Hacedoras de búsqueda; bordar por la memoria de las y los desaparecidos

Madres víctimas colaterales de desaparición bordan los nombres de sus hijos sobre la manta.

Texto y fotografías por María Ruiz

Las manos de Verónica Vargas Rivera aprendieron a bordar por primera vez desde el alma, a entramar en cada hilo y aguja su historia y con ella, la de su hijo Alan Michel Martínez Vargas, que desapareció el 26 de julio de 2021 junto a otros tres jóvenes mientras viajaban al estado de Jalisco en busca de trabajo, a quienes después de casi dos años las autoridades no han podido localizar.

Así recordó también aquella despedida sin regreso, en un encuentro donde la técnica de bordado también se convirtió en un proceso de acompañamiento, en un espacio para mitigar el dolor que deja la desaparición de un hijo y en un reclamo de justicia.

“Yo creo que bordar es importante, nos ayuda a las madres a mantenernos activas y así nombrar la desaparición de nuestros hijos. Yo con este bordado busco que las personas se sensibilicen, que sepan que es una problemática latente, que existe, y que no vamos a parar hasta encontrarles”, dijo.

 

Verónica borda el nombre de su hijo Alan Michel Martínez Vargas, desaparecido el 26 de julio de 2021, al viajar con otros tres jóvenes al estado de Jalisco en busca de trabajo.
Verónica borda el nombre de su hijo Alan Michel Martínez Vargas, desaparecido el 26 de julio de 2021, al viajar con otros tres jóvenes al estado de Jalisco en busca de trabajo.

 

Fue como dio comienzo el encuentro de bordado de mujeres “Porque tenemos memoria, exigimos justicia”, una reunión encabezada por las integrantes de la asociación civil Voz y Dignidad por los Nuestros SLP, en las jardineras de la Plaza de Armas de la capital, para nombrar la crisis de desapariciones que aquejan al territorio mexicano y lo que trae consigo esta problemática.

Para Cristina López Suárez, maestra de este taller, la desaparición y no localización de personas debe reconocerse y nombrarse, pues es un problema que por años ha ocasionado fuertes impactos sociales.

 

Niña mira el bordado dedicado a Omar Santos Solís, joven desaparecido el 21 de julio de 2010 en Ciudad Valles.
Niña mira el bordado dedicado a Omar Santos Solís, joven desaparecido el 21 de julio de 2010 en Ciudad Valles.

 

El bordado sirve como un elemento canalizador, un espacio de reivindicación, una puerta abierta a los sentires de las víctimas y, por supuesto, una técnica que llama a la resistencia y memoria colectiva.

“Recuerdo que comenzamos en la pandemia y buscábamos visibilizar y dar seguimiento de esta situación tan agravante que atraviesa el país. Ahora el motivo es también nombrar una vez más lo que sucede, que año con año son más personas desaparecidas, y es importante aún más porque ahora se viene el 30 de agosto y hay que fortalecer la lucha, acercándonos al Día Internacional del Detenido Desaparecido. Bordar para las mujeres, más allá de un estereotipo, es nombrar su historia, sus luchas y también es un acto de denuncia a través de la creatividad y el arte”, comentó la maestra.

Es así como resignificaron la protesta a través del bordado; sus palabras se tradujeron por medio de puntadas, pues esa pérdida tan ambigua que llevan consigo también se traduce en cambios de dinámicas familiares que llegan a afectar el tejido social.

 

María le enseña a Verónica y a su hija varias técnicas de bordado.
María le enseña a Verónica y a su hija varias técnicas de bordado.

 

Por lo que el bordado también se convierte en un llamado urgente e ineludible a la búsqueda de justicia, una técnica que sin duda incide también en las narrativas de esta crisis de violencia e inseguridad.

“Es necesario nombrar esta situación y nombrar a quienes no están, a quienes son buscados, y también visibilizar la fortaleza de las que les buscan, que son las madres. Que además San Luis Potosí lo representa un colectivo muy grande y muy organizado que está haciendo muchísimo por las búsquedas, por las familias y por las víctimas”, remarcó Claudia Suárez.

La búsqueda de una persona desaparecida conlleva incertidumbre e incógnitas para la familia víctima y es ahí donde el bordado entra como un elemento canalizador de las emociones, para también construir y defender las demandas personales.

Así lo explicó Maribel Acevedo Mata, quien desde el 22 de julio de 2020 busca a su hijo Omar Gael Acevedo Mata, desaparecido en San Luis Potosí sin que hasta el día de hoy haya rastro de su paradero.

 

Integrante de Voz y Dignidad por los Nuestros SLP, borda el nombre de Jorge Rodríguez Ortiz, joven de 24 años desaparecido en Jalisco.
Integrante de Voz y Dignidad por los Nuestros SLP, borda el nombre de Jorge Rodríguez Ortiz, joven de 24 años desaparecido en Jalisco.

 

¿Dónde está? Fue la pregunta que trazó sobre la manta y así poder dibujarla a través de unas puntadas, dos palabras que significan para ella la duda sobre la ausencia de su hijo de 16 años, en un lienzo en el que pudo expresar las repercusiones que ha dejado el habitar emocionalmente la desaparición de su hijo.

“Ya se van a cumplir tres años, mi hijo desapareció en la Infonavit Morales y hasta ahora no sabemos nada de él. Este encuentro de bordado me llamó la atención porque quiero que la gente sepa de mi hijo Gael, que no está y lo estoy buscando. Que nos vean bordar, que vean lo que es el dolor que llevamos las familias y yo creo que el bordado es un espacio para sacar lo que una trae, pero también es una manifestación de denuncia, que vean que el dolor también se puede expresar de diferentes formas”.

Si bien el bordado ha sido delegado a las mujeres a través de los años por un estereotipo de género, ellas han encontrado un espacio de reflexión en esta técnica, y no solo eso, han sabido retomarla como una “arma” de sentido social, y así utilizar aguja e hilo como una herramienta artística, accionada para que sea esgrimida como un mecanismo de defensa y lucha.

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