José de Jesús Ortiz
Pocas figuras como él se han mantenido durante más de medio siglo de trabajo creativo ininterrumpido. Por derecho propio, es una figura esencial, no solo en San Luis, en el campo de la cultura: actor, dramaturgo, promotor cultural e impulsor de múltiples espacios y proyectos independientes, desde los lejanos años 60’s en que prevalecía la cerrazón y censura sobre muchas expresiones artísticas.
Fernando Betancourt Robles (San Luis Potosí, 1949), considera que toda política cultural debe estar pensada para servir a la gente y ser incluyente, lamentablemente, —advierte—, la cultura en general no interesa a los gobiernos, siempre es relegada y es lo primero que sufre recortes presupuestales.
En 1967, junto a su hermano, el escritor Ignacio Betancourt, y Mario Enrique Martínez, fundó el Grupo de Teatro Zopilote, originalmente conocido como Grupo de Teatro Experimental Independiente. Una agrupación, desde sus inicios, caracterizada por la crítica y el compromiso social, su impronta a lo largo de más de cinco décadas. En un entorno marcado por el conservadurismo, como el San Luis de la paz rochista, su propuesta teatral representó una actitud contestataria y contracultural, una voz provocadora, pero e imprescindible en todos estos años. Siempre al lado de múltiples luchas y movimientos sociales en todo el país.
El maestro Fernando Betancourt, el zopilote mayor, dice que los espacios culturales independientes —como muchos en los que participó e impulsó— desempeñan un papel fundamental a nivel social, aunque su sobrevivencia es cuesta arriba, “dependen mucho de voluntad y la habilidad de sus creadores”.
Espacios a contracorriente de la lógica de mercado, que remonta a principios del siglo pasado y a nivel estatal, al menos desde los años 60’s: “en el año de 1967 nació el Grupo de Teatro Experimental Independiente que tiempo después se convirtió en Teatro Zopilote; en los 80´s y 90´s y lo que va de este siglo hay grupos musicales, teatrales que desaparecen y otros se consolidan. Algunos que sobresalen como Teatro La Carrilla, El Rinoceronte Enamorado, Casa de los Títeres Monini, y la diversidad de promotores culturales existentes en la ciudad y algunos municipios del estado; o centros culturales independientes como Bajo Ceiba o el Cuco Machorro”.
Su casa, ubicada a unos metros de la iglesia de San Agustín, es un templo de arte popular, un espacio cultural denominado Cuco Machorro en el que atesora también la memoria documental y gráfica del grupo de Zopilote, además de cerca de 25 mil objetos entre carteles, fotografías, caricatura política de grandes moneros como Helguera, el Fisgón, Magú, Hernández, Rocha, entre otros; pero también artesanías, juguetes mexicanos, máscaras, muchas máscaras y calaveras.
En entrevista, habla de su trabajo durante casi 58 años, de lo que significa el Grupo Zopilote y de la necesaria existencia de espacios culturales independientes.
Astrolabio: Desde tu experiencia como artista y promotor cultural, ¿cómo definirías una política cultural efectiva?, ¿cómo la concibes?
Fernando Betancourt: Debe estar al servicio de la gente, que se piense para la mayoría de la población, que sea inclusiva, no excluyente de ningún estrato de la sociedad, sino que sea incluyente, amplia, participativa, que se incluya a niños, adolescentes y adultos. Incluso desde fines del siglo XIX, principios del XX, había manifestaciones culturales para el pueblo iletrado, porque a principios del siglo XX había un analfabetismo feroz, cuando se dio la Revolución, ya en los años 20´s José Vasconcelos en su etapa como secretario de Educación Pública fue muy participativo y hacía ediciones de libros a muy bajo precio como ahora los hace el Fondo de Cultura Económica, pero es hasta ahora (con la gestión de Paco Ignacio Taibo) que los hace. Creo que una política cultura debe ser participativa, que tome en cuenta la gente de todos los estados sociales, de todos, desde abajo, y no excluir a nadie.
