En el alma de la música mexicana: Fernando Z. Maldonado

Mariana de Pablos

Un soñador, un creyente del amor, un romántico empedernido a quien las letras y las notas fluían como en cascada: natural, poderosas, y, ante todo, armónicas. No era una estampida de acordes, imposible de domar, de esas que arrasan con todo cuanto pisan y cuyo fuego termina por consumirlo a uno mismo. El alma de Fernando Z. Maldonado era más bien la de una llama constante, brillante, serena. Con el ímpetu de un creador, pero el control de un director de orquesta.

Su destino estaba entrelazado con la música desde el momento en que nació y él, como si se tratara de un mandamiento divino lo supo aceptar con la gracia de los grandes. Afinando el oído, domando el alma y fluyendo con las notas de la naturaleza, Fernando Z. Maldonado se inició en el mundo del arte desde muy joven y, casi sin querer, escaló y escaló hasta convertirse en el representante de más de un género, y ser reconocido por el mundo entero como una referencia elemental en la música mexicana.

Desde sus inicios mostro una gran versatilidad con las composiciones. A Maldonado se le ha reconocido ampliamente por hacer éxitos en el género ranchera de mariachi, pero incursionó de forma sobresaliente en música de orquesta, balada, bolero, norteña y hasta cumbia. De ahí que su capacidad para conocer los diversos géneros, explorarlos y jugar con ellos hasta obtener un resultado nunca antes escuchado se haya convertido en un rasgo característico de la personalidad musical de este cantautor.

Fernando Z. Maldonado sentó un antes y un después en la forma en que se concibe la música mexicana. Fue autor de más de 300 composiciones interpretadas en las voces de personajes como Vicente Fernández, Javier Solís, Sonia López, el trio Los Panchos y muchos otros más. Su entrañable amigo el maestro Armando Manzanero decía que la canción última más importante mexicana se llama “Volver volver”. Sentando así no solo un hito en la historia y convirtiéndose en una parte importante del espíritu y el alma musical de México, sino además entrelazando vidas, superando las barreras del tiempo y el espacio. 

Fernando Z. Maldonado y Armando Manzanero.

Los pasos de un artista

Para Fernando Zenaido Maldonado Rivera el destino estaba trazado desde el momento en que puso pie sobre esta tierra un 20 de agosto de 1917. Criado en un nido de artistas, desde muy joven, en su natal tierra –en el municipio de Cárdenas en el estado de San Luis Potosí, desarrolló el talento musical que le fluía en las venas con el ímpetu de un río apasionado. Siempre acompañado y dirigido por su tío Evodio Rivera Torres y su abuelo don Tristán Rivera, ambos importantes músicos, estudió flautín, armónica y piano. Componiendo así, a la corta edad de siete años, su primera inspiración: vals Catarina, dedicada a su madre.

Sus padres fueron Moisés Maldonado y Catalina Rivera de Maldonado, y tuvo cuatro hermanos: Juan, José, Concepción y Elisa. Desde pequeño mostró gran interés y facilidad para aprender. A los 13 años se desempeñó tocando el primer flautín en la Banda Municipal de Cárdenas. Dos años más tarde, en 1932, fue director musical orquestal del grupo “Los bohemios” donde tocaba el piano. A sus 17 años compuso Qué fácil, bolero ranchero y su primera canción de tipo popular. Además, trabajó en estaciones de radio locales donde se encargaba de programas musicales en los que actuaron entre otros Chelo Flores, Cuca Salazar y más artistas de la época.

Grupo Los bohemios. Fernando a los 15 años en el piano. 1932. Cárdenas, SLP.

En 1940 migró a Monterrey, donde integró un grupo musical con el que incursionó en los espectáculos y en la radio. Fue aquí, mientras se desempeñaba en la estación XET, donde conoció a María Luisa Basurto Río de la Loza, llamada artísticamente como María Alma, quien para ese entonces ya era una destacada cantante y compositora. Sería con ella con quien, tan solo dos años más tarde contraería matrimonio, tendría dos hijas, María Alma y María Mirza; y viajaría a la Ciudad de México con el firme propósito de incorporarse a la catedral de la radio: la XEW.

