde tenemos nuestros libros, mientras no movamos nuestros libros no hemos cambiado nuestra residencia.

A:  De Dominique se cuentan muchas historias antes de su llegada a México, entre ellas su participación en la Guerra de Argelia, en la revuelta social del Mayo Francés en 1968 o su relación familiar con Michel Foucault ¿Recuerdas en particular alguna de estas historias?

LGL: Sí, de todo eso pudiéramos hablar días enteros. Yo me di cuenta desde antes de su muerte que ya se había hecho una especie de mitología sobre Dominique. Habría que tener mucho cuidado, porque hay una nebulosa ahí, de historias, de algunas que se cruzan y se va recomponiendo el mito, con sus estructuras, temas y pedazos de historias de Dominique… entre esas cosas he escuchado que una vez lo enterraron hasta el cuello y le pusieron una granada, en la mano y tuvo que pasar una noche despierto sosteniendo la granada, cosas así escuchado. He escuchado historias de verdad fantásticas, pero eso habla mucho del impacto que tenía la personalidad de Dominique en nuestra sociedad. Lo que sí es cierto es ese parentesco con Michel Foucault, un poco lejano, era como primo en segundo grado…El papá de Dominique daba clases en una especie de bachillerato en alguna escuela en París y le tocó dar clases de filosofía a Foucault. Me contaba que su papá llegaba a la casa después de dar clases y decía que su sobrino político estaba tapado de la cabeza en la clase de filosofía, o sea: el profesor llegaba a casa y decía ‘no pues nuestro sobrino, Michelito, está bien tonto no entiende nada de filosofía’ y era Foucault. Y así, anécdotas de ese nivel. A él, Michel Foucault no le decía gran cosa, para los antropólogos franceses no es gran cosa, aquí en México si eres antropólogo y no admiras a Foucault estás fuera de onda, pero para los antropólogos franceses como Dominique o Jaques Galinier, si tú mencionas a Foucault eres un mal antropólogo.

León García Lam, en conferencia en la UNAM sobre los pames.

Dominique era una contradicción en sí misma, entonces puedes escuchar o leer en las redes sociales la gente que dice estas cosas, como que Dominique era el ser más democrático, más tolerante, que trataba a todas las personas por igual, pero de repente sale alguien que dice ‘no es cierto ese güey era el más pedante de todos y era así y así’. Hay gente que lo odiaba, tenía alumnos que no lo soportaban, yo conocí gente que se salió de clases con él, que decía ‘no le entiendo a este señor, de qué habla y ¿qué se cree y por qué es así’? Hay ciertas clases de personas que no lo toleraban y Dominique tampoco. Ahora que murió, mucha gente se desgaja en halagos, pero Dominique era muy irritable e irritante. Si se lo proponía podía hacer la vida miserable, de verdad, podía ser muy hiriente. Era una contradicción, podía ser una persona muy dulce, muy generosa, pero al mismo tiempo podía ser todo lo contrario. Era de extremos, radical: lo amabas o lo odiabas.

A: Intelectualmente, por su formación académica, ¿lo ubicarías dentro del estructuralismo francés?

LGL:  Yo más bien lo consideraría como un maestro que lo leyó y me dijo ‘ese Chemin en los 70´s ya escribía como un posmoderno’. Creo que lo era. La posmodernidad es la crisis que ocurre después de la Guerra y él encarna la crisis de la posguerra, la crisis hasta nuestros días. Encarna la Guerra Fría, el ’68, el fin de la modernidad, el fin del jazz, amaba a Miles Davis. Y encarna también el ingreso a un mundo que hasta el día de hoy desconocemos, que es esta cosa locochona que se llama posmodernidad, que nadie entiende hasta el día de hoy. Dominique encarna esa crisis, es de esos hombres que surgen en la crisis y la encarna, por eso es tan contradictoria e importante su persona.

A: ¿Ideológicamente cómo lo ubicarías, en los polos de izquierda-derecha?

LGL: Él estaba convencido de una democracia aristocrática…aunque era profundamente democrático. Venía de la Francia de las libertades, pero también al mismo tiempo es la Francia de las aristocracias, paradójicamente.

