Enamoramientos verdes

Óscar G. Chávez

Lo de siempre, de nueva cuenta quedó manifiesta la escasez maternal de esta administración estatal; desde hace ocho días suspendieron el servicio médico de los burócratas en el Hospital de la Salud; sé de muy buena fuente el caso de un trabajador adscrito a las fuerzas de Seguridad Pública quien al ingresar al quirófano le fue negada la atención. La explicación es simple: hay un adeudo de varias decenas de millones con ese hospital, la administración que encabeza Ricardo Gallardo Cardona no paga el servicio médico de sus trabajadores, porque simplemente no le importa, están más ocupados saqueando las arcas públicas, ocultando información y fabricando cualquier tipo de distractores que permitan simular que trabajan por la ciudadanía y por el estado.

Gracias a la temporada y a las fiestas que vienen los distractores serán mayores y mejores; esperemos, mientras tanto que ningún burócrata estatal fallezca por alguna emergencia médica tan comunes en estas fechas; que no se olvide que tampoco tienen el servicio que les proporcionaba el Instituto Mexicano del Seguro Social porque el gobernador decidió de manera unilateral suspenderles ese servicio, considerando que un derecho humano como la salud resulta dispendioso y que el gobierno de renovación moral que encabeza no está para despilfarros. 

Ese tipo de actitudes son las que seguramente contribuyeron al enamoramiento de la legisladora Yolanda Cepeda Echavarría, quien hace unos días renunció a su partido para engrosar la amoral caballada verde, argumentando estar enamorada del proyecto gallardista. No es de dudarse que después de 28 años como militante priísta haya sido partícipe de cualquier tipo de componendas que le permitieran no sólo subsistir sino también obtener una alcaldía y ahora una curul, pero dado que la situación por la que atraviesa el Revolucionario Institucional le complicaría obtener algún otro cargo de elección popular, dada la camarilla que lo ha cooptado, era mucho más fácil saltar al Verde.

No es pues el proyecto sino el miedo a no saber cómo paliar el hambre quedando fuera del presupuesto; no hay que olvidarnos de Sonia. Pero también es conveniente enfatizar que nadie en sus cinco sentidos ni con un completo funcionamiento de su sistema cerebral sería capaz de enamorarse de un proyecto de este tipo, salvo que se carezca de dignidad o se sufra de idiotismo congénito.  

Otros que antes hubieran podido parecer con cierta solvencia moral ahora demuestran su servilismo simulado, callando o aplaudiendo; no vayamos tan lejos, en el inicio de estas líneas se mencionó a un elemento de las fuerzas de Seguridad, entonces habría que preguntarle a su titular, un general del Ejército Mexicano, cómo es posible que permita ese trato a sus elementos. Aunque, tampoco se puede esperar mucho de alguien que sólo sabe reprimir y que fue formado para callar y obedecer; ¿cuánto será lo que percibe mensualmente para estar dispuesto a convertirse, ya en el retiro, en una tapadera de alcantarillas?

Mientras, es preferible derrochar recursos públicos en una patética ambientación invernal, en arcos verdes que más se asemejan a adornos de trajinera que a adornos navideños, en ficticia naturaleza muerta que adorna la calle de Aldama, en una serie de guacales que pretenden emular a una villa en torno de un pesado y falso pino navideño. Quizá y por analogía se logre explicar así que lo único auténtico de esta administración es su falsedad.

Y siguen las fiestas decembrinas de tamborazo, una por cada uno de los ayuntamientos, todo lo patrocina el gobernador que no tiene para pagar servicios médicos pero sí para derrochar en lo superfluo, en lo efímero de su imagen, en crear su ilusión de que es grande en todos los sentidos.

Las celebraciones al igual que los adeudos, incrementan; por fortuna, una vez que inicien las vacaciones y con ella el embrutecimiento provocado por los aguinaldos, cualquier reclamo pasará a segundo o hasta tercer término, ya en enero se verá de qué forma se capotean los reclamos de sindicatos que se niegan a actuar de una forma enérgica. Entonces también y no antes, posiblemente, se verá cómo obtener recursos para pagar, si es que se llega a hacer, el servicio médico, los adeudos con las universidades y los burócratas jubilados.   

Si esto, finalmente no se logra, existen diversas formas de desviar la atención gracias al escándalo, la calumnia y el acoso. A propósito, y juzguen ustedes si no es más el humo que la leña, a los pocos meses de asumir el cargo el gobernador amenazó a los servicios federales de Salud con que la administración estatal tomarían el control del Hospital Central en un plazo de tres meses si aquella no otorgaba los recursos que este exigía. Hoy, el que antes amenazaba, acaba poniéndose de tapete; mientras los que antes eran oposición, acaban convertidos en el trapeador que limpia para que se coloque el tapete. 

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio: 

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