El Aquelarre: #JusticiaParaNegrito

Arely Torres-Miranda

Hace unos días, alguien hizo un comentario acerca de los cuidados y el trato que doy a mi perrita, dijo que “es un perro, no sé por qué lo trata mejor que a una persona”, técnicamente estoy acostumbrada a que la gente se exprese así y lo único que pienso es que hay gente que no termina de entender que eso que llaman “solo un perro” representan para muchas personas como yo, un miembro más de nuestras familias. Esa gente segurito se va a ir de espalda cuando sepa que en Francia, desde 2014 se otorgó reconocimiento jurídico a los animales de compañía como “seres vivos dotados de sensibilidad” protegiéndoles por la ley para evitar maltrato o abandono. También España justo el año pasado, el 16 de diciembre para ser exacta, publicó una reforma que entró en vigor el 5 de enero, en la cual reconoce a perros, gatos y otras mascotas como miembros oficiales de la familia y no como objetos, como se han visto reducidos jurídicamente. En esta reforma hay una parte que personalmente, me parece digna de resaltar: se habla que esta ley refleja la lucha contra el maltrato y la crueldad pero también reconoce que “las violencias están relacionadas” y que aquellos que “son violentos con los animales, también lo son con las personas” y estoy totalmente de acuerdo con ello.

No es casualidad que desde el 2016, el FBI incluyó los actos de crueldad hacia los animales en la lista de delitos graves, así como robos, asaltos y homicidios y ordenó que se registraran en la base de datos de Uniform Crime Reporting lo cual ayudará a tener una estadística más clara de estos delitos. Y es que coincido totalmente con Nelson Ferry, trabajador de la unidad de Gestión de Estadísticas Criminales de nuestro vecino país, cuando dice que “la crueldad hacia los animales es un precursor a un delito más grave”. Que si bien es claro que no toda persona que haya maltratado a animales acabará siendo asesino o asesina en serie, si hay un factor muy claro que demuestra que la gran mayoría de quienes cometieron algún asesinato, realizaron en algún momento un acto de crueldad con animales.

En San Luis Potosí comenzamos el año 2022 viendo en redes sociales las publicaciones de vecinos y vecinas del Fraccionamiento Villa Magna, quienes denunciaban que a medio día del 31 de diciembre, un perrito comunitario llamado “Negro” quien habitaba en la primera sección del Fraccionamiento Villa Magna, fue atropellado por un sujeto (quien ahora sabemos se llama Diego) quien con su vehículo arrastra por la calle a Negro y su cuerpecito queda destrozado.

No hay manera de decir que “fue un accidente” y que no vio a Negrito en la calle. No hay disculpa. No debemos de minimizar un hecho así. Cada vez con mayor frecuencia nos enteramos de casos en los cuales, un hombre violenta a los animales de compañía como una manera de ejercer violencia contra alguna mujer. De acuerdo con cifras de una asociación española, los animales son a menudo maltratados a suerte de venganza, sobre todo por parte de hombres que maltratan a sus parejas, correlación que se da en el 71% de las mujeres que acudieron en busca de ayuda, curiosamente, el hombre es a veces quien regala el animal a la mujer para poder ejercer su poder y manipularlas a través del animal. En hogares abusivos, del 86 % de mujeres que tenían un animal de compañía, un 80% refirió que sus animales eran también víctimas de malos tratos. (Quinlisk, 1995). El maltrato va desde negligencia grave, tortura, abuso organizado, abuso sexual y muerte.

Según María José Bernuz Beneitez, Profesora de Filosofía del Derecho y Sociología Jurídica de la Universidad de Zaragoza, España, para hablar del vínculo entre violencia de género y maltrato animal se está hablando en realidad de tres situaciones distintas: el maltrato instrumental, que se produce para causar daño y sufrimiento psicológico a la pareja. En esta situación el agresor maltrata a la mascota como instrumento para hacer sufrir a su familia. En segundo lugar, la investigación ha demostrado que el maltrato animal puede ser un indicador fiable y temprano de otras situaciones de violencia interpersonal o bien de que estas están escalando y se están haciendo más letales. Y en tercer lugar, la repercusión de la violencia contra los animales, dentro o fuera de la familia, en el desarrollo cognitivo y emocional de los menores que asisten como testigos o partícipes en actos de maltrato contra sus mascotas.

Hace unas horas, el gobernador Ricardo Gallardo Cardona publicó en sus redes sociales, que este mes presentarán en el Congreso una iniciativa de ley para castigar con 5 años o más de cárcel a quien “haga lo que le hicieron a Negro” y celebro el interés y la intención de proteger a los perritos, sin embargo, no perdamos de vista que hoy existe una figura en nuestro Código Penal Estatal vigente, bajo el articulo 317 y 317 bis, y la pena es de 18 meses a tres años de cárcel y que el ahora Secretario Guadalupe Torres, en ese entonces diputado, fue una de las personas que en el legislativo acompañó las voces de las organizaciones protectoras de animales en San Luis y que esperamos que en este caso, se aplique el Código vigente y no se abone a la impunidad.

No es un tema menor y en México deberíamos estar poniendo mucho más atención a este terrible fenómeno, no solo a través de una pena carcelaria, también debemos tener mecanismos de prevención y atención de estas conductas criminales. No olvidemos que es obligación del Estado proveer los elementos para que la ciudadanía fomente la cultura de la paz y no violencia. En este tema no podemos decir “es solo un perro”.

Desde aquí mis condolencias a X, mi querido amigo, quien era uno de los cuidadores y proveedores de alimento y salud para Negrito. Que tu dolor encuentre consuelo y que la justicia haga lo propio. Abrazos.

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