Portada: Mario Guzmán/EFE
Por: Luis Moreno
Los resultados de la jornada electoral del domingo en el Estado de México y Coahuila fueron los esperados, sin embargo, es imposible no sentir asombro al estar frente a la muerte del PRI, el partido político que fue mucho más que eso, pues prácticamente es el arquitecto de cada uno de los aspectos profundos de la construcción del México contemporáneo. El tamaño de Andrés Manuel López Obrador se puede medir a partir de la derrota que le ha propinado no a un hombre o una mujer, sino al ente que inventó a este país.
Los otros partidos que acompañaron al PRI (PAN y PRD) fueron solo testigos mudos, que en nada pudieron ayudarle y ahora solo les queda tratar de vender la versión de que la jornada del 4 de junio del 2023 quedó 1 a 1, cuando en el fondo saben, y lo sabemos todos y todas, que no hay comparación entre los 3.1 millones de habitantes de Coahuila y los 16.9 millones que tiene el Estado de México.
Lo ocurrido es el presagio inequívoco de lo que veremos en un año: Morena, la 4T, ganarán sin ninguna complicación la elección presidencial, con el candidato o candidata que pongan y eso me parece que son buenas noticias para el país, no obstante, hay una cosa que debe preocuparnos: qué pasará con aquellas personas identificadas con la derecha que comenzarán a cansarse de no verse representadas en el poder público.
La y el votante de derecha en México, regularmente inclinado a apoyar al PAN, está hoy sumamente desatendido, la muestra más contundente de ello es que su partido lleva aliado dos años con sus dos rivales históricos, el PRI y el PRD, lo que representa una renuncia total a sus convicciones ideológicas, y pese a ello no ha tenido un solo triunfo importante y tampoco parece que vayan a conseguirlo pronto. Los valores conservadores en México no encuentran resonancia frente a una visión progresista que cada día se vuelve más generalizada y que se profundizará en los próximos siete años.
El liderazgo mediocre de las supuestas personalidades panistas ha ocasionado que prosperen figuras con un discurso estridente, mentiroso, manipulador y vulgar, que afortunadamente son casos aislados, pero si la oposición continúa aferrada a no presentar una oferta de valor más allá del antilopezobradorismo, dará pie, en el mediano plazo, a la institucionalización de una ultraderecha que asustará hasta a los líderes yunquistas más radicales.
Escucho crepitaciones que se originan en los sótanos más obscuros de la sociedad conservadora: en un año he recibido varios volantes y publicaciones promocionales de ideas sinarquista y falangista; las organizaciones de corte nacionalista, religioso y antiprogresista como Creemos en Nuevo León, Frena o el Movimiento Viva México de Eduardo Verástegui, toman relevancia al reunir a sus líderes con políticos y empresarios (en San Luis Potosí, Eduardo fue recibido por el alcalde Enrique Galindo y el gobernador Ricardo Gallardo); y la ultraderecha mundial busca hacer presencia en el país mediante eventos como la Conferencia de Acción Política Conservadora y el Congreso de la Iberósfera, ocurrido en el 2022, en el que participaron representantes de los partidos VOX (España) y La Libertad Avanza (Argentina).
A Morena, a López Obrador y al país, le urge una oposición responsable, inteligente, mesurada y que dialogue. Ante la incompetencia e indolencia de sus rivales, yo apelaría a que en la malevolencia (en el buen sentido, si es que eso es posible) de la mente del presidente se materialice la idea de crear a su propia oposición o al menos dar espacio a que alguien más lo haga, para que esta desfogue el descontento derechista, pues si no surge pronto algo, en pocos años estaremos parados frente al abismo de una ultraderecha que es capaz de todo.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es un periodista potosino que ha colaborado con medios como La Orquesta.mx y Sol de San Luis. También ha trabajado en comunicación política en campañas nacionales para partidos como Morena, PRI, PRD y candidaturas independientes.