A: Hace algunas semanas se inauguró el foro Doppler, que aspira ser un espacio cultural independiente, donde estuviste como invitado ¿Qué importancia consideras que tienen los espacios culturales independientes en la formación de públicos y en el impulso a nuevas propuestas artísticas?
A: En primer lugar, pienso que no deben depender de las veleidades de los gobiernos, tanto municipales como estatales y, de alguna manera, actuar con independencia, no depender de un presupuesto X, sino del trabajo de la gente, aunque eso no quita que el gobierno deba apoyar a esos proyectos que son de la sociedad.
A: En esa ocasión mencionabas que el teatro de revista que nació a inicios del siglo XX, las escuelas al aire libre a las que acudían personas de distintos estratos sociales, y luego en los años 30´s con la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, es una época de gran ebullición cultural en México ¿cuáles son para ti los factores que la hacen posible, va de la mano también con el contexto social y político?
FB: Siempre hubo un gran movimiento cultural, incluso antes de los años 20´s, hacia 1904 ya se hacía teatro de revista, aunque no había dramaturgos, la categoría de dramaturgos, sobre todo aquí en México era de periodistas que escribían sobre la actualidad política y la llevaban a los escenarios. De ahí surgió el teatro de revista y no eran sketches, ese es un anglicismo, sino juguetes cómicos: los actos cortos eran juguetes cómicos, creo que hay que reivindicar el uso de ese término que es muy bonito.
Esto está ligado a las personas que existen y han existido siempre que son artistas con vocación, porque el teatro de revista se convirtió en teatro contestatario por los temas que trataba que era la actualidad política. Claro, había para todos los gustos: alguien que estaba contra Lázaro Cárdenas y alguien que estaba a favor de Huerta. El teatro de revista así era, en esos años de principios del siglo se iba de un lado a otro y a una diversidad de puntos de vista y eso está bien, porque habla de que era democrático cuando menos.
A: ¿El periodo de Cárdenas es muy importante?
FB: Si, porque ahí floreció la pintura, las artes plásticas, el teatro, la música, la danza, la escritura con José Revueltas, Juan de la Cabada y hay un montón de gente, de escritores; están los grandes muralistas desde los años 20´s, incluso llega gente del extranjero muy interesante. Hay un dato muy importante: en el ´39 llega Seki Sano, un director japonés de teatro que era de izquierda, del Partido Comunista Japonés. Seki Sano fue el que trajo a México la técnica teatral de Stanislavski y teorías de Bertolt Brecht, de Piscator, y de toda una serie de dramaturgos alemanes que eran de izquierda. Todo eso lo trajo Seki Sano y se instala en México. También, por la Guerra Civil española van a llegar muchos intelectuales, por eso creo que el periodo de 1934-1940 es muy importante: llegan filósofos, artistas, pintores, teatreros, en fin, de todo. Después de eso nació el PRI, y —a excepción del ´34 al ´40 con Cárdenas— yo ahí veo el rompimiento y de ahí para el real, de la gente dedicada a la actividad artística que realmente empezaba a aportar cosas que después el gobierno se apropiaba de ellas. En toda la República se dio que existían grupos independientes, por eso menciono que en 1967 cuando nace el Teatro Experimental Independiente, que años después se convirtió en Zopilote, era teatro experimental independiente, siendo yo universitario y mi hermano Ignacio normalista, además de otros amigos ¿por qué nos pusimos teatro independiente? porque hacíamos lo que queríamos, no estábamos bajo la consigna de nadie.

A: Después de que concluye el sexenio de Cárdenas, ¿el Estado corporativiza toda la actividad no solo política, sino también cultural?
FB: Sí, pero siempre hay gente que sale de ese huacal, en los 40´s, 50´s, muchísimos. Incluso en los 70s, en la en la mera época de la Guerra sucia del Estado, en México nace el Centro Libre de Experimentación Teatral y Artística (CLETA), que es un movimiento que surge en protesta contra Héctor Azar, que era el zar del teatro, porque dirigía el teatro de INBA, de la UNAM, del Seguro Social, todos los movimientos teatrales estaban bajo la égida de Héctor Azar.