Una vez contratados, Fernando Z. Maldonado se dio a la labor de impulsar sus composiciones y fue Miguel Aceves Mejía quien interpretó su canción Corazón dormido; posteriormente Qué fácil, con el tenor Julio Flores; y después Momento divino con Lupita Palomera, canciones que poco a poco le dieron fama.

Amor de la calle (1947) en la voz de Fernando Fernández y Voy gritando por la calle, éxito de los Hermanos Martínez Gil fueron boleros que alcanzaron gran popularidad, el primero siendo premiado como Mejor Canción de 1950 y llevado al cine con la película del mismo nombre. También en este año empezó a trabajar en la compañía discográfica Discos Musart donde dirigió a varios artistas y grabó profesionalmente como pianista. Sin embargo, debido a las limitantes de su contrato, recurrió al pseudónimo Fred McDonald y firmó un contrato con la compañía CBS. Lo que le siguió fue una impresionante carrera como pianista, llegando a grabar hasta 36 álbumes de larga duración.

En 1972 compuso Volver, volver, que se convirtió en la canción más emblemática de su carrera y considerada, al día de hoy, la más más icónica de la música regional mexicana. Ha sido interpretada por artistas como Vicente Fernández, Luis Miguel, Rocío Jurado, Raphael, Lucero, Camilo Sesto, y también grabada en más de 10 idiomas.

Fernando Z. Maldonado junto a Vicente Fernández.

Como director artístico y arreglista tuvo notables éxitos con sus cumbias colombianas que trajo a México en versiones instrumentales. También trabajó como arreglista con Las Hermanas Huerta, el Trío Los Panchos, La Prieta Linda, Fernando Fernández, Enrique Guzmán, Andy Russell y Javier Solís. Siendo así catalogado como el mejor arreglista de México.

A lo largo de su carrera artística fueron muchos los artistas que interpretaron las canciones de Fernando Z. Maldonado, alcanzando la fama y el reconocimiento a través de sus palabras, su visión y su creatividad musical. Llegando incluso a consolidarse la idea de que no hay artista en México que se precie de ser importante al que Fernando no haya escrito algo.

Un músico de y para el pueblo de México

Conocer a un personaje eminentemente talentoso como lo fue don Fernando pareciera algo difícil, incluso imposible. Pues se trata de uno de esos personajes que pasan por esta tierra casi sin pisarla: livianos, como un ente que flota grácil en la naturalidad de su vocación, fiel a su llamado. Y que, al hacerlo así, siguiendo el camino que traza el palpitar de su corazón, se vuelven inmortales. De esta forma, la única manera de conocerlos, realmente conocerlos es a través de la materia física, viva, aquella que puede trascender al tiempo y el espacio: su música.   

En 2021, Pável Granados, director general de Canal 22, y uno de los principales estudiosos de la música popular mexicana, en una charla que tuvo con Myrza Maldonado –hija menor de Fernando Z. Maldonado– en el programa “Canto, amor y guitarras”, señaló que cuando uno aprende a escuchar a Fernando es posible percibir un estilo tan inconfundible, tan propio y tan único de él. Afirmando incluso que “la manera de tocar el piano y de hacer arreglos de Fernando es única”.

En su música es posible reconocer la variedad de estilos que lo caracterizan y además la influencia de ritmos que traía consigo de sus viajes a otros países del mundo. Distintivo que le ha ganado el reconocimiento de haber sido el que introdujo la cumbia a México en los años 50’s luego de un viaje que realizó a Sudamérica.

Otro elemento característico de la personalidad musical de Fernando Z. Maldonado es que “lo llamaban las historias chiquitas”. Se inspiraba de relatos o anécdotas con los que podía comunicarse y empatizar con la gente del pueblo, con sus dolores y sus carencias. Amor de la calle, por ejemplo, señala Pável, es una canción trágica que alude a las mujeres que se prostituían.

De igual forma, sobre Payaso, Myrza Maldonado, en entrevista con Astrolabio Diario Digital, cuenta que surgió a partir de una anécdota personal: “Un día, estaba sentado en una esquina un payaso muy molesto, y le preguntó mi padre qué le pasaba. Resulta que lo acababa de dejar la esposa, y de ahí nació la frase: ‘En cofre de vulgar hipocresía, ante la gente oculto mi derrota, payaso con careta de alegría, pero tengo por dentro el alma rota”.