A: ¿No lo definirías como una persona ubicada más a la izquierda?

LGL: En principio sí, porque cuando estuvo en el ‘68 militó en el Partido Comunista Francés y aquí le gustaba la izquierda, leía La Jornada, tenía todo el estereotipo del personaje de izquierda. Pero, pero, y él lo dijo muchas veces: ‘cuando todos levantaban el Libro Rojo, de Mao Tse-Tung, yo me oponía. Sí milité en el Partido Comunista Francés, pero siempre fui crítico. Incondicionales ni siquiera los perros lo son, yo no soy incondicional, pertenezco al Partido Comunista, pero lo cuestiono. Cuando todos levantaban el Libro Rojo yo me oponía y repartía panfletos en contra del borreguismo”. Decía que una de las cosas que le parecían más aberrantes era que en una democracia el voto de los pendejos vale lo mismo que el voto de los intelectuales ¿y qué hay más en el mundo, pendejos o intelectuales? El voto de la democracia es la mierda, ¿sabes? eso decía.  ¿Dónde lo ubico? en una democracia aristocrática radical, así lo llamaría yo.

A: Por sus críticas dentro de la izquierda, en el Partido Comunista, ¿es también un heterodoxo?

LGL: Sí, una heterodoxia, pero no en todo el espectro político, sino una heterodoxia dentro de la democracia. Lo pondría como un demócrata, un ilustrado convencidísimo de las libertades que nos dio la Revolución Francesa, pero al mismo tiempo del reconocimiento de las diferencias humanas que nos hacen a unos peores que otros o mejores que otros.

A: Cuando se da la rebelión indígena en Chiapas en 1994 ¿lo recuerdas simpatizando, ilusionado con aquel movimiento?

LGL: Yo lo conocí en 1995 ya desilusionado del zapatismo, al año se desilusionó. En 1994, si lees el libro de Imagen Pame (que se publica en el ’94) ahí dice, ‘a unos días del movimiento zapatista cuando los indígenas saben explotar’, algo así dice. Dominique todavía ve el inicio de la revuelta zapatista como diciendo ‘por fin se levantan los pueblos para exigir sus derechos’. Me parece que es lo que piensa al inicio…En 1995 para Dominique eso ya era basura. Él conocía la realidad indígena de México en vivo, no lo podías engañar: ya había visto a los izquierdistas, a los guerrilleros, ya había visto a los oficialistas del priismo populista de aquel tiempo, ya había visto la Conasupo, ya había visto los programas del Instituto Nacional Indigenista, ¡ya lo había visto todo! Dominique conoció a Guillermo Bonfil Batalla, a Rodolfo Stavenhagen, a Margarita Nolasco, es de toda esa generación. Deambulo entre la etnología francesa cuyo único interés es la comprensión de la realidad social y la antropología mexicana, que en ese momento era una antropología aplicada, era una antropología política. Él estuvo en las dos partes y lo conocía, sabía cómo estaba todo eso. Cuando llegó el zapatismo se entusiasmó, al año siguiente estaba ya decepcionado de lo que había ocurrido.

León García y Dominique Chemin, en Lagunillas.

A: Con la formación académica que tenía, más allá de impartir algunos talleres o clases en la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, en el Centro de las Artes o en la Fundación Edward Seler, ¿por qué nunca formó parte de esa élite académica en México o en San Luis, por ejemplo, como profesor o investigador de la Universidad Autónoma del Colegio de San Luis?