Te voy a narrar una cosa que es poco conocida: en 1968 se hace la Olimpiada Cultural en México que se la encomiendan al arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, autor de grandes obras arquitectónicas. Él manda a Manolo Fábregas, que era el adalid del teatro comercial, a Nueva York para que contratara grupos de teatro para la Olimpiada y Fábregas como nada más estaba circunscrito al teatro comercial, ya estando en Nueva York pregunta: ´¿qué grupos hay actualmente aquí, yo quiero contratar a varios?’, y alguien le recomienda al Teatro Arena, de Brasil, que dirigía Augusto Boal, y al Teatro Rajatabla, de Venezuela, que dirigía Carlos Jiménez. Sin saber qué tipo de teatro hacían los contratan para la Olimpiada Cultural, incluso les dan un anticipo. No se dio cuenta que en los años 60´s esos dos grupos (Rajatabla y el Teatro Arena de Brasil) eran los grupos más representativos del teatro de izquierda latinoamericano.
En julio o agosto llegan esos grupos a la Olimpiada Cultural y no los programan, pero les pagan todo: su pasaje, hospedaje. Cuando se dan cuenta de quiénes son ya no los programan, pero no se puede echar para atrás porque Manolo Fábregas ya había firmado e imagínate el desmadre que se hubiera hecho de censura. Entonces, estos dos grupos están en México, pero no se presentan. Sin embargo, están en San Luis Potosí en 1968, en el Teatro de la Paz, en ambas funciones de teatro había como 30 personas. A mí me marcaron profundamente, porque era un teatro que llevaba a escena la problemática latinoamericana de hambre, de explotación, de pobreza, antiimperialista totalmente. Para mí fue una sorpresa ver a unos grupos con una increíble técnica teatral, porque era un teatro basado en la actoralidad, no en las escenografías ni nada, era un teatro muy libre. ¿Cómo llegan a San Luis?, no sé, yo he investigado y no he podido saber cómo es que llegan.
A: ¿Su trabajo como Zopilote está influenciado por estos dos grupos?
FB: En parte, pero también por otros, ya desde antes por el teatro de revista. Cuando nos formamos como grupo yo ya conocía el teatro de revista, pero no empezamos a haciendo eso: en el ´67 montábamos a Ionesco, a Alejandro Jodorowsky, Shakespeare, Chejov, los clásicos que son maravillosos y que van a durar para siempre.
A: Fuiste fundador, junto con tu hermano Ignacio y con Mario Enrique Martínez, del grupo Zopilote ¿cuál sería para ti su importancia dentro del contexto de proyectos culturales independientes, particularmente en San Luis?
FB: Tiene que ver con la creación de público nuevos: desde los 70´s había un Comité de Organización para la Liberación de Presos Políticos, el Colpo, aquí en San Luis Potosí, estaba a Carlos López Torres, que es maravilloso, ha estado en todos los procesos de izquierda y hasta la fecha ahí sigue, congruente. Íbamos a lugares nuevos, a donde nunca antes se había presentado ninguna actividad artística aquí en San Luis, como el campamento ferrocarrilero donde había la gente viviendo en los vagones ya olvidados; en los Otates, con el Campamento Tierra y Libertad, de Eusebio García, en lugares recónditos. Era la creación de públicos nuevos. ¿Y cómo hacíamos para llegar a esos públicos? Pues practicar con el ejemplo, hacer la actividad con el ejemplo. Actuamos en la calle, en las colonias populares, en los mercados, en los lugares que fueran, por eso también empezamos a hacer teatro en la calle.
