Abelardo Medellín Pérez
Cuando el Gobierno de Estado de San Luis Potosí comete una pifia o recibe un revés contra uno de sus proyectos, escuchamos una repetitiva y chillante respuesta de la autoridad estatal que, sin poder coordinar una justificación decente, se limita a responsabilizar a la “Herencia Maldita” de todo lo que le pasa.
Sin embargo, los eventos de esta semana dejan ver que cuando el gobierno se queja de las perniciosas prácticas que interrumpen sus actividades… habla de sí mismo.
La cancelación de las obras en el Parque Morales como resultado de un amparo y la negativa de los vecinos del Sauzalito para que el gobierno estatal intervenga el sitio y se apropie de un área verde, tienen su origen en el mismo mal: la incapacidad y resistencia del gobierno a consultar a la gente como se debe.
En este espacio nunca se ha pasado por alto la “consultacionitis” que padece el gobernador. Mano alzada, concursos de reacciones en redes, preguntas directas a los acarreados de sus eventos, jugar a los sondeos con estudiantes de secundaria, plebiscitos fracasados para crear municipios, tomar sugerencia de políticas públicas de sus reporteros a sueldo preferidos… Gallardo Cardona carga consigo el arsenal completo de simulaciones para fingir que le importa la opinión la gente.
La fascinación trivial que el ejecutivo le profesa a las consultas, por más descarada que sea, nunca se ha logrado cristalizar en beneficios comunes y ciertos para la población. No importa que tantos artistas solicitados traiga a la Fenapo o que tantas veces nos haga creer que a la gente le bastan las despensas, en la realidad, nada de eso importa porque el gobernador solo consulta a la gente cosas que él ya decidió, pagó y le convienen en lo personal.
Cuando se trata de definir políticas públicas, idealmente el gobierno debería consultar a la población aquellos asuntos que tendrán un impacto significativo en la administración, es decir, proyectos con impacto social o económico. El problema es que el gobierno no atiende ese criterio, y el gobernador solo consulta cuando quiere o está obligado.
Pensemos por ejemplo en dos de sus proyectos políticos más escandalosos: la Arena Potosí y la municipalización de Villa de Pozos.
Villa de Pozos tuvo que ser sujeto a consulta por que la ley así lo establece, sin embargo, no dudemos que, si el gobierno hubiera podido, habría hecho a Pozos municipio sin más intervención que su frío cálculo político y (casi como lo hizo en realidad) hubiera impuesto una alcaldesa a modo. Para el gobernador el plebiscito no fue un requisito institucional para conocer la postura de la gente en un ambiente democrático… fue un engorroso requisito en el que apenas invirtió lo necesario.
La Arena Potosí en cambio, obscena, costosa, innecesaria y vistosa, no requirió ningún plebiscito, no consultó a nadie, ni siquiera pudieron sentar al gabinete para preguntarles si no había prioridades por encima de hacerle un lienzo charro de vidrio al jefe del ejecutivo.
De acuerdo con su Ley de Ingresos, Villa de Pozos recibirá este año un presupuesto de 583 millones 997 mil 643.60 pesos; por otro lado, la Arena Potosí se construyó con (al menos eso dicen) 658 millones de pesos, es decir, 75 millones de pesos más que el primer año presupuestal del nuevo municipio de San Luis Potosí.
¿Por qué la lógica cívica permite que el gobernador consulte la génesis de un nuevo municipio, pero no le obliga a que pregunte si debería construir un centro de espectáculos que cuesta más que el presupuesto de toda una población?, ¿y si lo único que lo ata es la ley? Si no la hubiera, ¿habría desperdiciado recursos para hacerlo de todos modos, sin consultar a nadie más?
Una vez más la respuesta es sí, porque así lo ha hecho con todo lo demás. Y ese justamente es el problema obvio, que por más obvio que sea, parece que indolentemente ignora el gobierno: cada vez que el gobernador decide sin preguntar a nadie, no se sale con la suya, muchas veces le resulta contraproducente.
Cuando al gobernador le detuvieron las obras en San Miguelito, no es por que le hayan metido el pie los fantasmas del pasado, es porque no consultó con la autoridad a cargo y no revisó las necesidades básicas de quienes habitan ahí. Cuando el gobernador arrancó las obras de la remodelación de Himno Nacional entre protestas, su obcecación le impidió reconocer que ese llamado de atención ciudadano, era una advertencia de lo que luego sería un amparo contra la tala de árboles en el sitio. Si las obras en el Sauzalito se detuvieron, no fue porque la autoridad municipal quisiera entrar en una batalla política con ellos, sino porque los ciudadanos consideraron un atropello que el gobierno quisiera apropiarse de lotes para hacerlos parte de un programa social. Las obras en el Parque de Morales no fueron detenidas por “intereses políticos” como simplonamente acusó la Secretaría de Desarrollo Urbano, Vivienda y Obras Públicas (Seduvop), tuvieron que cancelarse porque Leticia Vargas Tinajero hace obras dónde y cuándo le dice su jefe, pero no como lo establece la normativa o en atención de la ciudadanía.
Tal parece que el gobernador no ha aprendido nada del contexto político que lo rodea; un San Luis Potosí donde las dirigencias del PAN y del PRI tambalean por las prácticas excluyentes y abusivas de dirigentes que buscan quedarse con un poder cada vez más socavado, debió ser suficiente para que Gallardo Cardona entendiera que el descarte de los demás, no es una estrategia para asegurar sus intereses, sino el mejor camino para perder aquello que solo tienen porque se lo hemos permitido.
El gobernador en su corta historia tiene tantos ejemplos de proyectos que fracasan por hacerlos sin consultar, que resulta increíble que nadie en su equipo le haya advertido que esta no es la manera. En su momento incluso el Plan Estatal de Desarrollo se tuvo que rehacer por haberlo hecho sin consultas.
Justo por lo anterior podemos decir con certeza que la verdadera tragedia y el franco enemigo del gobierno Gallardista no es la “maldita herencia”, sino su natural forma de actuar sin pensar en los otros.
El gobernador y su administración son como un niño en bicicleta que se mete una rama entre las ruedas cada que juega a consultar, sin consultar en serio; que se cae al suelo con cada decisión unilateral y que lastima al Estado que dirige cada que gobierna excluyendo a los potosinos.
Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad del autor y no necesariamente representan la postura de Astrolabio.
Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Maestrando en Estudios sobre la Democracia y Procesos Electorales en el posgrado de Derecho de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Ha trabajado como reportero y columnista en los medios digitales La Orquesta y Arco Informativo; actualmente es jefe de información de Astrolabio Diario Digital. Ha sido acreedor de dos premios estatales de periodismo en las categorías de Artículo de Fondo y Periodismo Regional.