El galimatías electoral de la alianza PAN-PRD-MC

Por Alejandro Rubín de Celis

¿Puede haber congruencia en una alianza electoral como la del PAN, PRD y Movimiento Ciudadano (MC) donde en unos municipios y estados estos partidos irán  juntos y hablarán bien entre ellos en las campañas, y en otros serán adversarios y se darán hasta con la cubeta al ventilar sus abusos y corruptelas como partidos y gobiernos? ¿Podrían los perredistas apoyar la posición antiaborto del PAN en el  remoto caso de que ganaran la elección presidencial en 2018 con un candidato blanquiazul? ¿Apoyarían los panistas la diversidad sexual y el matrimonio homosexual en el caso aún más remoto de que ganen las elecciones con un candidato perredista? ¿A qué suena que el PAN en San Luis Potosí  le eche porras a un candidato de su virtual Frente Ciudadano por San Luis en Matehuala emanado del PRD (es sólo un ejemplo), y cuestione con fiereza al candidato perredista a la alcaldía de la capital, que muy probablemente será Ricardo Gallardo Juárez, a quien ya ha criticado con severidad por su opacidad, populismo y presunto desvío de recursos? Detrás de la alianza PAN-PRD-MC, ¿habrá alguna ideología y principios que verdaderamente defiendan causas sociales?

La historia reciente es clara y aleccionadora. Si alguna vez los partidos realmente siguieron alguna doctrina de pensamiento y defendieron algunas causas sociales, eso quedó atrás desde hace lustros. El PAN combativo de los años 80, que al menos defendía con vehemencia el respeto al voto, sucumbió a los apetitosos ofrecimientos de espacios de poder del sistema priista, especialmente a partir de 1988 cuando uno de sus más conspicuos y oscuros personeros, Diego Fernández de Ceballos estableció las Concertacesiones con Carlos Salinas de Gortari.

Con la reforma electoral de 1996, los partidos políticos comenzaron a recibir importantes cantidades de dinero para costear su gasto corriente y de campaña, y gradualmente el financiamiento público a todas las fuerzas políticas se incrementó provocando que fuese con dinero y no con ideología y propuestas de gobierno que se ganaran elecciones.

PAN y PRI venía de la mano desde 1988 compartiendo privilegios y luego los repartieron paulatinamente a otros partidos políticos como el PRD, que tras su rompimiento con Andrés Manuel López Obrador (particularmente el grupo de Los Chuchos), se alió al blanquiazul y al tricolor en el Pacto por México de 2012. Por supuesto, otros beneficiarios han sido los partidos que el propio sistema ha creado, como el Partido Verde, Nueva Alianza y Encuentro Social, que suelen vender caras sus alianzas con los partidos grandes.

La distorsión política que hace que un partido se alíe con otro en un municipio o estado y sea su acérrimo enemigo en otro, ya sea en la misma elección o en una anterior o posterior, la promovió con fuerza el Partido Nueva Alianza (Panal) de Elba Esther Gordillo, que en 2006 se alió con el PAN en Guanajuato (también en la elección presidencial); con el PRI en varios estados entre 2009 y 2012 (Campeche, Colima y Querétaro, Aguascalientes, Quintana Roo, Chihuahua e Hidalgo, entre varios más). Muchas otras alianzas de este tipo se han dado entre diversos partidos en los últimos 11 años.

Para la elección presidencial de 2018 se han aliado PAN, PRD y MC (también lo intentó el Panal pero al ver que no obtendría suficientes privilegios y espacios de poder, desistió). Pero resulta que no en todos lados irán juntos, en varios estados hay todavía fuertes resistencias para integrar la alianza con los tres partidos. El alcalde de Guadalajara, Enrique Alfaro, ya anunció que irá sólo con MC como candidato a la gubernatura de Jalisco, que no quiere ni necesita del apoyo de los blanquiazules ni de los del sol azteca; en Colima y Sonora sólo irán PAN y PRD; en Tabasco éstas dos fuerzas políticas irán con el Partido Verde; y en San Luis Potosí los panistas no quieren nada con el PRD que controla en la capital el alcalde Ricardo Gallardo Juárez, pero sí negocian aliarse con el partido del sol azteca en otros municipios del Estado.

¿Será su genuino interés por mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos y su amor por México lo que los ha conducido a producir este galimatías electoral, o su ambición desmedida por conservar y ensanchar sus espacios de poder?

A lo largo de los últimos 30 años los partidos y los gobiernos emanados de las distintas fuerzas políticas han dado amplias muestras de que su interés está en mantener sus canonjías y no en que pueda progresar la sociedad, y la muestra más clara está en los incontables actos de corrupción que ha documentado, sobre todo, la prensa independiente, y de los que no hay ningún color que se salve.

La izquierda y derecha de antaño, como oposición al PRI, se han desvanecido, y hoy todos los partidos actúan prácticamente de la misma manera. El panista potosino J. Carmen García Vázquez dijo alguna vez: “Al PAN y al PRI nos divide la ideología pero nos une el presupuesto”.  Pero hoy, ¡a todos los une el presupuesto!

Y quizá, como dice el también potosino Daniel Diep, erudito que ha estudiado la filosofía por más de 55 años: “no hay izquierda ni derecha, sólo hay arriba y abajo”.

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