En nuestro caso, a nosotros no nos interesaba el dinero, lo que nos interesaba era hacer teatro, por eso nos consideramos un teatro pobre porque no teníamos medio de transporte, ni nada, cuando íbamos de una ciudad a otra; nos contrataban o nos pedían que fuéramos a actuar en Monterrey, por ejemplo, a los sindicatos de ropa, de vidrio, etcétera, y era así la manera en que tanto nosotros como otros grupos independientes nos movíamos: nos daban pasaje para segunda clase, nos hospedaban y nos daban de comer en casas particulares, no había ni hoteles, ni restaurantes.
A: ¿La importancia para ti sería que fueron precursores del impulso o apertura de este tipo de espacios?
FB: Ya en los 60´s había antecedentes, por ejemplo, antes de que existiera Zopilote, Raúl Flores Canelo con su Ballet Independiente ya iba, no lo hacía siempre, pero también le gustaba sacar a su grupo a la periferia, a los pueblos, a presentar la danza moderna que en ese tiempo era abstracta, contemporánea, no era con temas sociales que ya se dio en los años 80’s, por ejemplo, con el grupo Barro Rojo gracias a Arturo Garrido que venía del Ecuador y llegó directamente a la Universidad de Guerrero.
A: En su etapa en la Ciudad de México en que, como Zopilote, impulsan la creación de la Comisión Cultural de la Unión de Vecinos y Damnificados 19 de Septiembre (UVyD) por el sismo de 1985, ¿qué experiencias recuperas de esa época, desarrollando múltiples proyectos culturales?
FB: Yo vivía en un departamento muy grande, en un quinto piso entre las calles de San Luis Potosí y Orizaba, sobre Álvaro Obregón, en la Colonia Roma. Era una cosa alucinante y como era un espacio bastante grande, ahí ensayaba Zopilote, después de haber vivido en Ecatepec, en lugares donde nos daba hospedaje la gente.
El cinco de octubre, semanas después del sismo, se creó la Unión de Vecinos y Damnificados 19 de Septiembre, ahí hicimos maravillas como Comisión de Cultura, desde septiembre que iniciamos actividades de cine club, de todo, en los escombros, Zopilote actuando también en los escombros. Nosotros logramos de alguna manera encabezar el proyecto cultural de las 38 organizaciones de damnificados, porque la Comisión Cultural de la UVyD siempre tuvo un papel preponderante pues teníamos muy buena relación con la prensa, con los moneros de La Jornada, de ahí procede todo esto.

Fundamos ahí la primera Escuela Popular de Arte. Ya después con el tiempo conseguimos una buena lana que nos dona una fundación suiza llamada Heks para la actividad cultural. Nosotros queríamos hacer la Casa de la Comisión de Cultura, porque los recursos se consiguieron a través de la Comisión. Recuerdo que la Comisión de Vivienda decían que para qué queríamos una casa y respondíamos: ‘bueno pues ustedes no la quieren, pero nosotros sí’, queremos hacer una Escuela Popular de Arte cosa que ya habíamos hecho en el ´75, cuando hicimos la Escuela Popular de Arte de San Miguelito. La casa sigue, va a cumplir 40 años. La Revista Zurda fue parte de esos proyectos culturales que impulsamos. Ahí sesionábamos, incluso un tiempo también fuimos les prestamos un lugar a los guerrilleros, gente que anduvo en procesos armados.
La Escuela Popular de Arte de San Miguelito, en la calle de Vallejo casi esquina con Carlos Díaz Gutiérrez, fue un proyecto que duró menos de medio año en 1975 porque ya no tuvimos capacidad para pagar la renta, pero nos sirvió porque ahí fue la organización del Segundo Encuentro Nacional de Teatro de CLETA. En los periódicos nos atacaban, no decían comunistas, que era una escuela donde adorábamos a Marx y a Lenin, incluso salíamos en la nota roja de algunos periódicos: ´Local de corrupción llamado Zopilote´, con niños y jóvenes, decían los encabezados, y lo que hacíamos era dar talleres de teatro. Algunos nos defendieron, como Félix Dauajare, el poeta, que estaba en el PRI y era el presidente Municipal, pero como lo conocíamos de muchísimo tiempo él nos defendió y dijo ´no a esos muchachos yo los conozco y no son criminales´.
