Historias Paralelas: Los dilemas del Gobernador

Octavio César Mendoza

Dice George Steiner que “Una relación humana se puede destrozar con una palabra incorrecta. Una sola palabra puede abrir una inmensa oscuridad. El lenguaje es el instrumento de la gracia y de la destrucción del ser humano. El diablo debe ser un gran lingüista”.

Si atendemos a Steiner y al diablo, el lenguaje es fundamental para construir acuerdos, y para destruirlos. La palabra tiene la virtud de mediar entre ambas inclinaciones del ser humano, y de mantener a salvo o socavar los cimientos sobre los que se sostienen los edificios de las relaciones interpersonales.

Por ello se recuerda una frase de Alejandro Zapata como “la pala dorada”: “Si es culpable de corrupción, voy a meter al Gobernador a la cárcel” –dijo el entonces candidato del PAN, en una inexacta paráfrasis mía. El lenguaje fue el instrumento de su destrucción, y la “pala dorada” excavó 25 puntos de diferencia porcentual en menos de un mes.

En San Luis Potosí, como en todos los Estados de la República, los Gobernadores son elegidos por sus antecesores y buscan que sus sucesores pertenezcan no sólo a sus partidos políticos de origen, sino a sus círculos cercanos. Amigos, hermanos, funcionarios de primer nivel, e incluso hijos, son gente de confianza, aunque de repente traicionen.

Sin embargo, dentro de la tradición política del presidencialismo, los sucesores también son elegidos por el Presidente de la República en turno. En San Luis Potosí, esa tradición de imposiciones que en su momento ejercieron los más odiados mandatarios de México, se rompió cuando se juntaron la lucha civilista y el sector político-empresarial.

Se puede decir que Salvador Nava, Salomón H. Rangel, y Horacio Sánchez Unzueta, entre muchos otros, son ejemplos de lo anterior: hombres que buscaron quitar el privilegio de designar al Gobernador del Estado al Presidente, y cuyos esfuerzos concluyeron con la caída de Fausto Zapata Loredo y la larga data de interinatos posteriores.

El polvorín de la estabilidad política de San Luis Potosí dio al traste con diez años de Desarrollo Económico. Los mejores Gobernadores de Querétaro, Aguascalientes y Guanajuato fueron los de San Luis Potosí; pero el premio fue que los potosinos decidieran qué hacer con la democracia fundacional del México moderno.

Y lo que hicieron fue muy simple: renovar el acuerdo crucial de pacificar al Estado, repartir cuotas de poder entre oficialistas y opositores al régimen (como cundo el PAN ganó la capital potosina con un militante como Mario Leal Campos y no con un civilista como Nava o Pizzuto) y organizar como club rotario la sucesión de Gobernadores del Estado.

El Navismo se alzó una victoria parcial en el triunfo de Horacio Sánchez Unzueta al tutelar los presupuestos de la Obra Pública, y Horacio tuvo el placer de designar a Fernando Silva Nieto, su Secretario de Educación, como sucesor; privilegio que este tuvo para no incomodar a Marcelo de los Santos como su relevo, tras el pacto de caballeros de 1997.

Marcelo de los Santos tenía en Jorge Lozano Armengol su carta favorita para sucederlo; pero este se desmoronó en las encuestas y entre el propio panismo. Entonces asomaron cabeza Alejandro Zapata y Eugenio Govea. Todo iba bien hasta que uno negó la derrota y otro no aprovechó el triunfo en la elección interna y ¡zaz!, ganó Fernando Toranzo.

Fernando Toranzo trabajó con Marcelo de los Santos como Secretario de Salud, y nadie puede negar que el segundo sentía afecto por su sucesor. Y desde entonces, Mónica Rangel estaba trabajando en las comunidades a través de la dependencia encargada de cuidar la salud de los potosinos. La conocí por su trabajo, pues yo era Asesor del Gobernador.

Pero esa es harina de otro costal. Lo que importa es que Toranzo retomó la tradición y cedió el puesto a Juan Manuel Carreras López. Los entonces precandidatos fueron a visitar al Presidente Enrique Peña Nieto, mostraron sus mejores habilidades, pero este les dijo que se regresaran por donde vinieron porque quien decidía era el Gobernador en turno.

Juan Manuel Carreras López, por su parte, dejó correr aspiraciones y tiempos hasta que llegaron los procesos internos. Habilidoso como es, sabía que su sucesor sería quien AMLO señalara, así que le dio vuelo a los suspirantes sin avisarles que él estaría al pendiente de lo que dijera el todopoderoso Presidente.

