Ciudad de México (04 de octubre de 2015).- Para algunos, la persona adquiere una suerte de esplendor o aura interesante con tan sólo pronunciar la palabra ‘capuccino’ en un café o restaurante, por modesto que sea. ¿Pero cuál es la historia de esta palabra tan familiar y exótica a la vez?
El origen.
Capuccino viene de la palabra italiana ‘capuccio’ que significa “capucha” y se asocia al hábito utilizado por los monjes capuchinos, quienes comenzaron como un movimiento reformista dentro de los franciscanos, haciendo llamados al regreso a la vida modesta y el trabajo duro, que inspiró a los fundadores; vestidos toscamente y luciendo largas barbas, adquirieron ese nombre de los niños que les gritaban “¡scapuccini!” al verlos en las calles.
Literalmente, esta palabra italiana significa “sin capuchas”, aunque con el tiempo pasó a significar simplemente “ermitaños”. Oficialmente, fueron identificados como capuchinos en 1535.
Hoy en día, hay unos 11 mil miembros de este movimiento alrededor del mundo, y el color marrón de sus túnicas es probablemente la razón por la que le han dado nombre a una raza de monos y a las tazas de café marrón (en lugar de negro), suavizado con leche, crema e incluso huevo.
La primera vez.
En Italia, la palabra capuchino se utilizaba para referirse al café en la década de 1930.
Un escritor francés lo registró en Venecia en 1937. Pero en realidad fue en alemán -“kapuziner”-, el idioma en el que la palabra se utilizó por primera vez para referirse al café.
Se cree que esa conexión se deba al monje capuchino Marco d’Aviano, quien fuera confidente del emperador austríaco Leopoldo I en la década de 1680.
El primer local dedicado al consumo de café en Viena apareció hacia esa fecha, pero el término “kapuziner” no fue registrado hasta más tarde. Un ejemplo es la receta para un “kapuzinerkkafe” (un café capuccino) de Wilhem Tissot, publicada en 1790; en ella se explica que primero se hierve el café, luego se mezcla con crema, azúcar y especies, y luego se vuelve a herbir.
Posteriormente, se vierte sobre las claras y las yemas del huevo y se baten.
Para los amantes del café en Viena, durante los siglos XIX y XX, el término ‘capuccino’ se quedó para describir un café con leche. En ese sentido, expertos italianos aceptan que los alemanes tomaron el término y lo aplicaron al café, pero insisten en que el capuccino que tomamos es una bebida italiana. Y están en lo cierto.
El capuccino moderno es el resultado de la evolución experimentada a lo largo del siglo XX por las máquinas de café expreso, que calientan la leche y producen espuma, por la que los amantes del café deben estar eternamente agradecidos a los italianos.
Fuente: BBC Mundo.