A: En tu experiencia ya casi 60 años de trabajo artístico y de divulgación cultural, ¿cuáles han sido o crees que son los mayores obstáculos que enfrentan los espacios independientes para mantenerse activos?
FB: La falta de recursos, yo digo siempre que la gente que hace teatro, danza o cualquier actividad artística debe tener otra entrada que le da el hecho de dar clases de la misma actividad a la que le gusta, dando talleres, más en el siglo XXI en que es muy difícil vivir del arte. Cada vez se restringen más los apoyos.
A: Además de Zopilote, mencionabas también el caso del grupo de Teatro La Carilla y de Rinoceronte Enamorado, ¿por su consistencia durante casi 30 años parecen un caso ejemplar en San Luis?
FB: El Teatro La Carrilla fue fundado por Jesús Coronado y otras gentes de teatro, finalmente Jesús abandona el Teatro La Carrilla y se va al Teatro del Seguro Social cuando es comodatario; sale luego de ahí y crea El Rinoceronte Enamorado y hasta la fecha, ese grupo de teatro es lo más chingón que existe. Ahora La Carrilla la dirige Martha Aguilar.
A: ¿A qué le atribuyes que se hayan mantenido durante tantos años?
FB: Pues que tuvieron la visión de hacer espacios independientes, porque tanto la Carrilla como el Rinoceronte, ya se quedaron de por vida, creo que al Rinoceronte les dieron un comodato por 50 años. Han sido inteligentes para gestionar esos espacios.
A: ¿Cuál consideras que debe de ser el apoyo por parte del gobierno hacia este tipo de proyecto sin perder su autonomía?FB: Eso depende de cada gobierno, desgraciadamente no se ha podido instituir incluso en la Ciudad de México una regularidad. Por ejemplo: López Obrador tuvo una política cultural enfocada fundamentalmente a pueblos originarios que hizo Alejandra Frausto, la critican mucho porque le quitó muchos presupuestos a gente ya acostumbrada a vivir de ellos como Gael García, Diego Luna, que tienen un programa que se llama ambulante, de documental y cortometrajes, y que han se han servido con la cuchara grandes desde Peña Nieto, Calderón, Fox. Todos esos ahí tenían una mina de oro y con López Obrador se los quitaron y con Claudia también; o Daniel Jiménez Cacho, que es una gente interesante y también se la hace de tos a López Obrador por eso dice que ‘dónde están los presupuestos’, pero esos cabrones tienen un chingo de lana.

A: ¿Qué opinión tienes de la política cultural en San Luis Potosí, pareciera que todo está centrado en lo suntuoso, en los festivales y en eventos masivos?
FB: Al gobierno actual no le interesa la cultura, lo que interesa es el relumbrón de los artistas populares entrecomillas. Van a traer a Marilyn Manson, ahora se han gastado millones y millones de pesos o dólares. Necesitamos gente capaz que se dedique fundamentalmente a la educación artística, a niños y jóvenes adolescentes, adultos mayores que hagan la educación artística para que de ahí se propicie la creación.
Se han olvidado de la educación artística, el Centro de las Artes para eso fue creado…Eso se agotó, por una falta de planeación desde el principio, porque cuando se fundó el Centro de las Artes al gobernador Marcelo de los Santos (2003-2009) se le hizo fácil decirle a Roberto Vázquez (secretario de Cultura en aquel gobierno), ‘que Conaculta pague a los maestros´, pero eso fue un error desde el principio del Centro de las Artes, fue totalmente fallido.
No todo es negativo, hay gente talentosa como Enrique Villa Ramírez que estuvo al frente del Museo Federico Silva o el actual director de Bellas Artes, Marco Villa Salazar, una persona joven que hace cosas maravillosas también, casi no tiene presupuesto y hace un chingo de cosas. Yo lo aprecio mucho. Eso pasa cuando hay gente inteligente y preparada. Casos como esos son una excepción, unos granitos de arroz.