LGL: Creo que hay dos explicaciones: una parte es lo que hizo Dominique y lo que dejó de hacer; y la otra es lo que hicieron las instituciones, sus personajes, sus directores y lo que dejaron de hacer. Por un lado, me parece que Dominique en el fondo  sufría una contradicción entre que era el querer ser un irrecuperable, admiraba mucho a un autor que nos apasiona,  Arthur Cravan, que es un irrecuperable, un tipo muy interesante que hizo muchas cosas, pero las hizo de tal modo que no se pueda recuperar, que no quede su registro, que no quede su memoria, que no esté en las instituciones, que no sea institucionalizado, no se le hacen homenajes, no hay libros sobre él, no hay nada sobre él y, sin embargo, Cravan hizo una poesía probablemente de lo más sublime que se ha escrito. Fue boxeador, un boxeador poeta que murió y su cuerpo tampoco pudo ser recuperado, no se sabe ni dónde ni cuándo murió, probablemente era sobrino de Oscar Wilde. Es un personaje muy interesante, pero hay muy poco sobre él, casi nada, se saben cosas porque no pudo pasar desapercibido…Dominique en el fondo quería algo así, quería pasar desapercibido, hacer algo inmenso y lo hizo, pero al mismo tiempo ser como invisible por el mundo. De alguna manera muchos de sus gestos nos dicen eso de Dominique y eso explica por qué se autoboicoteaba, cuando recibía una beca o recibía una oportunidad laboral él mismo la despedazaba. Para un trabajo así hay que cumplir con lo que él pudiera llamar son puras mamadas: cumplir con llenar el formato con el dedo de asistencia, con la tarjeta checadora, cumplir con una serie de actos que son conductistas, que son manipuladores, que te controlan las ideas…Me parece que Dominique nunca soportó ese control. Entonces cada vez que él tuvo una oportunidad laboral, las pocas oportunidades laborales, las despedazó, ¿cómo lo hacía?, ¿cómo destrozaba sus oportunidades? pues le mentaban la madre el director, hacía una pregunta incómoda sobre los presupuestos, en el manejo discrecional de recursos, en el compadrazgo, en las élites, en todo esto y hacer algo realmente molesto…de alguna manera su testimonio nos permite comprender cómo funciona la intelectualidad potosina, estás ahí no por el tamaño de tus ideas, sino por el tamaño de tus amistades. No creo que exista una personalidad y que haya existido en los últimos años una personalidad del peso de Dominique en San Luis Potosí, salvo Joaquín Antonio Peñalosa quizá o Rafael Montejano.

A: En el caso de ellos, se trata de sacerdotes.

LGL: Sí. En el caso de la relación con el padre Montejano, cuando conocí a Dominique pensé que se odiaban. A él lo conocí en 1995 y a Montejano por mi familia, quería mucho a mi papá, y a mí me daba la impresión de que Dominique lo odiaba por todo esto que hemos hablado: el señor encumbrado en el Archivo Histórico, el gran historiador pero que narraba una historia en donde los indígenas eran borrados. La primera frase que escuché de Dominique en clase (en la Escuela de Educación Superior en Ciencias Históricas y Antropológicas), es cuando comenta que decía que ya no había pames, lo había dicho en un escrito en el que afirmaba (Montejano) que esos que había en Santa Catarina eran campesinos marginados, pero no indígenas. Dominique dice: ‘este pendejo dice que ya no hay pames, que vaya a Santa María Acapulco a decirles que ellos no existen, que son campesinos marginados, no pames’. Durante muchos años crecí con la idea de que no se llevaban bien, pero en algún momento, creo que después de la muerte de Montejano, Dominique reconoce y me dice ‘era un humanista, porque sabía muy bien lo que yo pensaba, sabía que estaba en una postura completamente en contra sin embargo me ayudó a conseguir una beca y me consiguió un espacio para escribir en el periódico a pesar de que él sabía muy bien que yo pensaba completamente distinto a él’. Ahí vi que era un humanista reconociendo a otro, que pudieron dialogar.

A: En el plano personal, para ti que lo trataste tantos años ¿cuál sería el rasgo más importante en el aspecto humano?

LGL: Quizá son tres rasgos muy importantes: primero que fue dueño de una inteligencia como no he visto otra, he pasado por la UNAM, he visto universidades en Europa, he conocido colegas en todos los niveles y nunca vi una inteligencia como la de Dominique; segundo, creo que la dulzura que había finalmente en él, tenía una dulzura seductora; y en tercer lugar una rebeldía. Su rebeldía, su dulzura y su inteligencia serían para mí los rasgos principales de su personalidad.

Dominique Chemin en bicicleta, Lagunillas. Fotografía: Miguel Villalpando.

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