El médico y el maestro

Octavio César Mendoza

Desde diversas trincheras, menos la de la propia comunidad universitaria, de manera intempestiva se alzaron voces que pedían a gritos que la Universidad Autónoma de San Luis Potosí se vistiera de lumbre, como en los peores años del universitarismo porril.

¿Serán conscientes de la historia los comunicadores que hacen un llamado a la movilización? Me precio de ser testigo de aquellos años en que el espíritu de la violencia se apoderó del corpus universitario para desestabilizar al Estado, a partir de un llamado a la defensa de los intocados intereses patrimonialistas de una rectoría que, dentro de una institución pública, sentía como propios los bienes de la antedicha.

Por eso es importante hacer un llamado a la mesura, al diálogo, al trabajo en conjunto; ánimo que tuvo y tiene el Gobierno del Estado para sentarse a platicar y, así, por la vía de la razón, evitar el conflicto.

Sucedió ayer, cuando el secretario general de Gobierno, J. Guadalupe Torres Sánchez, invitó al rector de la UASLP, Alejandro Zermeño Guerra, a platicar en torno a las haciendas de la máxima casa de estudio, para trazar una ruta hacia el desahogo de las carencias que esta última sufre.

No estamos en los años 80 y 90 del siglo pasado, como para pretender ignorar que la diplomacia resuelve más problemas que los llamados a tomar las calles. Me dirán que exagero, pero quienes vivimos de cerca la capacidad que tienen los jóvenes (porque yo también lo fui) de acercarse al extremo más belicoso de la manifestación pública, es asombrosa. De ahí que me parezca altamente irresponsable, desde los medios, hacer llamados a la aparentemente genuina movilización que, en el fondo, busca generar ingobernabilidad.

Es razonable, desde luego, que la comunidad universitaria se solidarice con su directiva y su rectoría, cuando los recursos públicos son escasos por una u otra razón; y también es cierto que la Universidad Autónoma de este estado realiza un esfuerzo enorme por mantener el barco a flote. De ahí a que se llame al motín por el atractivo del botín, es otra cosa, pues la propia institución educativa saldría perdiendo, si se rebasan los límites de la protesta pública. Listen to me.

El doctor Zermeño, médico al fin, ha sabido operar de manera precisa su lugar en la historia, al evitar la confrontación de la UASLP con el Gobierno del Estado, y ha tomado su digno lugar de interlocutor único ante el encargado de la Gobernabilidad del Potosí, y este ha puesto su palabra de mediar entre una y otra entidad para que el tema financiero no sea el leit motiv de personajes sin escrúpulos que están más urgidos de nota roja que de negociación y resolución. Esto que hacen el médico y el maestro, es saber sanar las heridas y enseñar de gobernanza.

Es cierto que todo proceso de entendimiento se lleva su tiempo, pero paciencia es la virtud que le sobra al doctor Zermeño, e inteligencia y operatividad es lo que posee su contraparte en esta mesa de trabajo. También es cierto que la Universidad debe modernizarse en términos políticos, para dejar de ser refugio de individuos forjados en la antigua forma de acumular poder, empezando por la vanagloria de su estatus directivo y su idea de que los recursos públicos que recibe una universidad pública, no deben ser sujetos de fiscalización pública. No estamos en los 80, señoras y señores, y lo digo con absoluto respeto a la autonomía y la libertad de cátedra.

Así que el llamado es no llamar al desencuentro, sino a propiciar la apertura al diálogo. Y guarden esas antorchas, esos picos y esas palas porque, si se acuerdan, los años más oscuros del alma máter de la mayor parte de la clase política gobernante, fueron provocados por los demonios del porrismo, esa bandera manchada de sangre.

De lo que se trata, es de entendimiento entre mentes lúcidas. Ninguno de los actores puede ni va a actuar de manera irracional, ni a alentar un conflicto, sabedores de que esto no es tema de sus personas o sus egos, sino de las instituciones que ambos representan. Por ende, es importante moderar el uso del lenguaje, no recurrir a la falsa premisa acusatoria, y evitar los ataques ad hominem, o el ejercicio de la política y el poder y el periodismo ad baculum.

Toda persona que se precie de ser inteligente, hace llamados a la prudencia, el diálogo, la mesura y la razón, y no a tomar las armas como si esta fuese la única vía hacia la resolución de todo conflicto. Vivimos en el siglo XXI, damas y caballeros, y los afanes de violencia deben seguir siendo limitados por las ganancias del pensamiento crítico, mas no exacerbado. Tranququis, morros, diríase en mi cultérrimo barrio cuando la víctima se encuentra entre la navaja y la santa muerte.

Apenas se sentaron a platicar los mandamases, y llegarán a un acuerdo. Así que dense tiempo para leer un poco de qué va la maravillosa ilustración francesa. Me lo agradecerán a mi, que sólo soy un simple terrenal educado en una biblioteca -léase esto último al tono vocal de un imaginario dueto a capela entre Borges (ciego ya) y el cantante de cuyo nombre no me acuerdo o, más bien, he decidido olvidar involuntariamente.

Paz, hermanos.

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.

Es poeta, escritor, comentarista y consultor político. Actualmente ocupa la Dirección General de Estudios Estratégicos y Desarrollo Político de la Secretaría General de Gobierno del Estado. Ha llevado la Dirección de Publicaciones y Literatura de la Secult-SLP en dos ocasiones, y fue asesor de Marcelo de los Santos Fraga de 1999 a 2014, en el Ayuntamiento y Gobierno del Estado de SLP, y en Casa de Moneda de México. Ganador de los Premios Nacional de la Juventud en Artes (1995), Manuel José Othón de Poesía (1998) y 20 de Noviembre de Narrativa (2010). Ha publicado los libros de poesía “Loba para principiantes”, “El oscuro linaje del milagro”, “Áreas de esparcimiento”, “Colibrí reversa”, “Materiales de guerra” y “Tu nombre en la hojarasca”.