En otro tiempo está el paso de Eudoro Fonseca por el Instituto de Cultura o el de Roberto Vázquez en la secretaría de Cultura, que son gente inteligente; incluso Roberto me defendió (cuando era funcionario del Instituto de Cultura) varias veces, pues Marcelo de los Santos me quería mandar a la chingada, decía ‘quita a ese de izquierda’, y varias veces Roberto me apoyó. Ha habido gente inteligente, que vale la pena recuperar su trabajo. Eudoro logró conjuntar un equipo bueno, en esos dos últimos años en que estuvo al frente el Instituto de Cultura de San Luis Potosí sí fue ejemplo a nivel nacional.
Eso es importantísimo para los proyectos culturales y aquí es de lo que adolecen. Aquí, ahora, en los centros culturales oficiales, ¿quién está al frente? gente que no te sabe un carajo de nada; o Mario García Valdez como secretario de Cultura ¿qué méritos goza para ser secretario de Cultura?
A: ¿Cómo evalúas el trabajo del secretario de Cultura, Mario García Valdez?
FB: Cero, no hay nada, está recibiendo un sueldo de 100 mil pesos o más, es nulo su trabajo. El actual gobierno se ha desentendido de las cuestiones fundamentales como la educación artística, la promoción cultural, el apoyar los grupos independientes de San Luis Potosí, entre otras cosas.
A: ¿Cuál es tu apreciación de los espacios culturales en San Luis Potosí? ¿Son pocos?, ¿falta impulsar más espacios?
FB: Son espacios independientes que siempre dependen mucho de la voluntad, de la habilidad de sus creadores.
Además de los que mencionaba como Bajo Ceiba, el Cuco Machorro, Doppler, está también La pollería, cerca de lo que era la Cancha Morelos y ahora es un estacionamiento, es un espacio pequeño de danza, hacen también vaginas y penes para comer, como pastelería, es un grupo que ha presentado música y danza. La administra una bailarina que es la compañera de Marco Hernández, un bailarín superchingón de San Luis Potosí, que estudió en la escuela de danza de Mazatlán, de Claudia Lavista.
A: ¿La pandemia de COVID afectó el desarrollo de este tipo de espacios?
FB: Claro, en San Luis y en México. A mí me sirvió mucho (esa etapa) para acomodar todos mis escritos, mi biblioteca. Pero fíjate que yo, incluso durante la pandemia, seguí trabajando con centros independientes, ofrecía mis servicios sin paga, por ejemplo, está La Giralda, un espacio cultural que está en Sevilla y Olmedo, en San Sebastián, un proyecto independiente de Doris Mosquera.

Zopilote sigue existiendo, yo nunca he dejado de lado al grupo, incluso cuando estaba en el gobierno trabajando, en el Instituto y luego Secretaría de Cultura, seguía haciendo cosas con el grupo. Actualmente existe porque es gente que está por el puro gusto de hacer teatro, eso ha permitido que sigamos haciendo teatro. Es gente joven, incluso he formado de cero, a mí gusta más trabajar con gente que no sabe nada, que es más dúctil a la enseñanza, porque la gente que ya tiene tiempo haciendo teatro tiene muchos vicios. El último trabajo que hicimos fue El ánima de Sayula, la presentamos en Bajo Ceiba en septiembre de 2024, un centro cultural independiente que está en Comonfort; luego nos fuimos al Museo Federico Silva cuando lo dirigía Enrique Villa.
Aún sin dinero se hacen las cosas ¿cómo te explicas eso? Pues por las ganas de hacer arte de la gente, no podemos decir que como no tenemos recursos, mejor no hacemos nada, ¡no! al contrario. Hay gente que le gusta el teatro, la danza, la música, son grupos que se han constituido de forma independiente y que viven gracias a sus trabajos. Claro, es más difícil.