Así, como piezas de dominó formadas una detrás de otra, todos los aspirantes a suceder a Juan Manuel Carreras López por el PRI cayeron con elegante sincronía. Al mismo tiempo, la dirigencia nacional de ese partido se alió al PAN y su idea de construir un “Caballo de Troya” legislativo, lo que facilitó al Gobernador el lavado de manos.

La negociación entre presidentes nacionales de los partidos coaligados incluyó encuestas donde el PAN tomaba ventaja en la carrera por la Gubernatura, así que cedieron dicha candidatura al albiazul, a cambio de la Presidencia Municipal. Otra vez, el Gobernador pareció no inmutarse ante las críticas y los reclamos.

Octavio Pedroza y Enrique Galindo fueron los ganadores de la rifa del tigre y el león, respectivamente. Sin embargo, el acercamiento de Juan Manuel Carreras con el Presidente, y la inclusión de su Secretaria de Salud en el ánimo del mismo, fueron labores desarrolladas por la estratégica mente del mandatario estatal.

Salvo los obtusos, nadie puede regatear que Mónica Rangel hizo una labor de acercamiento social constante a través de la Secretaría de Salud, y que ganó a pulso su designación como candidata de Morena, merced al método de las encuestas de popularidad que la ponían hasta a treinta puntos de diferencia de algunas de sus competidoras.

Además, Mónica Rangel aprovechó los cambios a la convocatoria de Morena para elegir candidata y no candidato en San Luis Potosí, porque de los varones no se hacía uno que fuera electoralmente competitivo, por más que tuvieran cartas credenciales y méritos de militancia activa y fotos de sonrisa Colgate con López Obrador.

Además de esos obtusos previamente señalados, están los misóginos que regatean el trabajo de 25 años que la Doctora Mónica Rangel realizó en campo, generando simpatías en el sector popular urbano, campesino e indígena. No les quedó más remedio, a esos machistas sin mucha imaginación, que llamarla “La Doctora Muerte”.

Igual de ridícula resulta la tesis de que Mónica Rangel es una pieza de enroque para facilitar el acceso al poder de Ricardo Gallardo. La lucha por la Gubernatura no admite negociación entre punteros, pues la posibilidad estadística de obtener el triunfo está en algoritmos matemáticos, y no en una bola de cristal cuyos humos son PMP.

En un mundo ideal, la democracia debería facilitar los mecanismos electorales de acceso al poder de los personajes mejor preparados, hombres o mujeres; pero estamos en México, país donde el resentimiento es adversario de la inteligencia, y donde la aptitud importa tres centavos a la hora de cruzar una boleta electoral.

Ese resentimiento es el instrumento psicológico que utilizan los partidos políticos para llevar votos a sus casillas, y funciona como una maquinaria aceitada por el dinero que nubla el juicio, y cuyo combustible es la decepción pendular de cada periodo gubernamental que sucede a otro, lo cual simula ser “alternancia democrática”.

Los partidos políticos se han elevado sobre montículos de cuerpos de combatientes idealistas, para formar ejércitos de soldados financieramente leales cuya trinchera es el interés propio. Ahí están los que van de un partido a otro de acuerdo al puesto que se les ofrezca, y van cubriendo sus uniformes de estrellas multicolores como diputaciones y etecé.

Nunca como en esta elección, ese pragmatismo ha superado a la ficción, pues la competencia por el ejercicio del poder se está dando entre el voto duro de cada institución partidista, el abstencionismo que se traduce como hartazgo, y la indecisión de quienes se encuentran confundidos por tantos espectáculos circenses. Borges volvería a ver.

A todo esto, querido lector, súmele la pandemia. Votar es, en estos tiempos, no sólo un acto de consciencia y deber cívico, sino de valentía y franca esperanza en la esperanza misma. Por ello los ejércitos partidistas están jugando en posiciones fijas, sin atender realmente a la problemática social, porque lo primero es ganar la guerra.

Y como en la guerra y (dicen) en el amor todo se vale, las encuestas son parte de este arsenal bélico de percepciones. Sin embargo, déjeme decirle que estas sólo reflejan la postura de dicho voto duro, y la desconfianza de los indecisos. Son radiografías emocionales de pasiones, sentimientos, rencores y temores. Trucos psicológicos, pues.

