Ejido El Peyote acuerda rechazar nueva autopista a Matehuala

Estela Ambriz Delgado

En una asamblea informativa referente al proyecto Entronque 75 D Matehuala, que pretende realizar la empresa Infraestructura Potosina de Carreteras, las y los ejidatarios de El Peyote acordaron el rechazo al precio de 40 pesos por metro cuadrado, así como fortalecer la unidad ante la incursión en sus tierras sin que se los hayan autorizado, pues introdujeron maquinaria, hicieron perforaciones y removieron vegetación.

El pasado 30 de abril tuvo lugar la reunión con el fin de dar seguimiento a temas tratados previamente y resolver dudas rumbo a la celebración de la asamblea del próximo sábado 3 de mayo, en la que se someterá a votación autorizar dicho proyecto, y los asistentes se unificaron en el rechazo al mismo, dado que como sucedió en La Tapona, la empresa entró a hacer trabajos sin autorización.

Integrantes del colectivo Guardianes de la Sierra, quienes han asesorado a ejidatarios, informaron que se hizo del conocimiento de quienes asistieron, que se entregó un documento para la intervención y apoyo del Gobierno Federal a través de la Mesa Ambiental Estatal en la que confluyen todas las autoridades ambientales federales.

Además de que ante la preocupación externada por los asistentes respecto de los efectos sobre las corrientes y cuerpos de agua que este proyecto pudiera conllevar, los ejidatarios solicitarán el apoyo y asesoría del Consejo Hídrico Estatal.

Por otra parte, el secretario del Comisariado Ejidal, Eladio Cerda Guerrero, les informó que al acudir a las oficinas de la representación local de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) para consultar los trámites que la empresa ha realizado para su proyecto en lo que corresponde al ejido, le respondieron que no existe ninguno.

Esta situación hizo crecer la desconfianza e incertidumbre, pues no se cuenta aún con los permisos ambientales para intervenir este territorio que se encuentra en la zona de influencia del Área Natural Protegida (ANP) Reserva Estatal Real de Guadalcázar. A lo que se suma la pretensión de adquirirlas por 40 pesos el metro cuadrado.

Además, ante la denuncia de algunos ejidatarios del ingreso de maquinas de perforación, un grupo de ejidatarios junto con la mesa directiva del núcleo agrario se trasladaron al sitio y encontraron perforaciones, remoción de vegetación y creación de accesos para maquinaria.

Guardianes de la Sierra explicó que los trabajadores de la empresa no solamente se metieron a tierras de uso común, sino también a una zona parcelada y se detectó que además de haber perforado sobre el trazo, fueron también a los costados, como si estuvieran detectando bancos de material.

Ante la situación, los ejidatarios realizaron una medición por sus propios medios, en la que calcularon que la profundidad de los barrenos que realizaron es de más de nueve metros, por lo que el colectivo deduce se trata de trabajos de prospección para la búsqueda de material y también para fijar partes de la misma infraestructura carretera, puentes y entre otros.

“Para la gente que fue a hacer la inspección, fue más que indignante, porque esto pareciera que es verle la cara a la gente (…) ¿porqué se están metiendo?, ¿con qué autorización se meten al ejido si ni siquiera han iniciado trámites en Semarnat? Por ejemplo, en cuanto al derribo y destrucción de planta, la creación de caminos, los empresarios se manejan en los límites de la permisibilidad ambiental, pero no puede ser posible, es una total falta de respeto para la gente”.

Al concluir la reunión hubo un acuerdo claro y contundente de que no se permitirá el acceso a la empresa hasta que el ejido analice, acuerde y acepte una propuesta seria. El presidente del comisariado Severo Rosales dijo no estar de acuerdo en la manera en les tratan de imponer un precio y condiciones, como si fueran los dueños de la tierra.

El colectivo consideró que la gente tiene claro que no es un asunto de precios nada más, pues el trazo pasa por encima de ellos, y es algo con lo que van a lidiar toda la vida, aguantar ruido, contaminación, desvío de corrientes; desconocen cómo van a quedar sus parcelas y cómo se va a manejar su ganado.

“Nosotros sabemos que los ejidos cuando esto sucede primero agarran el dinero y cuando ya no tienen nada y cuando ya no es económico, sino el impacto social y ambiental, entonces la gente se lamenta y cuando lo hace ya es demasiado tarde”.

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