El hombre que negó el saludo a Hitler

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Su nombre era August Landmesser, un sencillo trabajador alemán que hoy en día se ha convertido ya en un ícono. Fue el opositor-pasivo, un hombre valiente que en 1936 se negó nada más y nada menos que a alzar su brazo para dar el característico saludo a Adolf Hitler.

Cruzado de brazos.

Corría el año de 1936; en Hamburgo, se estaba botando un distinguido buque de la marina alemana y los trabajadores, todos aquellos que habían formado parte de aquel trabajo, estaban en el muelle participando en el evento ante la cúpula del Reich, y por supuesto, del Führer.

August estaba allí con sus compañeros, y cuando llegó el momento de alzar el brazo para lanzar el férreo saludo a Hitler, optó por cruzarse de brazos. Se negó a hacerlo. La verdad es que no llamó la atención de nadie, tal vez los compañeros que tenía al lado se dieron cuenta de su orgulloso desaire, pero nadie le recriminó entonces su ofensa. Lo que no sabía August Landmesser es que un fotógrafo había captado esa imagen en la inmortalidad de su objetivo.

Tras aquello, se sabe muy poco de este trabajador de los astilleros de Hamburgo. Sólo que fue a la guerra, que no tuvo suerte y que desapareció, lamentablemente, en combate en 1944. No fue sino hasta 1991 cuando este hombre salió de pronto del olvido a la notoriedad, del silencio a la admiración.

Fue una de sus hijas, de nombre Irene, quien lo identificó de pronto en una serie de fotografías impresas en un periódico alemán muy antiguo de la Segunda Guerra Mundial, que casualmente cayó en sus manos.

La mujer quedó fascinada: ahí estaba su padre, el único hombre que aparecía con los brazos cruzados en medio de una masa que lanzaba su saludo a Hitler. De inmediato contactó con el Washington Post y se publicó de inmediato su gran historia.

 

 

Detrás del hombre rebelde.

Angus Landmesser era un integrante del Partido Nazi desde 1931 y hasta 1935, con la esperanza de obtener un trabajo, pero cuando se enamoró y casó con Irma Ecker, fue expulsado. Su esposa era judía.

Tuvo dos hijas, y fue por esto, por amar a una mujer judía y formar una familia con ella, por lo que fue a la cárcel. Pero ahí no queda todo: a Irma también la detuvieron, quitándole a sus hijas y separándolas. Para ellos, August había “deshonrado a la raza” y debía ser castigado por ello. La Gestapo se encargó personalmente de sancionarlo y romper con su vida.

A lone man refusing to do the Nazi salute, 1936 2

Irene, quien identificó a su padre, fue separada de su familia y llevada a un orfanato, donde fue educada por otros padres. Sencillamente espantoso. Y fue por eso, por esa rabia inmensa, por ese desprecio infinito, la razón por la que August Landmesser se negó aquel día a mostrar su saludo a Hitler…

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