Pero donde no hay truco, es en la organización de la elección para conducir a las centenas de miles de votantes a las urnas. Se le suele llamar con el pomposo nombre de “operación territorial” y tiene que ver con recursos económicos, intelectuales y estratégicos que se ponen en marcha a partir de proyecciones científicas de eventuales resultados.

No se trata sólo de ir a comprar votos porque hay estrategias fallidas en ese sentido, dada la inexperiencia de los “operadores” o el exceso de soberbia de los candidatos, sino de invertir en convencer la voluntad de liderazgos, permear entre las comunidades con “ideas fuerza”, y entusiasmar para sumar, sumar y sumar.

Las “bases electorales” se construyen durante años de defensa de posturas ideológicas. Un jugador de Chivas puede ser tentado por la oferta del América y cambiar de camiseta; pero un aficionado Chiva no se volverá Azulcrema por ello. La lealtad es una marca que se sella en el corazón del aficionado, y del militante partidista.

Nadie sabe qué sentimientos dominan en el corazón ajeno; pero para eso existe el análisis estadístico. Igual sucede con quienes ostentan el poder a la hora de cederlo: se preguntan si su corazón late de la misma emocionada forma en que lo hacía cuando se enamoró del emblema que lo llevó al poder, o si se acabó el amor.

En el caso de los Gobernadores que en esta elección cederán el cetro, ocurre que algunos ya se entregaron al Presidente, que es visto como el gran elector, y han puesto alfombras rojas a la transición pragmática. El matrimonio fue pactado desde el 2018, pero la ceremonia oficial será en junio de 2021.

En otros pocos casos, la oposición al Presidente ha sido tan feroz que existe un “¡No pasarán!” en algunos Estados donde AMLO no es visto sólo como una amenaza a sus intereses económicos y políticos, sino a sus valores y principios como sociedad: Querétaro, Chihuahua, Guanajuato y, al parecer, San Luis Potosí.

Pero espéreme tantito, antes de alzar banderas de triunfo. El PAN ganó la Capital de San Luis Potosí con la candidatura de Xavier Nava, ahora candidato de Morena; partido que postuló a la multicitada Mónica Rangel a la Gubernatura, quien fue una de las “funcionarias estrella” de Juan Manuel Carreras. O sea.

Y no sólo eso: el mensaje del presidente de “proteger” a los candidatos de Morena, sumado a la instrucción que comenzó a bajar a las huestes de chalecos guindas, más el apoyo discreto del “carrerismo”, y las amenazas contra Ricardo Gallardo, producirá un movimiento no sólo en los números de las encuestas, sino en las percepciones electorales.

Es aquí donde la cosa se pone interesante, y era el golpe sobre la mesa que necesitaba Mónica Rangel para dar más impulso a su campaña; estrategia a la que debe sumar la necesaria negociación con candidatos cuyos proyectos, ahora testimoniales, pueden sumarse a un juego de ganar-ganar. Léase SEGE y Turismo.

Por eso algunos se preguntan si el Presidente aprendió la lección en Cabeza de Vaca ajena, si se da cuenta de que un triunfo de Xavier Nava es un triunfo de sus banderas democráticas y la lucha sigue y sigue, y si queda claro que, para sus intereses, ganarlo todo (incluido San Luis Potosí) es conservar la posibilidad de consumar los objetivos de su proyecto.

Finalmente, y como es debido, al Gobernador hay que preguntarle si confía más en la palabra o en el lenguaje, ese “instrumento de la gracia y de la destrucción” del que habla George Steiner, y si se deja llevar por las voces que le susurran al oído que siga como si no pasara nada porque “ya sabes quién” no ha negociado con sus emisores y emisarios.

¿Confía en quien libró la prisión gracias a una negociación electoral, en el hermano de quien conduce los recursos de su administración, o en quien trabajó a su lado y se convirtió en abanderada del partido del Presidente? Si su corazón alberga estas dudas, tendrá que responder con la cabeza fría, y ser pragmático tal cual lo imagino al cavilar.

Más vale cumplir promesas que amenazas, creo. Y aún más valioso es jugar con Reina, Caballo y Torre de lado propio del tablero, pero avisando la jugada al Presidente. Las cuentas claras y las amistades largas también se pactan en la Auditoría Fiscal de la Federación, y no sólo en la Auditoría Superior del Estado.

En fin que yo no sé nada, y esta es mi humilde opinión. Ahí Usted dirá si sirve de algo.

PS: “PMP” son las siglas del famosísimo “Pensamiento Mágico Pendejo”, y “PS” significa “Post Scriptum”. Este fue un servicio altruista a la comunidad lectora.  

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