Impune, profesor de la UASLP denunciado por acoso y abuso sexual; “María” espera que su historia alerte a otras alumnas

Leticia Vaca y María Medrano

Después de un proceso desgastante, una alumna, víctima de abuso sexual por parte de un profesor de la Facultad de psicología de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP) perdió la esperanza de obtener justicia, pero espera que su lucha y testimonio sirvan para alertar a otras alumnas.

“Si la justicia me responde o no…que todo mundo sepa quién es José Francisco, lo que hace y a lo que se dedica, y cómo es que acosa a las alumnas, y pueda servirle a las demás para cuidarse (…) y pensar que si no se pudo hacer (justicia) por mí se va a poder hacer por otras”.

María, (nombre ficticio de la víctima) trabajaba como apoyo en el cuidado de un menor y en los quehaceres del hogar en la casa de su victimario en 2016; fue hasta 2018 que se atrevió a denunciar.

María narró que al desempeñar su trabajo le pareció extraño el comportamiento de la esposa del docente. Ella le pedía que no le contara a nadie en donde trabajaba, porque “podían meter en chismes” a su esposo, también le sugirió evitar vestirse con transparencias y escotes, además le resultaba desconcertante que la esposa buscara a toda costa evitar dejarlos solos.

LA AGRESIÓN SEXUAL, EL ACOSO Y HOSTIGAMIENTO

El artículo 178 del Código Penal del Estado señala que comete el delito de abuso sexual quien, sin el consentimiento de una persona ejecuta en ella, o la hace ejecutar un acto erótico sexual, sin el propósito directo de llegar a la cópula.

El abuso sexual que denuncia María, ocurrió en Rioverde; en la Facultad de Psicología de la UASLP siguió el hostigamiento y acoso.

“Después de eso (de la agresión sexual) yo me siento muy consternada y dejó de trabajar; le digo a su esposa que ya no voy a ir, ya ni siquiera me dirijo con él. Pero él dentro de la facultad me vuelve a llamar a su cubículo y me sigue acosando y cuestionando que por qué no quiero estar con él”.

El asedio no paró ahí, según relata María, su agresor la buscaba en los pasillos, incluso la llegó a sacar de clases de otros profesores para cuestionarle si ya lo había denunciado situación que comenzó a alterar la tranquilidad de María.

“Realmente sí estaba muy asustada en esos momentos, sí creía todas sus intimidaciones y le dije: no fui yo”. Él alardeaba una posición de poder e influencias en la Universidad, “no entienden que a mí nunca me van a poder hacer nada, no son las primeras que denuncian” relata María el amago del profesor.

“Eso causó muchas dificultades en mí, me dio mucha ansiedad me afectó demasiado, pero más por el miedo de las intimidaciones. Creo que lo más fuerte en ese momento era el hostigamiento que hacía de pedirme una explicación de porqué no quise estar con él”.

TOMAR FUERZAS PARA DENUNCIAR

En 2018, dos años después del abuso sexual y tras reiterados actos de hostigamiento y acoso por parte del profesor, un tendedero de denuncias en el que varias alumnas de la Facultad de Psicología señalaron a José Francisco como acosador, hizo a María darse cuenta que no fue la única víctima, esto le otorgó el impulso necesario para confrontar a su agresor.

María grabó esa conversación en audio, pues creyó que le serviría como prueba para sustentar una denuncia.

“Voy a la defensoría (de los derechos universitarios), les digo que yo sé que de lo de 2016 no me iban a hacer caso, pero que tenía un audio y quería denunciar por ese acontecimiento reciente (hostigamiento), porque es un acto repetitivo. La defensoría me súper mandan a la verga (SIC), me dicen que sí, que ya lo tienen identificado, pero que no pueden hacer nada porque de todos modos las primeras agresiones fueron en 2016”.

Ante la respuesta negativa María recurrió a otras instancias como la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH) y la Fiscalía Especializada para la Atención de la Mujer, la Familia, Delitos Sexuales y Justicia para Adolescentes.

Estas instancias tampoco cumplieron las expectativas de justicia que María tenía.

