El hotel más pequeño del mundo

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Se localiza en las Islas Canarias y se llama Hotel Punta Grande. Este es el hotel más pequeño del mundo según el libro Guiness. Cuenta con 600 metros cuadrados y 9 metros de altura, convirtiéndolo en el alojamiento más reducido, con cabida únicamente para cuatro habitaciones dobles.

Pero la experiencia vale la pena.

Los que se han alojado aquí, comentan que es como estar navegando en medio del mar. Y es que las olas suelen salpicarlo de vez en cuando; aunque es muy corta la distancia que la separa del océano y mucho el trayecto que han de recorrer los turistas que deseen pasar la noche aquí. Pero es un lugar único. Te invitamos a seguir leyendo…

El remoto hotel de la Isla del Hierro.

Llegar hasta este hotel es toda una aventura. Se sitúa en el rincón más lejano de la isla del Hierro, un escenario volcánico bordeando el océano Atlántico, ahí donde se alza un embarcadero rocoso y escarpado. Se trata de una zona donde suelen merodear muy a menudo un tipo de lagartos autóctonos y especialmente grandes, una especie tan antigua como peculiar.

Como puedes ver, el contexto no tiene desperdicio. El edificio era antiguamente un despacho de aduanas que acabó en desuso por la decadencia del comercio marítimo con América, una construcción que una mujer decidió renovar para ofrecerle una nueva finalidad. ¿Por qué no? Era un escenario idóneo para crear un alojamiento. El más pequeño del mundo.

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Noemi Thinosi, quien residía en la isla desde hacía ya 20 años, decidió tomar las riendas del negocio y evitar la desaparición de tan peculiar escenario. Algo curioso que también se debe tomar en cuenta al visitar el sitio es que la decoración es completamente ecológica. Se han utilizado materiales reciclados de buques o barcos naufragados.

Además, en las paredes se pueden encontrar ojos de buey, brújulas, cartas marinas, y hasta un traje de buzo con escafandra incluida. ¿Qué tal?

La verdad es que son muy pocos los que se aventuran a llegar hasta aquí y pasar una noche, a pesar de su incomparable vista, acompañados por el Atlántico gris ronroneando eternamente ante las ventanas. Sólo el mar y uno mismo. Las habitaciones son muy sencillas también, tanto que uno puede llegar a pensar que se encuentra en un camarote de un barco. Techos de madera, instrumentos marinos, nada de televisor, teléfono y sin cobertura para Internet… Y lo más interesante, es que dispone de una terraza desde donde se puede lanzar la caña de pescar.

¿Qué más puede necesitarse para una estancia en el hotel más pequeño del mundo?

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