Informes, informes… y la sociedad condenada a vivir con miedo

Por Victoriano Martínez

El de la inseguridad no deja de ser el tema con la más grande deuda que tienen las autoridades para con la población y en el que exhiben de la forma más grosera e insensible su completa incapacidad para representar y responder a las necesidades de sus representados por vivir ensimismados y autoexaltarse como centro de la atención y actividad generales.

A tal grado de envilecimiento llegan, que les importa más manipular las estadísticas difundidas por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública o el INEGI, o por organismos ciudadanos como México cómo Vamos, sobre el tema, con tal de tratar de aparentar una eficiencia en el combate al crimen que está muy lejos de ser real.

La incidencia delictiva, el índice de feminicidios y de violencia contra las mujeres, la violencia extrema que se manifiesta en balaceras y ejecuciones cada vez más atroces, la acumulación de semáforos rojos en el balance de México cómo Vamos y otros datos similares dan cuenta de la deuda que las autoridades siempre pretenden maquillar.

Este miércoles, Marcela del Muro presentó en Astrolabio Diario Digital un aspecto más en el que se repite la insensibilidad de las autoridades para atender a las víctimas, en este caso, de desapariciones forzadas.

La actitud se repite. “Autoridades omisas, altaneras y mentirosas”, señalaron los familiares de personas desaparecidas y lo describen con un hecho muy representativo: El 4 de agosto, tras el ataque armado que sufrieron en Rioverde, se reunieron con funcionarios de la Secretaría de Gobierno y de las dependencias de seguridad.

Mientras los funcionarios de la Secretaría de Gobierno abandonaron la reunión antes de que se llegara a acuerdos y quienes se quedaron parecían no saber nada sobre el tema, esa dependencia emitió un comunicado en el que afirmó tener un gran compromiso para apoyar a los familiares que buscan a sus desaparecidos. La simulación y la proyección de imagen resulta burda.

Peor aún. Los familiares de personas desaparecidas ven un retroceso a condiciones similares a cuando iniciaron su cruzada porque se despide al personal ya involucrado en la búsqueda de los desaparecidos para contratar a amigos y compromisos de campaña para dejarlos sólo en atención a asuntos administrativos.

Se trata de otro aspecto más de la inseguridad ante el que la autoridad actúa con negligencia al extremo de prácticamente abandonar sus obligaciones y, a pesar de ello, buscar proyectar una imagen de una atención que en los hechos no existe. Una situación que quedó expuesta en los informes presentados por el gobernador y el alcalde esta semana.

Para el gobernador Ricardo Gallardo Cardona el gran avance en el tema de la seguridad pública fue haber cambiado el nombre a la Dirección de Seguridad Pública por Guardia Civil, y a la Secretaría de Seguridad Pública por Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, además de cambiar el uniforme de los policías y comprar más patrullas y equipo táctico.

Una presunta reestructuración de los órganos de seguridad pública que –de ser real y de fondo– sólo equivaldría a que un cazador cambió su arma por una mejor, pero eso quedaría demostrado si se reflejara en mejores cacerías.

Gallardo Cardona presumió el lunes contar con un nuevo instrumento para la seguridad pública, pero omitió dar a conocer los resultados… y eso que presentó un informe de resultados que, por cierto, la noche de este miércoles seguía sin aparecer publicado en el sitio Web del gobierno estatal.

En una situación muy similar, el alcalde Enrique Galindo Ceballos hizo el recuento de la conversión de la Dirección de Seguridad Pública Municipal también en Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, adquisición de patrullas, mejoras salariales para los policías… todo un mejor equipamiento para el instrumento de combate, pero de los resultados, nada.

¿De qué sirve que presuman esos cambios si no pueden dar a conocer una relación directa de causa-efecto que demuestre que efectivamente han servido para mejorar la seguridad pública, cuando los hechos violentos no cesan y están presentes hasta en los días en que presumen su juguete nuevo, pero no la forma en que han jugado con él?

Abandonar a los familiares de personas desaparecidas y limitarse a “informar” sobre sus grandes ocurrencias para reestructurar los cuerpos de seguridad sin acreditar cambios de fondo ni acreditar resultados en el combate a un inseguridad que no cede es sólo un capítulo más de la historia de su ególatra ensimismamiento que cae como maldición sobre una sociedad a la que condenan a vivir con miedo.

Marcela del Muro presentó en Astrolabio Diario Digital un aspecto más en el que se repite la insensibilidad de las autoridades para atender a las víctimas, en este caso, de desapariciones forzadas

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