“Es gente que sufre en muchos aspectos”, señala Pável Granados, y con la que muchas personas se pueden sentir identificados, “por eso yo creo que, si hay un compositor que triunfó en el mundo de los cafés, de los billares, de los lugares donde uno ponía una moneda para escuchar una canción fue Fernando Z. Maldonado”. Explica que fue un compositor popular en dos sentidos: al ser conocido por la gente, pero también porque le cantaba a los sentimientos y a las historias de la gente común, de la gente del pueblo. De ahí uno de los motivos por los que todavía sus canciones sean tan queridas y entonadas.

Se trata, además, de un personaje sobre todo entrañable a quien, en sus fotos y videos se le veía siempre contento, con una humilde sonrisa en los labios. “No por nada lo querían tanto los intérpretes y lo quería la gente”, expresa Pável.

Myrza Maldonado cuenta que, más allá del éxito y la fama, era una persona sobre todo sencilla. Un hombre alegre, agradable y simpático, que “se la pasaba contando chistes”. Y es que, como afirma Pável, entre sus muchos éxitos, la cultura en general ha olvidado al hombre detrás de las letras, la personalidad de Fernando Z. Maldonado. Por ello, señala, sería importante unir un repertorio de sus canciones, escucharlas con atención, saber de qué se tratan y de esta forma irlo descubriendo a él.

En el Alma de don Fernando, una historia de amor

Fuente de inspiración, compañeros de melodías, amor apasionado. Se vuelve imposible hablar de Fernando Z. Maldonado sin hablar de quien fuera su compañera de vida por casi una década. María Alma (1915 – 1955) fue una prolífica compositora y talentosa interprete “a la altura de mujeres como Consuelito Velázquez y Ema Elena Valdelamar”, según Pável Granados.

Tal como don Fernando, María Alma fue descendiente de una familia de mujeres artistas. Su madre, Estela Ríos, desde muy joven se dedicó a la actuación, la danza y la escritura. Asimismo, Enriqueta Porchini, su abuela, fue una reconocida cantante de ópera. Su carrera como compositora e interprete inició a los 12 años, al integrarse en la compañía teatral de Lupe Rivas Cacho. A esta misma edad, María Alma compuso su primer tema musical, Noche de mar.

María Luisa Basurto Río de la Loza, María Alma.

Dentro de sus grandes éxitos destacan el tema Tuya soy, dedicada a su esposo Fernando Z. Maldonado y pieza musical principal en la película mexicana La mujer sin alma, protagonizada por María Félix. Así como El Papelerito también llevada la pantalla grande en 1951; Perdí el corazón, No me hables de ese amor y Compréndeme, ésta última interpretada por distintas generaciones de actrices y cantantes como María Félix, Marco Antonio Muñiz, Vikki Carr, Celso Piña y Lorenzo de Monteclaro.

Fernando Z. Maldonado y María Alma fueron una pareja de compositores en completa sintonía. Quienes tuvieron la oportunidad de conocerlos los recuerdan como una pareja increíblemente talentosa que se procuraba mucho. Siempre juntos. “Tu escuchas a María Alma y en el piano está papá, en todas sus grabaciones. Así eran ellos. Papá y mamá eran letra y música”. Así, con estas palabras es como los inmortaliza su hija Myrza.

Fernando Z. Maldonado y María Alma.

“La manera en que Fernando Z. Maldonado acompañó en el piano a María Alma es parte de la antología del bolero en México”, afirma Pável Granados. Se trata de una historia de amor que late viva a pesar del tiempo, pues hicieron juntos canciones “que escuchamos y con las que nos seguimos emocionando al saber que se conocieron, que se amaron y que hay una constancia de esa historia de amor en muchos discos”, señala Pável.

La compositora falleció en la plenitud de su actividad creativa, el 10 de mayo de 1955 a la edad de 46 años. Dejando tras de sí un importante legado en la historia musical de México, no solo a través de sus letras, sino también de sus hijas. María Alma ha pasado a la historia como una de sus primeras mujeres compositoras reconocidas en la historia de este país.