Es hasta diciembre del 2019 que percibe los primeros alcances de sus denuncias, “Derechos Humanos remite un comunicado a la Universidad en el que exigen que se ponga a investigar la denuncia que yo había hecho”. A la par de este hecho la UASLP, recibió la primera notificación de la Fiscalía General del Estado sobre el caso. Derivado de ello se instaló una comisión investigadora por parte de la Defensoría de Derechos Universitarios de la UASLP para dar seguimiento al hecho.

“A mí me mandan llamar a principios de marzo (2020)… muy esperanzadora esa reunión, pero me dicen: necesitamos que nos des otra denuncia, que en tres días otra chica se presente a denunciar para robustecer la investigación y así poder pedir la rescisión laboral.

Entonces, yo el mismo día de la reunión, ya para en la tarde les tenía la denuncia (…) porque pues hay un chingo de morras (víctimas)”.

Con esta segunda denuncia el área de Fortalecimiento Humano de la Universidad envió la solicitud de rescisión laboral mediante el oficio OF/DFH/752020 “en virtud de que hubo elementos que acreditaron la conducta penal, relativa a abuso sexual, hostigamiento sexual y violencia docente cometidos por José Francisco”.

Juan Manuel Reynoso Sandoval, abogado general de la UASLP tenía 30 días para aceptar o rechazar la petición, pero nada ocurrió.

UASLP OMISA

Tras un proceso que María describe como desgastante y revictimizante, ella no obtuvo la justicia que deseaba, José Francisco continúa con sus funciones académicas. La explicación que recibió María al respecto es que la sanción prescribió porque no se aplicó en el tiempo límite, pese a que fue aceptada por el entonces abogado general.

No obstante, al cambio de administración, el oficio OAG/3802020 de fecha 15 de junio del 2020, emitido por el nuevo abogado general de la UASLP, Joel González de Anda, revela una resolución que desestima las denuncias por su antigüedad, la última data del 28 de septiembre del 2018, se trata del caso de María.

Además, el abogado argumenta que en caso de rescindir la relación laboral “sin que previamente exista un pronunciamiento firme y definitivo de la autoridad judicial competente sobre la responsabilidad penal del trabajador, coloca a la UASLP en un evidente estado de indefensión como patrón, pudiendo resultar sentencias contradictorias en las instancias penal y laboral y generarse, en consecuencia, una afectación a los intereses jurídicos y patrimoniales de la institución”.

María, solicitó conocer el expediente completo a la anterior administración de la UASLP, en principio se lo negaron con el pretexto de la suspensión de actividades por la pandemia de COVID-19, pero al final le fue entregado y en él María destaca presuntas irregularidades como el hecho de que no conste la denuncia que presentó en 2020 y únicamente tomaran en cuenta la denuncia del 2018.

TODO UN DEPREDADOR

Con la respuesta, María conoció además todas las denuncias que se habían presentado en contra de José Francisco y por las que no hubo sanción alguna. La más antigua data de 2011, hay ocho formuladas en 2013; una es de 2014, otra más en 2017, dos en 2019, la última del 2020 y la de María presentada en 2018. El total 14 denuncias impunes.

“Es este gancho de lo económico…como que él detecta a las chicas. Yo después investigué y antes de mí había habido muchas niñeras”. Con María supo que necesitaba el trabajo porque indagó sobre su vida, a qué se dedicaban sus padres.

“Yo desde los 15 años había trabajado cuidando recién nacidos y su hijo tenía cuatro años, no se me hacía complicado y le dije: sí voy (…) Ahora sí pienso, ¿por qué nadie decíamos nada?, y también esto de que solo da clases a los primeros semestres”.

UNA ALERTA A LAS FUTURAS GENERACIONES

María es pesimista sobre acceder a la justicia en la instancia educativa, pero sigue en búsqueda de justicia. Tiene otra oportunidad en el proceso que se sigue en la Fiscalía, pero aún si éste no prospera, desea que su caso y lo que le ocurrió alerte a otras alumnas sobre su victimario.

“Creo que la oportunidad (de justicia) ya se tuvo y me la echaron para atrás (…) pienso seguir hasta lo último (…) para que si alguien más pasa por ello sea más fácil para ella el proceso de denuncia y teniendo en el fondo la esperanza de que sí se va a resolver y lo van a despedir, para que ya ninguna otra tenga que pasar por eso”.

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