La Navidad es uno de los instantes del año más especiales por sus distintas celebraciones. En la actualidad se puede comparar con un tiempo verdaderamente mágico para todos nosotros, pero no siempre resultó así. Y el invierno de 1914 es prueba irrefutable de ello.
1914. La batalla de Ypres.
De acuerdo a la historia y leyendas de esa época, en los días finales del año 1914 la batalla de Ypres se paralizó y con ella, por algunos momentos, también la guerra. En un pequeño terreno de combate habían fallecido cerca de doscientos cincuenta mil personas. Cada vez más se respiraba el deseo de terminar la ofensiva de guerra previo a la llegada de ese Fin de Año.
Llegó la navidad.
Fue entonces cuando llegó la hora de la Nochebuena y el mencionado campo de batalla y locura fue iluminado por una hermosa y brillante Luna Llena. Muchos de los soldados que componían el ejército inglés notaron con cierto entusiasmo que los combatientes alemanes no tenían la intranquilidad de todas las noches anteriores.
Brillaban cientos de luces, pero aparentemente los centinelas ya no disparaban. Esas luces no eran otra cosa que Árboles de Navidad, que con gran inventiva, habían logrado armar los soldados alemanes. Era la llamada “Tregua de Navidad” del año 1914.
Noche de paz.
Desde las trincheras del ejército alemán miles de gargantas entonaron la canción “Noche de Paz” a lo que los ingleses respondieron inmediatamente con sus tradicionales cantos. Estaban solamente a unos cincuenta metros de las zanjas adversarias, pero por ninguna de las mentes allí presentes pasó la idea de disparar un solo proyectil. Incluso cuenta la historia, que un soldado alemán tuvo la valentía de ponerse de pie y salir de su escondite para cantar algunos villancicos. En cualquier otro día esa acción lo hubiera transformado en un perfecto blanco.
Esa noche la única contestación que recibió por parte de los contrarios fue que, inimaginablemente, un grupo de soldados ingleses le replicaran con sus propios coros. Ese campo de batalla de sangre y muerte había sido iluminado por la Paz de Navidad. Ya en el amanecer la tregua prosiguió, los soldados tranquilos y cada uno en sus trincheras aprovecharon a descansar y confraternizaron. Tomaron fotografías, conversaron y hasta disfrutaron del fútbol con latas como pelotas. ¡Resultó un verdadero símbolo de amistad y paz!