El legado, la sangre, la familia

Una historia que empezó hace seis generaciones pervive al día de hoy. Entre tatarabuelos, bisabuelos, hijos, nietos y bisnietos el legado musical de Fernando Z. Maldonado y María Alma continúa. En las venas de todos ellos el tiempo no transcurre, se ha quedado atascado en una nota, haciendo imposible así ignorar el palpitar rítmico del corazón, la melodía que suena en sueños, las letras que fluyen naturalmente frente al papel.

María Alma y María Mirza, hijas de Fernando Z. Maldonado y María Alma.

Tanto la ascendencia como la descendencia de Fernando Z. Maldonado y María Alma cuentan una historia de amor por la música. Son parte de un legado, de una tradición artística que se remota a tiempos tal vez inimaginables. Lo que a la mayoría podría impresionar, para ellos viene completamente natural, a tal grado que al día de hoy es asumido como el oficio que les tocó vivir, y que han asumido no solo con gusto, sino con compromiso y responsabilidad.

Este es el caso sobre todo de Myrza Maldonado, quien es considerada al día de hoy embajadora de la música mexicana en el mundo. Se ha presentado ante los más importantes estadistas y personalidades de la vida política, cultural y diplomática de diferentes países en eventos, rompiendo fronteras y cargando con su voz un mensaje de amor y amistad a través de la música mexicana.

“Somos una familia de músicos. Es una herencia musical; el oficio de ascendencia y de descendencia. Es una continuidad de lo que significa la música en nuestra familia”. Con estas palabras es como Myrza describe el legado musical que ella vive en carne propia y que ha trasladado a sus hijos y nietos, de los cuales la mayoría son reconocidos compositores, músicos y cantantes.

Al aire y a la tierra: madurez, homenajes y muerte

Z. Maldonado siguió componiendo, tocando el piano y dirigiendo la orquesta hasta que la vida se lo permitió. Dejó este mundo a la edad de 78 años un 23 de marzo de 1996 en Cuernavaca. Han sido muchos los homenajes que se han rendido en el nombre y la memoria de Fernando Z. Maldonado en todo el país. Su hija Myrza, no solo ha dedicado su labor artística a llevar por el mundo la obra y el trabajo de su padre, sino que además se ha convertido en su principal representante en vida, pues es en nombre de Fernando y de María Alma que Myrza recibe las distinciones y nombramientos de los que han sido merecedores por más de dos décadas.

Entre dichos homenajes cabe destacar el que se llevó a cabo hace cinco años en el Museo Regional Potosino y que constó de varias actividades, entre ellas la conferencia “Y volver, volver, volver… las canciones de Fernando Z. Maldonado “, impartida por Pavel Granados; una exposición fotográfica de la vida y obra del cantautor. Y finalmente, un concierto homenaje a Fernando Z. Maldonado con la voz de Myrza Maldonado acompañada de la Camerata de San Luis.

Otro fue el que se realizó mayo de 2022 en el Complejo Cultural Los Pinos con motivo del 105 aniversario del natalicio de Fernando Z. Maldonado. Donde Myrza Maldonado, acompañada por la Orquesta Típica García Blanco, con dirección de Ricardo Gutiérrez y la joven pianista Fernanda González Herrera, bisnieta del compositor, interpretó algunas de las obras de sus padres.

El pasado 7 de diciembre de 2023 se realizó un homenaje en el Congreso del Estado de San Luis Potosí, donde se develó, en el Muro de Honor del Salón de Sesiones “Lic. Ponciano Arraiga Lejía”, el epígrafe en letras doradas con el nombre de Fernando Z. Maldonado.

Develación del epígrafe de Fernando Z. Maldonado.

Al evento asistieron algunos integrantes de la familia Maldonado Rivera, como Myrza y su hijo Manuel junto a su esposa; y el primo de Myrza, Juan Manuel. Luego de la lectura de la biografía del homenajeado y la revelación del nombre por parte de la misma Myrza, se procedió a un pequeño concierto en el que se entonaron, con la dirección de la embajadora de la música mexicana, Hermoso cariño y Volver, volver

Mirza Maldonado y su hijo, Manuel.

El legado de Fernando Z. Maldonado pervive al día de hoy con la misma intensidad que hace 50 años, cuando se escuchaban, por primera vez, las iniciales muestras de su talento. Talento de un hombre alegre, romántico, permanentemente enamorado, que en el llamado de todo artista de encontrar un medio para expresar todo lo que en su interior quemaba, encontró al mundo.

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