Marcela Del Muro
Las mujeres privadas de la libertad regresaron hace tres semanas al Centro de Reinserción Social número 1 La Pila, en la capital del estado, a raíz de una orden judicial concedida gracias a un amparo promovido por los 27 hijos e hijas de las mujeres que habían sido trasladadas a más de 300 kilómetros de sus familias, al Centro Penitenciario Único Femenil de Xolol, en la Huasteca potosina. Durante esas mismas tres semanas, las internas han sido hostigadas, amenazadas y maltratadas por el personal de La Pila, sobre todo por las guardias.
Las familias de las mujeres están preocupadas y molestas. “Les dicen todo el tiempo que por cualquier cosa las regresaran al Xolol”. “Las tienen trabajando en cosas que antes no hacían: pintando barandales, cortando el pasto o barriendo las colillas de cigarros, todo a la mera hora del sol”. “Las empapelan (les ponen reportes) a cada rato y por cualquier cosa, les dicen que las van a apandar 15 días y que a los tres reportes se las llevaran a un penal federal”. “Les dicen que si esto sale de La Pila (en medios) van a tener consecuencias graves”.
Esta última amenaza ha mantenido a las familias contenidas y preocupadas, pensando cuál es la mejor manera para solucionar la violencia que están viviendo sus mujeres presas. Sin embargo, las madres, hermanas e hijas ven a sus familiares cada vez más cansadas, soportando humillaciones y malos tratos, aguantándose de no contestar nada y de hacerse las que no les afecta.
Las internas señalan a una guardia: la oficial Angélica Méndez, que es la que más se ha ensañado con ellas. Temen que la paciencia de sus mujeres se agote. Sospechan que esa es la orden que las guardias tienen: provocarlas, cansarlas y hacerlas explotar. “Estoy preocupada porque mi hija llora de coraje cada que me cuenta”, dice una de las familiares de las 19 mujeres privadas de su libertad.
Una madre recuerda el tipo de hostigamiento que ha recibido su hija por parte de la guardia señalada, que le dice: “Se creen muy chingonas por su amparo federal, pero ustedes no tienen derechos aquí, solo son aves de paso y se las van a volver a llevar, pero ahora a un (penal) federal, más lejos”.
Una interna dice que ellas no les están dando motivos para esos malos tratos. “Estamos haciéndolo bien”, comenta. Y explica que están tomando clases de inglés; haciendo actividad física, incluso son parte de una competencia deportiva en el Cereso y algunas han ganado medallas; están bordando y van al taller de costura a trabajar.
Es notoria la distinción entre las recién llegadas y las mujeres que se encontraban en La Pila desde antes. Por ejemplo, a las 19 mujeres no se les permite poner un tul en las rejas durante la noche, que les da privacidad, pero sobre todo las aísla de los moscos. “Aquí hay una plaga de zancudos y parece que tenemos sarampión, estamos todas picadas porque no nos dejan poner el tul”, explica la interna. “Y las guardias les dicen que ‘al fin que ellas están acostumbradas a no tener privacidad’”, cuenta una de las madres, refiriéndose a cómo sus hijas vivían en Xolol.
Las familias también han vivido un trato desigual al momento de las visitas. “Las de trabajo social también nos están hostigando”, cuentan y explican que para obtener el pase de visita las han hecho pasar por trámites tardados y burocráticos, situación que no habían vivido ni cuando recién apresaron a sus familiares. “Nos hacen la vida cansada, que nos formemos aquí, llegamos y nos dice, ‘no, se tienen que formar allá”.
“Otra cosa es que como ellas regresaron por (un amparo de) sus hijos, ahora tenemos que llevar sí o sí a los niños para que nos dejen entrar a visita, a fuerza los tenemos que llevar y no entienden que los niños también tienen muchos problemas y no pueden ir siempre a visitar a sus mamás”, reclama una de las madres y abuela cuidadora. Un ejemplo son las visitas de los martes, la mayoría de las niñas, niños y adolescentes amparados no pueden ir porque tienen escuela; pero esto no debería de ser obstáculo para que otros y otras visiten a sus mujeres presas.
Las familias de las 19 internas se encuentran organizadas y planeando cuál será su siguiente paso para que sus hijas, hermanas y madres tengan un trato digno y sus derechos sean respetados, sin discriminación y hostigamiento.
¿Hay riesgo de que otras mujeres en La Pila sean trasladadas a Xolol?
Hay un rumor corriendo con fuerza entre los pasillos del penal en la capital del estado, se dice que los trabajadores penitenciarios están realizando un censo de las mujeres en La Pila que no tienen hijos e hijas, para poderlas trasladarlas a Xolol, así lo denuncian integrantes del Colectivo de familiares de mujeres privadas de la libertad en los Centros Penitenciarios de La Pila y Xolol, que temen por sus hijas y hermanas.
Hasta ahora, las condiciones de vida en el penal huasteco no han mejorado y más de cien mujeres, muchas de ellas madres, siguen separadas de sus familias y, las que aún se encuentran en proceso, han sido alejadas de sus juzgados y sus abogados defensores.
“Con estas acciones, las autoridades del ejecutivo agudizan el abandono y el riesgo que tienen las mujeres privadas de libertad de perder sus vínculos sociales y familiares, lo cual es un reflejo de la estigmatización social que recae sobre ellas, y que en este caso, las autoridades refuerzan”, señala la colectiva DignidadEs Todas las Justicias en una carta enviada, el pasado 15 de mayo, a la presidenta Claudia Sheinbaum y a Citlalli Hernández Mora, titular de la Secretaría de las Mujeres.
La colectiva solicita a las autoridades federales vigilen y exhorten al gobierno potosino para “corregir el estado inconstitucional e inconvencional de las medidas en política penitenciaria que se están llevando a cabo actualmente y que son discriminatorias contra las mujeres privadas de la libertad en el estado, sus hijas y familiares mujeres cuidadoras de hijas e hijos”.